Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, nº 22
marzo 2023 - agosto 2023
ISSN 2313-9749
Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas

Richard Evans. Eric Hobsbawm. Una vida en la historia, Crítica, Buenos Aires, 2021, 878 pgs.


Laura Scoppetta
ORCID: 0000-0003-0335-7446  

Instituto de Estudios Críticos en Humanidades - Universidad Nacional de Rosario - Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas, Rosario, Argentina

Cita recomendada: Scoppetta, L. (2023). Richard Evans, Eric Hobsbawm. Una vida en la historia (2021). Archivos De Historia Del Movimiento Obrero Y La Izquierda, (22), 195-197. https://doi.org/10.46688/ahmoi.n22.410

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Eric Hobsbawm fue uno de los grandes historiadores del siglo XX. La magnitud y los aportes proporcionados por su obra historiográfica, la recepción que ésta ha tenido, su activa participación en el Grupo de Historiadores del Partido Comunista de Gran Bretaña, su fuerte compromiso político y el hecho de que su vida se haya visto marcada por los grandes acontecimientos del siglo XX, parecen justificar por sí mismos la empresa de escribir su biografía. En ese sentido, el libro Eric Hobsbawm. Una vida en la historia, de Richard J. Evans –publicado en Gran Bretaña en 2019 y traducido al español en 2021–, se propone el objetivo de dar cuenta de la trayectoria vital de Hobsbawm, en una especie de diálogo o complemento de la autobiografía de Hobsbawm . Si la autobiografía había sido presentada como la “introducción al siglo más extraordinario de la historia universal siguiendo el itinerario de un ser humano cuya vida posiblemente no hubiera podido tener lugar en otra época”, “esta biografía, por tanto, se concentra sobre todo en las experiencias personales de Eric y en su vida interior, sin por eso omitir su desarrollo intelectual y político”. Así, lo que pretenderá demostrar a lo largo de este trabajo es “cómo su intuición de historiador fue configurada no solo por el contexto político e histórico en el que vivió sino también por sus circunstancias personales, sus compromisos y pasiones”, convirtiéndose esta premisa en una de las hipótesis centrales que hilvanarán su narración.

El libro está dividido en 10 capítulos, ordenados cronológicamente. Los dos primeros narran la infancia y la adolescencia de Hobsbawm. En estos capítulos iniciales podemos encontrar dos señas que atraviesan el libro: por un lado, un cierto prejuicio que se monta en torno a la militancia de Hobsbawm en el Partido Comunista, así como cierto recelo por su adscripción al marxismo. Su adhesión al comunismo –y la persistencia de esta opción a lo largo de su vida– no es ponderada tanto como una decisión política, sino que es concebida como la respuesta ante la soledad que tuvo que afrontar desde muy joven. El partido se habría convertido en una familia supletoria, capaz de brindarle una sensación de estabilidad. Por otro lado, lo que percibimos es una escasa problematización en torno a la figura o al concepto de “intelectual”, anudada, a la vez, con una mirada teleológica, que lo lleva a ver en un pequeño Hobsbawm de tan solo 15 años a un “intelectual socialista”.

El capítulo 3 está dedicado a reconstruir los años de Hobsbawm en la universidad de Cambridge: su aproximación a una historia que se desmarcaba de las lecturas positivas, su vinculación a algunas sociedades estudiantiles, su rol como escritor y luego editor de un periódico estudiantil y las tareas que desempeñó como militante del PC, sobre todo en relación a la redacción de algunos artículos destinados a fundamentar la posición frente a la Segunda Guerra Mundial. Tanto este capítulo como el anterior tienen una extensión demasiado larga, en tanto que cada uno de ellos cuenta con 100 páginas, dedicadas a breves períodos de tiempo.

El capítulo 4 recorre los años de la Segunda Guerra Mundial. El quinto capítulo se abre con su desmovilización y se enfoca en la vuelta a su carrera académica en Cambridge, hasta 1954, incluyendo la realización de su tesis doctoral y su participación en el Grupo de Historiadores del Partido Comunista. Recién llegando a la página 400 comenzamos a toparnos con el Hobsbawm historiador. Así, una parte importante del capítulo está dedicada a la conformación de este grupo, a la reseña del tipo de actividades que realizaron y a la redacción de la famosa revista Past and Present. Aquí Evans atribuye a la influencia de Hobsbawm el hecho de “que la revista tuvo por objetivo desarrollar un concepto de historia amplio y exhaustivo”.

Los capítulos 6, 7 y 8 –que abarcan un período que va desde 1954 hasta 1987– se centran en la dimensión pública de la vida de Hobsbawm, tanto a su consagración como historiador y los debates políticos en los que intervienen los historiadores marxistas británicos como a otros aspectos menos conocidos, como la participación de Hobsbawm en programas radiales de la BBC y su trabajo como crítico y cronista de jazz. Evans reconstruye los debates al interior del comunismo británico, las intervenciones en la prensa partidaria, la creación de la New Left Review, en un proceso que se desencadena con la renuncia de un gran número de militantes. La decisión de Hobsbawm de permanecer en las filas del partido es explicada a la luz de las tensiones que lo atraviesan, que se dibujan en una permanente incomodidad con la estructura partidaria, a la vez que por su voluntad de seguir sosteniendo vínculos e instancias de discusión y producción con quienes optaron por alejarse. No hace referencia, en cambio, a argumentos político-ideológicos o programáticos. Evans se detiene, también en estas páginas, en la consagración de Hobsbawm como un escritor para el gran público, dando cuenta de las circunstancias en las que fueron escritos sus libros, sus aportes a la producción historiográfica, como así también de las relaciones que comienza a entablar con el mundo editorial. De estos capítulos también vale destacar el foco puesto en las relaciones que Hobsbawm entabló con historiadores e intelectuales de diferentes países (sobre todo, Italia, Francia, el este europeo y Estados Unidos), el intento de auspiciar instancias colectivas y la centralidad de su rol como docente. Además, incluye sus permanentes viajes, entre los que resaltan sus incursiones en el campo italiano y sus tours por América Latina, los cuales lo habrían provisto de un interés teórico e historiográfico sobre la vida y formas de lucha de otras clases subalternas, más allá de la clase obrera industrial. De esa nueva preocupación emergerían libros como Rebeldes primitivos: estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos XIX y XX y Bandidos.

El capítulo 9 está marcado por los debates que se abren tras la caída de la URSS, la disolución del PC británico y la polémica que entabla con el historiador François Furet en torno a la interpretación de la revolución francesa y, por elevación, de la revolución de octubre. Son también los años en los que Hobsbawm escribe sobre algunos tópicos nuevos para su producción, como teoría de la historiografía o los nacionalismos, a la vez que publica su Historia del Siglo XX. Por último, el capítulo final está dedicado a sus últimos años y a su enfermedad final.

Como hemos visto, a lo largo de esta biografía nos encontramos con una exhaustiva reconstrucción de la vida de Hobsbawm, labrada sobre un vastísimo material de archivo, construido en base al acervo documental de las instituciones por las que Hobsbawm pasó, a sus diarios personales y a los testimonios brindados por la familia. De esta manera, el libro logra introducirnos sobre aspectos desconocidos de la vida de Hobsbawm, que no pueden pensarse como escindidos de sus preocupaciones intelectuales. Pero, a la vez, nos lleva a perdernos en un sinfín de datos sin aparente jerarquía, haciendo que cuestiones importantes, como los debates historiográficos sostenidos por Hobsbawm a lo largo de su carrera no sean lo suficientemente ponderados o no sean desarrollados con profundidad. Si bien tratándose de una biografía podría parecer absurdo cuestionar la centralidad que adquiere la vida del historiador británico, nos parece pertinente señalar que la forma en que es construida su figura, poniendo eje en la excepcionalidad de su obra y su trayectoria, no nos permite comprender cuáles son los aspectos compartidos con otros historiadores, ya sea en la conformación de un determinado tipo de intervención intelectual o en la configuración de ciertas claves interpretativas. En este recorrido es posible, además, ver cómo una constante que atraviesa el libro es la pregunta por el vínculo de Hobsbawm con el Partido Comunista Británico. Si bien sostenemos que esta tensión, en muchos casos, es resuelta por Evans de una manera un tanto lineal o simplista –en tanto que su compromiso con el marxismo es pensado como un factor que habría constreñido su producción y su imaginación histórica–, no deja de contribuir a la reflexión sobre uno de los problemas que han atravesado al siglo XX, que es la pregunta por la relación entre los intelectuales y la política.