Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, nº 26
septiembre 2024 - febrero 2025
ISSN 2313-9749
Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas

Félix Weil, el Colegio Libre de Estudios Superiores y la economía marxista (1930-1940)


Natalia Bustelo

Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas -
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas -
Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina
nataliabustelo@yahoo.com.ar
ORCID: 0000-0001-5209-0333

Resumen: El artículo toma como hilo la participación de Félix Weil, durante la década del 30, en el Colegio Libre de Estudios Superiores y su revista Cursos y Conferencias. Analiza las discusiones propuestas por los tres cursos que dictó Weil a partir de su vinculación con el Partido Socialista Independiente y el Ministerio de Hacienda, con la circulación del materialismo dialéctico y con la construcción de un frente cultural antifascista. Ello permite rescatar una primera recepción argentina del Instituto de Investigación Social en Frankfurt anclada en la economía marxista.

Palabras clave: Félix Weil – Marxismo argentino – Crisis económica – Antifascismo

Abstract: The article takes as its thread the participation of Félix Weil, during the thirties, in the Colegio Libre de Estudios Superiores and its review Cursos y Conferencias. He analyzes the discussions proposed by the three courses that Weil taught based on his link with the Independent Socialist Party and the Ministry of Finance, with the circulation of dialectical materialism and with the construction of an anti-fascist cultural front. This allows us to rescue a first Argentine reception of the Institute for Social Research in Frankfurt anchored in Marxist economics.

Keywords: Félix Weil – Argentine Marxism – Economic Crisis – Antifascism

Recepción: 15 de marzo de 2025. Aceptación: 10 de abril de 2025

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A mediados de 1923 aparecía en Leipzig Die Arbeitbewegung in Argentinien, un ensayo sobre el movimiento obrero argentino preparado por Félix Weil. Este joven intelectual había nacido en Buenos Aires en 1898, pertenecía a una familia judeo-alemana que sea había vuelto millonaria con la exportación de trigo argentino y estudiaba economía marxista en Frankfurt y Tübingen. Las cincuenta páginas del ensayo eran el resultado de una estadía en Buenos Aires que había perseguido dos finalidades contrastantes: administrar la filial de la cerealera Weil Hermanos y Cía e informar a la Internacional Comunista sobre el grupo que debía erigirse en la sección argentina.

A comienzos de los 30 Weil volvía a Buenos Aires y en 1933 impartía un curso en el Colegio Libre de Estudios Superiores sobre la implementación de un impuesto al rédito y transacciones. Esa recaudación se venía proyectando en el país hacía varios años y era resistida por los grupos empresarios. En enero de 1932, días antes de dejar el gobierno, el presidente de facto José Uriburu (1930-1932) aprobó por decreto la ley que estipulaba el impuesto. El gobierno de Agustín P. Justo (1932-1938) debía ponerlo en vigencia. Valiéndose de su formación en la planificación económica marxista y en las finanzas de la firma familiar, Weil se incorporó al equipo técnico del Departamento de Impuestos. Este dependía del Ministerio de Hacienda y estaba a cargo de Ernesto Malaccorto, quien, al igual que Raúl Prebisch y otros jóvenes economistas, estaba vinculado al Partido Socialista Independiente (PSI), una escisión del Partido Socialista (PS) preocupada por la actualización en la teoría económica que también interesaba a Weil.

Durante los años que mediaron entre aquel estudio del movimiento obrero y este sobre el impuesto, Weil impulsó financiera e intelectualmente la actualización de la teoría marxista con la creación del Instituto de Investigación Social en Frankfurt y la administración de la editorial Malik de Berlín. Además, estrechó contacto con el Instituto Marx-Engels de Moscú para publicar las obras completas de Marx y Engels. A comienzos de los 30 se instalaba en la Argentina para seguir ocupándose de la empresa familiar, en una partida de Alemania que el nazismo prolongaría por décadas. Sus informes a la Internacional Comunista y contribuciones financieras al aparato comunista sudamericano no le impidieron participar de la mencionada elite técnica que buscaba la eficiencia administrativa de un estado capitalista ni vincularse al PSI. Alejado de ambos en 1934, dictó al año siguiente un segundo curso en el Colegio, en este caso sobre la economía dirigida, y en 1939 impartió el tercero y último, en el que se ocupó de la definición del nazismo. Todos ellos publicados en la revista de la institución, Cursos y Conferencias.

Weil había dejado la Argentina en 1935 para radicarse en los Estados Unidos, pero prosiguió su análisis de la economía del país, al punto que es el tema de su libro más importante, Argentine Riddle, editado en 1944 en Nueva York y recién publicado en español en 2010. La aparición de esta traducción se enmarca en un creciente interés por la obra de Weil. Este ingresó a los estudios sobre el marxismo europeo con la pionera investigación sobre la Escuela de Frankfurt emprendida por Martin Jay, cuyo intercambio epistolar entre 1970 y 1971 convenció a aquel de escribir sus memorias, aún inéditas. Como recuerda Horacio Tarcus (2007), una década antes, las tesis de Weil sobre el latifundio argentino y el tipo de industrialización impulsada por Perón entre 1943 y 1944 eran puestas en circulación en Argentina por el marxista Milcíades Peña y su discípulo Jorge Schvarzer. La revista Fichas de Investigación Económica y Social (1964-1966) preparaba una breve selección en español de Argentine Riddle. Asimismo, Peña retomaba las tesis de Weil en su Historia del pueblo argentino, aparecida a fines de los 60.

Esta recepción política se interrumpió para ser reiniciada en sede académica por Helmuth Eisenbach (1995) y Martín Traine (1994, 1995), quienes accedieron a las memorias de Weil y se ocuparon de su itinerario intelectual. En la última década se publicaron tres voluminosas aproximaciones biográficas: a la de Mario Rapoport (2014) se sumaron la de Jeanette Erazo Heufelder (2017) y la de Hans-Peter Gruber (2022). Esos estudios son retomados por el presente artículo para centrarse en la participación de Weil en el Colegio Libre de Estudios Superiores durante los años 30. Rapoport (2014, pp. 214-262) analizó los tres cursos de Weil en relación sobre todo a los debates económicos del Instituto de Investigación Social. Aquí nos detenemos en la relación con otros cursos del Colegio y en la intervención política que acompañaba a todo ello, una intervención clara para los contemporáneos, pero apenas abordada por la bibliografía.

Con ello buscamos iluminar dos cuestiones. Por un lado, puede advertirse una primera recepción del Instituto de Investigación Social que, a diferencia de la rastreada por Alejandro Blanco (2006) y Luis García (2014), no se centra en una teoría estética ni en la racionalidad ampliada en torno de las obras de Benjamin, Adorno y Fromm, sino en la renovación de la teoría económica a partir de definiciones de Weil y de Friedrich Pollock. Por otro, proponemos que lo que viene considerándose como una multifacética intervención político-intelectual de Weil se inscribe, en realidad, en el movimiento antifascista, cuyo análisis local e inscripción global ha abierto, también en las últimas décadas, todo un campo de investigación (Pasolini, 2023). En efecto, el diario Argentinische Tageblatt, el Colegio Pestalozzi y su asociación, a los que Weil se vinculó, fueron importantes iniciativas antifascistas impulsadas por la comunidad alemana de la Argentina (Friedmann, 2006). Además, si bien el Colegio surgió como una de las tantas iniciativas de difusión de la alta cultura que se reconocían en la “extensión universitaria”, se convirtió en el proyecto que más persistió en la defensa de la cultura frente al avance del irracionalismo fascista, antifascismo desde el que, entrada la década del 40, interpretó y se opuso al peronismo.

En un señero estudio, Federico Neiburg (1998, pp. 137-182) sistematiza las diversas iniciativas y temas desarrollados en el Colegio, y resalta su condición académica y su construcción de un “liberalismo cultural”. Recientemente, Ricardo Pasolini (2024) precisó que en la década del 30 el Colegio formó parte de la amplia apuesta cultural antifascista. Además, Jorge Nállim (2012) y Claudio Belini (2018) estudiaron al grupo de economistas del Colegio que, durante los 40, participaron del antifascismo y del antiperonismo. A partir de los cursos de Weil y de aquellos con los que dialogaban, proponemos aquí que el liberalismo cultural del Colegio consistió, en realidad, en una “neutralidad institucional” –expresión usada en 1946 por Luis Reissig– que de ningún modo impidió la pública militancia partidaria de muchos de sus profesores ni el desarrollo de argumentadas posiciones de izquierda, entre las que se emprendía una olvidada recepción económica del Instituto de Investigación Social.

En el primer apartado el artículo recupera el vínculo con la política tramado en los 30 por los intelectuales que fundaron el Colegio –y con ello revisa los análisis que asimilaron la ausencia de referencias a la militancia política con la neutralidad de los cursos y sus profesores–. En los siguientes apartados se detiene en las discusiones económicas y políticas en las que participaron los cursos de Weil.

Un Colegio Libre en Buenos Aires

Weil se instaló en Buenos Aires con su segunda esposa, Margot Jacoby, entre 1931 y 1935. La Argentina a la que regresaba debía enfrentar no solo la crisis económica mundial sino también una crisis política nacional. En cuanto a la economía, mientras que la Unión Soviética y los fascismos tendían a la estatización, los estados capitalistas intentaban salir de la crisis con una regulación –asociada desde mediados de la década al keynesianismo– que reconfiguraba el mapa de las exportaciones argentinas y requería de una nueva arquitectura institucional y de nuevos economistas. La primera generación de economistas argentinos orientados a la eficiencia estatal dio impulso a la profesionalización de la carrera de economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA). En esa generación se destacaron Malaccorto y Prebisch, ambos vinculados al PSI, pero fue el diputado del PSI Augusto Bunge quien inscribió más decididamente esa eficacia en las izquierdas. Como señaló Rapoport (2014), en su vinculación con esos economistas Weil aportaría su formación marxista y algunas de las discusiones sobre la caracterización del nuevo capitalismo mantenidas en el Instituto de Investigación Social y otras difundidas por la editorial Malik.

En cuanto a la crisis política argentina, en septiembre de 1930 un golpe de Estado interrumpía el ciclo democrático-liberal. El PSI, el PS y el Partido Demócrata Progresista (PDP) abandonaban las campañas conjuntas de oposición al presidente Yrigoyen para tomar caminos enfrentados. En las fraudulentas elecciones de septiembre de 1931 el primero fue una fracción minoritaria de la Concordancia (coalición electoral que, bajo la hegemonía del conservador Partido Demócrata Nacional, gobernaría la Argentina entre 1932 y 1943) mientras que, iniciando su acercamiento a las izquierdas, el PDP conformó con el PS la derrotada Alianza Civil. Como subrayaron Portantiero (2002 y 2005) y Prislei (2005), a pesar de las persistentes acusaciones del PS y del Partido Comunista (PC), ese PSI con el que se vinculó Weil continuó asumiéndose socialista durante su participación en el gobierno conservador. Entre esas izquierdas se distinguió por defender una revisión económica que, si bien guardaba cierta similitud con la impulsada por el diputado del PS Rómulo Bogliolo y su Revista Socialista (1930-1947), recién a fines de los 30 llegaría al programa del PS.

Meses antes del golpe de Estado, en mayo de 1930, se reunían en Buenos Aires el literato Roberto Giusti, el contador Luis Reissig, el psicólogo Aníbal Ponce, el filósofo Alejandro Korn, el químico Narciso Laclau y el abogado Carlos Ibarguren para firmar el acta de creación del Colegio Libre de Estudios Superiores, una institución “libre” de la regulación estatal dedicada a la difusión de la cultura, o extensión universitaria. Esos profesionales diversos pertenecían a diferentes generaciones y portaban un desigual reconocimiento intelectual. Pero todos venían organizando de grupos intelectuales, revistas y ciclos de conferencias. Los cuatro primeros inscribían sus intervenciones en la extendida cultura de izquierdas argentina, así como quien tuvo la idea inicial del Colegio y fundó una breve sede en Rosario, el fisiólogo judeo-alemán Georg Nicolai.

En su primer año el Colegio organizó once cursos, de distinta duración y muy diversos temas. En 1933, cuando Weil se incorporó como profesor, el número de cursos había crecido exponencialmente. Desde 1931 los socios del Colegio podían acceder a la versión escrita de las lecciones, pues se creó el sello Biblioteca del CLES, dedicado fundamentalmente a publicar algunos cursos como libro en ediciones de bajo costo, y el mensuario Cursos y Conferencias (1931-1960), donde aparecieron, entre otras, las versiones taquigráficas de los tres dictados por Weil. Las 120 páginas de cada entrega de Cursos y Conferencias tendieron a ceñirse a las actividades del Colegio: reprodujeron en entregas los cursos y solo sumaron unas pocas reseñas bibliográficas y noticias estrictamente institucionales. El compromiso con la neutralidad institucional fue tal que no es posible advertir las posiciones políticas o polémicas intelectuales que entonces mantenían en el parlamento o en otras publicaciones
–como las revistas culturales Sur y Nosotros, o las políticas Actualidad o Unidad– muchos de quienes habían dictado las lecciones aparecidas en Cursos y Conferencias.

Los impulsores del Colegio no acordaban en el diagnóstico de la cultura científica –defendida por Giusti, Nicolai, Ponce y Laclau y cuestionada por Korn– ni en la militancia política. Ponce era un entusiasta compañero de ruta del PC mientras que Nicolai hacía converger la sensibilidad libertaria con la adhesión a la Unión Soviética. Korn y Reissig, por su parte, se acababan de afiliar al PS, partido del que Giusti había sido concejal entre 1921 y 1925 y que había abandonado en 1927 para liderar junto a Federico Pinedo y Augusto Bunge, entre otros, el PSI y convertirse al año siguiente en uno de sus diputados. A ese grupo parlamentario, como mencionamos, se vinculó Weil hasta 1934, año en que Bunge y Giusti, entre otros, protagonizan una escisión de izquierda del PSI (Tarcus, 2024).1

En cuanto a los otros dos fundadores del Colegio, Ibarguren se ubicaba distante de las izquierdas. En 1922 había sido candidato a presidente por el PDP y desde fines de los 20 defendía un nacionalismo corporativista con el que parece haber simpatizado Laclau. Este fallecía inesperadamente en diciembre de 1930, Korn moría en 1936 y Ponce, dos años después. Desde fines de los 30 los responsables de la pervivencia y el crecimiento del Colegio fueron Giusti y Reissig, mientras que el PDP reingresaba a través del joven abogado Juan José Díaz Arana (quien en 1931 había dictado el curso, no transcrito, “La democracia y sus problemas”) y mediante las tres concurridas conferencias, de 1937 y 1938, de Lisandro de la Torre, máximo líder del PDP. Desde la partida de Ponce a México a comienzos de 1937, el PC tuvo un lugar en el comité organizador del Colegio sobre todo mediante el psiquiatra Jorge Thenon. El gran ausente durante la década del 30 fue la Unión Cívica Radical (UCR), el partido más numeroso de entonces. Una explicación posible es que en tanto socialistas, comunistas como demócrata progresistas, los impulsores del Colegio, cuestionaban las presidencias radicales como parte de la “política criolla”. Ello se modificaría en la década siguiente, cuando un sector de la UCR impulse el Movimiento de Intransigencia y Renovación y justamente su líder, el joven Arturo Frondizi, quede a cargo de la dirección de Cursos y Conferencias.

La apelación al progreso social del breve manifiesto inaugural del Colegio, así como el índice del primer número de Cursos y Conferencias y el alejamiento de Ibarguren en 1932, no dejaban duda de la inscripción del proyecto en las izquierdas. Esa inscripción se realizaba desde una nada frecuente neutralidad de la institución cuya defensa de la cultura se iría precisando con el avance del fascismo europeo. El número inaugural de la revista del Colegio se abre con la reproducción de dos lecciones del máximo referente del PS, Nicolás Repetto, y se cierra con una conferencia del comunista Aníbal Ponce. Aquellas eran las primeras clases de un curso sobre una cuestión central para el socialismo argentino: el cooperativismo. Si un intelectual vinculado al comunismo como Ponce no tenía ninguna afinidad con Repetto y el cooperativismo, en la decisión de destacar esas lecciones seguramente pesó el alegato inicial contra la “mera erudición” y a favor del “valor de las ideas cuando las ideas se aplican, cuando se ponen en ejecución” (Repetto, 1931, p. 3). Insistiendo en que la difusión cultural del Colegio no se ceñía a una apuesta partidaria, el número difunde la primera lección del curso sobre el problema monetario dictado por Pinedo, quien lideraba el PSI e impulsaba el reemplazo del cooperativismo por un “segundo revisionismo socialista” (Prislei, 2005), preocupado por la regulación estatal de la economía. Entre las lecciones de esos líderes socialistas rivales, Cursos y Conferencias publica una clase sobre el escritor Juan Ruiz de Alarcón, perteneciente al curso “Clásicos de América” de Pedro Henríquez Ureña, ensayista dominicano afín al socialismo antipositivista de Korn. Además, se difunde una lección sobre fotoquímica del joven –y ya destacado– físico Enrique Gaviola, la primera clase de “Introducción filosófica a los problemas pedagógicos” de Juan Mantovani, cercano al PS, pero defensor del culturalismo apolítico –que sería objetado por Ponce en su curso sobre pedagogía de 1934–, y la conferencia “Psicología de la mano” que había pronunciado Ponce. A esos textos sigue una sección de reseñas y una de noticias, que lista los cursos impartidos en 1931 y anuncia el viaje a Rusia de Nicolai. Explicitando la inscripción en las izquierdas del Colegio, se saluda a Nicolai por su “vínculo íntimo con los círculos obreros y estudiantiles”, su condición de “pensador resuelto y atrevido” y su “conciencia libre”.2

A comienzos de 1932 Nicolai regresaba de la URSS y se preparaba para dictar su tercer curso en el Colegio, “Rusia actual y futura”, mientras que las lecciones sobre “La Revolución Rusa” estaban a cargo de Bunge, quien recién visitaría la Unión Soviética en 1942. Se conocía que los dos profesores mantenían distancias con el proceso ruso. De todos modos, Ibarguren pidió la censura de los cursos y al no conseguirla difundió una carta de renuncia. A pesar de su pública militancia en las izquierdas, Giusti, Korn, Reissig y Ponce respondieron con una declaración en la que sostenían la distancia del Colegio de la división entre izquierdas y derechas y sugerían la aceptación de la militancia en las derechas de Ibarguren, pues confesaban que habían rechazado el pedido de algunos estudiantes de censurar su curso porque había formado parte del gobierno de Uriburu.

Esa sería la polémica más álgida del Colegio durante toda la década. Quienes como Weil participaban como profesores encontraban un espacio que demandaba menos credenciales académicas que la UBA y que ofrecía la posibilidad de exponer una posición política si ella se formulaba desde una argumentación distante de los discursos de barricada. Y veremos que si ese espacio les negaba la posibilidad de desplegar de modo explícito discusiones político-intelectuales, estas se vuelven evidentes en una lectura atenta de los cursos.

Hasta el regreso de Ponce en mayo de 1935, Weil era uno de los pocos profesores que, como Nicolai, había conocido la Rusia soviética: aparentemente viajó varias veces en 1922 para negociar con los bolcheviques la importación de trigo (Gruber, 2022, pp. 148-151). En su participación en el Colegio desistió de sumar una crónica de viaje como las que se venían publicando en Argentina y otras latitudes (Tarcus, 2017). Weil optó por desplazar esa experiencia para, por un lado, cederle la reflexión sobre la planificación económica rusa a Bunge –quien en su curso de 1932 refiere su intercambio intelectual con Weil– y, por otro, utilizar su formación económica en el diseño y la difusión de un sistema impositivo que no sólo sacara de la crisis financiera al estado argentino, sino que también fuera “más justo”.

Una orientación más justa de la economía

A lo largo de 1933, Cursos y Conferencias publica las cuatro lecciones que Weil impartió en el Colegio sobre el nuevo impuesto. Aunque no lo mencionen sus memorias ni los biógrafos, es probable que Weil se haya vinculado simultáneamente al Colegio y al PSI, ya que, a través del diputado del PSI y organizador del Colegio Roberto Giusti, hasta 1934 las relaciones entre ambos fueron fluidas. Incluso, el ciclo de Economía y Finanzas, del que formó parte el curso de Weil, fue impartido, en su mayoría, por miembros del Ministerio de Hacienda, a cargo desde julio de 1933 de uno de los líderes del PSI, Federico Pinedo.3

Entre los candidatos de las elecciones nacionales de septiembre de 1931 se encontraron varios profesores del Colegio: Pinedo encabezó la lista de diputados por la Capital Federal de la Concordancia, seguido por Bunge y Giusti. De la Torre era candidato a presidente de la Alianza Civil mientras que el candidato a vicepresidente era el profesor que abrió Cursos y Conferencias, Nicolás Repetto. En febrero de 1932 De la Torre asumió como senador y desde su banca impulsó investigaciones sobre la corrupción estatal. Entre sus denuncias se destacó el “escándalo de las carnes” de mediados de 1935 sobre la defectuosa percepción del impuesto que había defendido Weil en el Colegio, una denuncia que se cerró con el asesinato del senador del PDP Enzo Bordabehere y la destitución de Pinedo y su equipo por su vínculo con la denuncia y el crimen.

En sus memorias Weil refiere que en el barco que, a comienzos de los 30, lo llevaba a Buenos Aires decidió que además de administrar la empresa familiar quería “divulgar ideas del socialismo, mantenerme activo en la causa”, pero “Argentina no poseía, en todo caso en ese momento, suelo para una siembra semejante” (Traine, 1995, p. 44). Aclara que con el curso de 1933 en el Colegio descubrió su interés por la docencia y que no le interesaba ligarse al Partido Comunista por su creciente ortodoxia ni al Socialista por su orientación poco socialista (Traine, 1995, p. 48). Nada menciona de las tareas para la Internacional, registradas en los archivos de esta, ni de que hasta 1935 los comunistas impulsaban una política de “clase contra clase” cuya tendencia a la proletarización de los intelectuales alejaba decididamente a un “bolchevique de salón” como Weil.4

Con su participación en el equipo económico estatal y su vinculación con el PSI, Weil también desoyó la defensa comunista de la teoría del colapso del capitalismo y la impugnación a las alianzas socialistas.5 Malaccorto refiere que fue quien incorporó a Weil a su equipo, pero este, según sus memorias, ya había conocido a Pinedo en 1919 en Alemania y a Max Alemann en la sociabilidad judeo-alemana y el ámbito comercial, en el que seguramente también conoció a Bunge. Este pertenecía a una familia católica alemana que, como la de Weil, se volvió millonaria por la exportación de granos, en este caso con la firma Bunge y Born. Más allá de esa sociabilidad, los economistas del PSI eran quienes en las izquierdas argentinas coincidían con Weil en que la crisis económica iniciada en 1929 no era una más, sino que traía el fin del librecambio y un nuevo capitalismo cuya ruptura debía ser conceptualizada, sea como “nacionalista”, “de estado”, “direccionado”, pero también –dado que no se produciría un colapso– debía ser orientado. Coincidían sobre todo en la necesidad de una teoría económica que, sin dejar de ocuparse de la lucha de clases, interviniera en la arquitectura institucional con la que el Estado, en alianza con las clases propietarias, comenzaba a intervenir en el mercado. Y a las distinciones conceptuales de ello Weil dedicaba su curso de 1935 en el Colegio.

El gobierno de Justo reabrió en marzo de 1932 el Parlamento, pero mantuvo la censura y represión a comunistas y anarquistas, así como los obstáculos para la participación electoral de la UCR. Los parlamentarios del PSI presentaron proyectos progresistas de política laboral y social. Bunge se distinguió por promover el seguro nacional, la reforma de la ley de accidentes de trabajo y la Caja Nacional de Jubilaciones. Ello no lograría la aprobación parlamentaria, pero el PSI sí conseguiría dirigir parte de la restructuración del Estado, en un principio desde el Ministerio de Agricultura a cargo de Antonio De Tomaso (quien falleció en agosto de 1933 y tuvo como sucesor a un terrateniente perteneciente al Partido Demócrata Nacional, Luis Duhau), y sobre todo desde el Ministerio de Hacienda, asumido por Pinedo a mediados de 1933 y a cargo, desde fines de ese año, de impulsar un Plan de Acción Económica Nacional.

Como mencionamos, al Ministerio de Hacienda pertenecía el Departamento de Impuestos en el que participó Weil. Si a escala partidaria a fines de 1931 se interrumpían las iniciativas comunes entre el PSI, el PS y el PDP, en el Colegio la convergencia de esas izquierdas duraba unos años más. Pocos meses después de iniciado en el Colegio el ciclo sobre economía y finanzas, Pinedo abandonó su cargo de diputado para asumir como ministro. El Colegio anunció en ese ciclo siete cursos a dictarse a lo largo de 1933, de los que Cursos y Conferencias confirma que se dictaron los tres primeros.

Al curso de Weil siguió “Normas impositivas para la República Argentina” del banquero Alejandro Shaw –que presidía la Comisión Honoraria del Impuesto a los Réditos y volvería a las aulas del Colegio en 1940–. René Berger, otro miembro del Departamento de Impuestos, se ocupó de la “Liquidación financiera de la guerra y los pagos nacionales”. El “Derecho cooperativo” estuvo a cargo de Díaz Arana, no vinculado al Ministerio sino a la carrera de Economía. Además, se anunciaron los “Problemas económicos actuales” de Pinedo, “La crisis mundial y su reflejo en la Argentina” de Prebisch, los “Problemas agrarios argentinos” de Repetto y “La situación económica de los Estados Unidos de Norteamérica a través de la crisis bancaria” de Jorge Robirosa. Ese año 1933 Bunge sumó el curso “El petróleo argentino y los trust mundiales”, cuyas dos lecciones fueron reproducidas en Cursos y Conferencias y, según el balance allí publicado, contaron con 32 alumnos. Bunge se centraba en la explotación petrolera de la provincia de Salta para exponer las estrategias jurídicas con las que la compañía Standard Oil aprovechaba la exploración estatal para monopolizar la producción y obtener ganancias exorbitantes. La falta de acuerdo al interior del PSI sobre la regulación estatal de esa producción seguramente decidió que el curso no perteneciera al ciclo sino a la sección “Economía y sociología”, que no contó con otros cursos.

En junio de 1932 el Congreso había convertido en ley el decreto de Uriburu sobre el impuesto al rédito. Cuando Weil dicta el curso, el Congreso realiza unas modificaciones que complican su aplicación –y que con algunas interrupciones tendrían vigencia hasta 1974–. Weil comienza su curso afirmando que “el impuesto a los réditos, socialmente, es el impuesto más justo” (Weil, 1933, p. 701).6 A continuación, aclara que el objetivo es “vincularlo íntimamente a la economía nacional”, para que en un futuro se eliminen los impuestos indirectos que no son equitativos ni proporcionales a la población. Aclara que se estipula una contribución inicial de solo el 5% y enumera una serie de beneficios del nuevo impuesto para detenerse en las cuestiones teóricas orientadas a alcanzar el “principio de igualdad proporcional”. El carácter institucional del curso –su condición de obligatorio, según aclara Weil en sus memorias, para los contadores del Departamento de Impuestos– se advierte en el tecnicismo de la argumentación, que incluye el repaso de las resoluciones de la Comisión Honoraria y de los proyectos de ley previos, el análisis de los 68 artículos que reglamentaban la ley del impuesto a los réditos y los 49 artículos de la ley del impuesto a las transacciones.

Más allá de si efectivamente el curso contó con la asistencia obligatoria de los más de 300 contadores que refiere Weil, el Colegio le concedió cierta importancia.7 En efecto, el folleto Quince años del CLES refiere al curso de Weil como el primero “que atiende a una realidad inmediata” (Colegio Libre de Estudios Superiores, 1946, p. 11). Si esa caracterización es cuestionable cuando se recuerda, por ejemplo, el curso de 1931 de Pinedo sobre “Nuestro problema monetario”, seguramente refería a que aquel se había dictado en medio de la resistencia empresarial al impuesto.

A lo largo de 1933, el “Primer Plan Pinedo” –el segundo tendría lugar en 1940, cuando vuelva brevemente al cargo de ministro y planifique una industrialización– se centró en la renegociación de la deuda privada, la devaluación monetaria y la intervención en la economía agraria (Odisio, 2023). El cuestionamiento a esas y otras medidas, porque empobrecían a los trabajadores y con ello se alejaban de las izquierdas, llevó a Giusti y Bunge, entre otros, a encabezar la mencionada escisión de izquierda y fundar en agosto de 1934 el breve Partido Acción Socialista. Ello coincidía con la renuncia de Weil en el Departamento de Impuestos y con el alejamiento del PSI del Colegio, al que se mantendría ligado Weil. Si bien la economía argentina no dejó de preocuparlo, eligió una vía indirecta para discutir la reconfiguración estatal, la defensa teórica de una economía con una dirección tal que configure un cuasimercado.

Economía marxista y antifascismo

Con su participación en las aulas y las páginas del Colegio, Weil se sumaba a una institución que, venimos mostrando, cultivaba una peculiar neutralidad. Organizada por intelectuales que militaban en distintas fracciones de las izquierdas, no podía evitar que aparecieran posiciones enfrentadas –y discusiones tácitas– sobre la legitimidad del materialismo dialéctico y la lucha de clases. En el apartado anterior, vimos que con su primer curso Weil se vinculaba a quienes impulsaban una intervención estatal en la economía que reconocía y apostaba a remediar parte de las desigualdades de clase. Sus otros dos cursos ofrecieron una aproximación teórica a ello, al tiempo que participaron de la discusión sobre la definición del fascismo y sobre la validez del materialismo dialéctico.

La validez de este en la sociología fue cuestionada en los inicios del Colegio. Nicolai en su curso de septiembre de 1930, “Fundamentos reales de la sociología”, y en el del año siguiente, “La influencia de las condiciones geográficas en el desarrollo del mundo y de Sud-América en especial”, propuso reemplazar el materialismo dialéctico por un evolucionismo civilizatorio. Nuevas refutaciones –y acusaciones de determinismo económico– eran propuestas por la “sociología de cátedra” defendida por Raúl Orgaz en su curso de 1932 (editado al año siguiente en el sello del Colegio como “Introducción a la sociología”) y por su discípulo Alfredo Poviña en su curso de 1935, mientras que la sociología marxista exponía su validez en dos cursos de Ponce: “Las luchas de clases y la educación”, de 1934, y “De un humanismo burgués a un humanismo proletario”, de 1935. Antes de esto, Ponce animaba al joven comunista Héctor Agosti a que en 1933 introdujera los análisis clasistas en la Reforma Universitaria. En cuanto a la historia, la validez del marxismo ocupaba al exiliado comunista español José Tuntar en su curso sobre la Roma antigua, de 1934, a Ponce en su curso sobre la historia de España, de 1936, y al joven Rodolfo Puiggrós en un curso sobre la Revolución de Mayo, de 1939.

En el ámbito de la economía, la defensa de Weil al impuesto al rédito asumía tácitamente el materialismo dialéctico cuando insinuaba que era el capitalismo el que producía la desigualdad social que el impuesto no debía acentuar. La justicia que guiaba a Weil en el diseño del impuesto encontró su oposición más rotunda en las dos lecciones que en 1937 pronunció Alberto Hueyo, ministro de Hacienda cuando Weil se incorporó al Departamento de Impuesto. Bajo el título “La política financiera argentina. Desde el 20 de febrero de 1932 al 20 de julio 1933”, Hueyo defendía su breve gestión, interrumpida por la llegada de Pinedo. Guiado por “la estrella polar” de Carlos Pellegrini, reducía la economía al equilibrio fiscal y los acontecimientos políticos –la sucesión de presidentes y el golpe de Estado de 1930– a ese equilibrio. Descartaba tácitamente la lucha de clases y las crisis cíclicas del capitalismo con las que marxistas como Weil explicaban los desequilibrios y sostenía que esas crisis respondían a fenómenos naturales, como “el proceso de una enfermedad, la caída, el punto máximo de depresión, la curva ascendente, el vértice de prosperidad o de salud” (Hueyo, 1937a, p. 11). Finalmente, Hueyo reemplazaba una contribución obligatoria y proporcional por una voluntaria y graduada por un “honor nacional” que justificaba tanto el atraso en el cobro de los salarios de los empleados públicos como la contribución de los “niños de escuela de familias modestas” (Hueyo, 1937b, p. 217).

Antes de esta discusión sobre la validez del materialismo dialéctico en relación al impuesto al rédito, tenía lugar otro curso que retomó el materialismo dialéctico y también involucró a Weil. Como anticipamos, en su curso de 1932 Bunge mencionó las discusiones compartidas con aquel sobre la economía soviética, y con ello emprendió una primerísima recepción del Instituto de Investigación Social en Frankfurt. En su primera lección sostiene que la “literatura de fondo” de su análisis es Die Planwirtschaftlichen Versuche in der Sowjetunion 1917-1927 [Los ensayos de economía planeada en la Unión Soviética del año 1917 a 1927], de Friedrich Pollock. Aparecida en 1929, la obra era una de las primeras investigaciones económicas del Instituto, resultado de la visita a Rusia en 1927 de quien sería junto con Max Horkheimer una figura central de aquel.8 La descripción del estudio que ofrecía Bunge en su primera clase en el Colegio no podía ser más elogiosa:

Un libro de difícil lectura, pero de una documentación tan enorme […] que vale e instruye por cincuenta volúmenes de los que andan por ahí, y que es el libro de economía más importante publicado en los últimos veinte años. (Bunge, 1932, p. 499)

A continuación, Bunge refiere tácitamente a Weil, pues aclara que por “el fundador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Frankfurt, quien costea ese Instituto” sabe que Pollock acababa de ganar la designación de profesor titular en esa universidad. Si bien es probable que Weil haya regresado a Buenos Aires con su biblioteca y que esta incluyera la obra de Pollock, aparentemente Bunge no necesitó la recomendación de Weil para descubrir en 1932 la investigación publicada tres años antes en Leipzig por el Instituto. Pero sí era Weil quien mantenía a Bunge informado sobre el Instituto –y seguramente uno de los pocos con los que discutía esas tesis económicas formuladas en alemán–. Unas páginas después, Bunge explicita otra discusión compartida, pues refiere que conoce el problema de una metalúrgica soviética mal ubicada por una comunicación del “doctor Felix Weyl [sic], quien lo leyó hace poco” (Bunge, 1932, p. 501).

En 1933 Bunge revisa las lecciones y las difunde bajo el título El continente rojo como el sexto volumen de la Biblioteca del CLES –el anterior había sido Biología de la guerra, de Nicolai–. En la nueva versión mantiene esta última referencia a Weil, e incluso la errata ortográfica, pero matiza el elogio a Pollock. Bunge reelabora la clasificación de la bibliografía que consultó y elimina la distinción de una “literatura de fondo” en la que destacaba la obra del economista del Instituto. De todos modos, El continente rojo realiza una nueva recepción de la tarea intelectual emprendida por Weil. Al final, el índice bibliográfico consigna 79 piezas entre las que se encuentran, además del libro de Pollock, dos volúmenes sobre Rusia editados por Weil en el sello berlinés Malik: Im Namen der Soviets: aus Moskauer Gerichtsakten, de Matwej Liebermann, aparecido en 1930, y Fünf Jahre, dir di welt verändern: Erzählung vom grössen Plan, de M. Iljin, editado dos años después. Bunge conoce la Unión Soviética en 1942 y al año siguiente publica El milagro soviético. Continúa allí los análisis económicos de El continente rojo y, si ya no cita a Pollock, su recepción del Instituto se mantiene pues no hay una corrección de su análisis de la planificación económica, sino la decisión de ofrecer una argumentación libre de las interrupciones de las citas bibliográficas.

En 1935 Weil dictaba su segundo curso en el Colegio, tres lecciones sobre “El problema de la economía dirigida”. En julio, Ponce había fundado la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE) y poco después editaba las revistas Unidad. Por la defensa de la cultura (1936-1938) y Dialéctica (1936), tres instancias centrales del antifascismo comunista (Celentano y Bisso, 2006; Pasolini, 2013). Días antes de concluir 1935, Pinedo y Malaccorto debían renunciar a la gestión ministerial y quedaba frustrado su intento de intervención económica. Weil elegía el plano teórico tanto para sumarse al antifascismo como para cuestionar esa reforma fallida. Por un lado, sus nuevas lecciones participaban de la profesionalización del saber económico y reconocían la validez del materialismo dialéctico. Por otro, al ser pronunciadas en el Colegio y reproducidas en su revista, el carácter teórico no impedía que se sumen a la discusión de las izquierdas sobre el rumbo de la economía argentina y las definiciones del frente antifascista.

El curso de Weil comienza por delimitar el problema desde una distinción que ya había sido introducida por los cursos de Bunge de 1932 y 1933: la “dirección” económica implica una planificación solo posible con la “concentración de los medios de producción en manos del estado”; en las economías de mercado la intervención estatal puede alcanzar una “economía controlada” o una “economía de guerra” –y esta última es la propia del fascismo (Weil, 1935, pp. 943-951)–. En sus breves ejemplos argentinos y europeos, Weil señala la división en clases sociales, el inevitable conflicto de intereses al interior de la clase empresarial y la formación de monopolios y trust. Su objetivo es reemplazar la definición vulgar y amplia de “economía dirigida” por una que excluya las medidas que “controlan” para “el restablecimiento de la situación anterior a la crisis” y se restrinja a las medidas que “dirigen” para “satisfacer las necesidades estadísticamente comprobadas de la población”. Al igual que Bunge, Weil cita las tesis económicas de Pollock, en este caso un discurso de 1931, y termina por mostrar que esa satisfacción, en realidad, requiere de un Estado que combata la libertad empresaria en la inversión de capitales y controle los precios, la moneda y la propaganda que se orienta al consumo (Weil, 1936, pp. 847-854). Y concluye con una definición que llama a una reorganización social ligada a la URSS: la auténtica economía dirigida transforma el mercado en un cuasi mercado, algo prácticamente imposible en el capitalismo y para nada deseado por los capitalistas, pero imprescindible para salir de la prolongada crisis económica mundial.

De un modo explícito para la época, las definiciones de Weil reducen el Plan Pinedo a un tímido control estatal incapaz de resolver las necesidades de la población. Si en 1944, con la publicación de Argentine Riddle, Weil dedica casi trescientas páginas a precisar la crisis estructural del vínculo entre Estado argentino y economía privada, en ese año 1935 la crisis encontraba una exposición sistemática en el Colegio con el curso del joven comunista Paulino González Alberdi, coordinador en los años siguientes de los análisis económicos del PC. Las siete lecciones de González Alberdi muestran que el PC se distanció de la teoría del colapso para participar de la discusión sobre la intervención estatal en la economía de mercado. Pero la coincidencia con Weil es aparente, pues aquel no asigna ningún peso a la financiación estatal a partir de un impuesto sino a partir del control del peso del capital extranjero y del latifundio –los que preocuparían a Weil en la década siguiente–.

González Alberdi recorre la historia económica argentina desde la Revolución de Mayo para dedicar sus últimas tres clases al modo en que se desplegó la lucha de clases en el Plan Pinedo y concluir que debía impugnarse por la misma cuestión a la que Weil recurría en el plano conceptual: las estadísticas muestran que las medidas estatales sacrificaron “al capitalista menos fuerte, al terrateniente menor, al consumidor, al obrero, para salvar a los más grandes intereses creados en esa rama de la producción, para permitir subsistir a esta con ellos indemnes y a costa de los otros” (González Alberdi, 1937). La revista espació a lo largo de dos años la reproducción del curso de González Alberdi y la aparición de sus conclusiones en 1937 funcionaba como una refutación de las de Hueyo y como una confirmación de las de otro joven economista vinculado al PC, Adolfo Dorfman, quien comenzaba a destacarse como teórico de la industrialización.

Weil ya no se encontraba en Buenos Aires –poco después de finalizar su segundo curso, denunció haber sufrido un atentado y partió a California–, pero en su breve regreso a fines de 1939 participaría del antifascismo que organizaba por esos años el Colegio. Cursos y conferencias difundió una definición del fascismo en 1936 a través de la publicación de un texto que resultaba sumamente inusual. Bajo el título “Problemas contemporáneos. El lugar del fascismo en la historia”, reprodujo un artículo de Karl Radek, líder bolchevique a quien se había vinculado Weil en 1922 para exportar granos a Rusia en el marco del Tratado de Rapallo (Gruber, 2022, p. 148) y en 1937 estaría entre los acusados de alta traición en el Segundo Juicio de Moscú. Radek ironizaba sobre la pretendida novedad anticapitalista del fascismo para terminar identificándolo como una fase autoritaria del capitalismo financiero. Siguiendo a Lenin y Stalin, concluía que no constituía un período previo a la revolución sino uno evitable por la vanguardia proletaria. Allí se proponía una confirmación de la política stalinista frente al trotskismo, pues se citaba a Trotsky para refutar su caracterización del fascismo como una organización momentánea de la burguesía ante un ascenso revolucionario del proletariado.

Varios profesores del Colegio participaban de los actos, pronunciamientos y revistas antifascistas de la AIAPE. En 1937 el Colegio prestaba su salón para las reuniones de otra institución antifascista de la órbita comunista, el Comité contra el racismo y el antisemitismo de la Argentina, en el que participaron, entre otros, Dorfman, González Alberdi, Giusti y Bunge, entonces militante de la escisión de izquierda Partido Socialista Obrero. En agosto del año siguiente, el fascismo se discute en el Colegio mediante la concurrida conferencia “Grandeza y decadencia del fascismo” de De la Torre, quien en alianza con los comunistas argentinos se suma a iniciativas de la AIAPE y como senador se opone a la ley anticomunista. Ello no le impedía igualar el fascismo al comunismo por su destrucción de la propiedad privada y proponer una defensa de la democracia y el parlamentarismo. Oponiéndose a Radek y otros líderes soviéticos, revisa las figuras de Musolini y Hitler y la posibilidad de una nueva guerra, entre otras cuestiones, para terminar sosteniendo que ambos efectivamente proclaman la guerra a la burguesía y el capitalismo, entre otras cosas por su control de la economía: “El concepto esencial del fascismo cabe en una frase: el estado corporativo, anticapitalista. Sobre las corporaciones y sobre los individuos agrupados en ellas, actúa la Nación” (De la Torre, 1938, p. 914).

Los líderes fascistas volvían a ser analizados en el número de febrero de 1939 de Cursos y Conferencias con la publicación de un capítulo de La Escuela de los dictadores, cuya edición preparaba la editorial Losada y su estructura dialógica alejaba de las claves económicas. Un mes antes De la Torre se suicidó y, al igual que con el fallecimiento de Ponce en 1938, Cursos y Conferencias preparaba un número especial con artículos que lo recordaban y textos de De la Torre. Weil regresaba brevemente al país y, a contramano de los homenajes, presentaba un curso que refutaba las ideas sobre el fascismo de De la Torre. Si en su curso de 1935 Weil coincidía tácitamente con Radek cuando insinuaba que el fascismo no producía una ruptura con las economías de mercado, la igualación entre fascismo y comunismo que había defendido De la Torre le ofrece la posibilidad de insistir en la inscripción del fascismo en el capitalismo, como una “economía de guerra”, en medio del inicio de la Segunda Guerra Mundial y del pacto Hitler-Stalin, del que presentaba una defensa (Weil, 1940, pp. 75-99).

El curso de 1939 coincide con el reingreso de Pinedo y Prebisch al Ministerio de Hacienda. Ninguno de ellos se revincula al Colegio. Weil lo intenta, pero no consigue partidarios de sus tesis. En 1940 se funda en el Colegio una cátedra de economía argentina preocupada, al igual que Weil, por actualizar la teoría, en este caso en torno de los problemas comerciales ante la nueva guerra mundial. Sus organizadores nombran a esa cátedra “Lisandro de la Torre”. La economía marxista de Weil tendrá que esperar a que Milcíades Peña se interese por explicar la frustrada industrialización argentina. Ello coincide con una recepción de la Escuela de Frankfurt centrada en Fromm que mereció varios análisis. En cambio, la circulación que habían tenido las tesis de Weil y Pollock comienza a mapearse en la última década.

* * *

A lo largo de estas páginas volvimos sobre tres cursos dictados por Weil en Buenos Aires que son conocidos por la bibliografía crítica y merecieron algunos análisis. El nuestro buscó sumar a una lectura internalista de las tesis defendidas por Weil una lectura atenta a la trama intelectual y política en la que participaban esas tesis y recibían parte de su significado. Si reconstruimos la relación con la política partidaria y el antifascismo que establecieron los organizadores del Colegio en que Weil pronunció sus tesis, por un lado, y repasamos los cursos del Colegio que, como los de Weil, se ocuparon del marxismo o de la economía y se difundieron en Cursos y conferencias, por el otro, fue porque ello permite comprender no solo la condición de intelectual de Weil en Argentina sino incluso sus tesis económicas.

Esa reconstrucción introduce otras tres cuestiones. Sugiere la continuidad que existió en la decisión de un marxista como Weil de dictar en 1933, en una institución que buscaba su neutralidad política, un curso sobre un impuesto que diseñaba dentro de un equipo económico de un gobierno conservador y en vinculación con un partido socialista que participaba de ese gobierno. Además, complejiza el liberalismo cultural construido por el Colegio y expone el olvido de la gestión de Weil introducido por Prebisch y algunos de sus estudiosos.

Para concluir subrayemos que en la trama analizada se encuentra la posibilidad de recuperar las polémicas que abría en la intelectualidad argentina la postulación de Weil de una intervención estatal que junto a la búsqueda de equilibrio fiscal se oriente a las necesidades de la población, alcanzables en última instancia por una economía dirigida solo posible en un régimen comunista. Y allí se descubren las coincidencias de Weil con Bunge y la participación de ambos en una pionera recepción del Instituto de Investigación Social centrada en la reflexión económica.

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1. Aclara la sección “Colaboradores de este número” de Cursos y Conferencias (nº 10, 1940, p. 128) que Weil “en el país, actuó como miembro del Consejo de la Dirección General del Impuesto a los Réditos (1932-1934) y de la Comisión de Racionalización de la Administración Nacional (1933-1934)”.

2. “El viaje de Nicolai”, Cursos y Conferencias, 1 (1), 1931, pp. 113-114.

3. Para dictar sus cursos sobre economía, Weil no debió tratar con Giusti sino con Reissig. Este había egresado como contador de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y se mantenía vinculado a quienes impulsaban la profesionalización de los estudios económicos. En los 40, además de promover los cursos económicos en el Colegio, dirigió la Biblioteca Económica de Losada, editorial que también tenía una Biblioteca del Colegio.

4. En ello Weil coincide con los intelectuales de la Escuela de Frankfurt. Como precisa Jay (1991, pp. 74-75), estudiaron la cultura proletaria, pero de ningún modo concibieron que ello demandaba abandonar el nivel de vida de la alta burguesía ni mezclarse íntimamente en la política práctica. Sobre la proletarización de los intelectuales argentinos en ese periodo contamos con un agudo estudio reciente de Prado Acosta (2023).

5. La teoría del derrumbe había sido el tema con el que en 1929 el Instituto de Investigación Social inauguró su sello, Das Akkumulations- und Zusammenbruchsgesetz des kapitalischen Systems, de Henryk Grossmann.

6. Prebisch había diseñado esos impuestos durante los gobiernos de Yrigoyen. Si bien no hay dudas de que es el artífice de muchas de las medidas del Plan de 1933, en rivalidad tácita con Weil también se atribuye las elaboraciones de los 30 (Caravaca, 2012, pp. 112-113).

7. Cursos y Conferencias consigna 136 asistentes en toda la sección, véase “Estadísticas del año 1933” (1934): Cursos y Conferencias, 3 (6), p. 669. La cifra tan alta que recuerda Weil podría responder a una idealización, o bien a que el Colegio registró a sus socios, pero no a los asistentes que provenían del Departamento.

8. Tanto Jay (1991) como Wiggershaus (2010) se ocupan del itinerario intelectual de Pollock y su condición de administrador del Instituto y luego de la Escuela de Frankfurt.

 

 

“Plano 1

Edificio del Instituto de Investigación Social (Institut für Sozialforschung) de Frankfurt, inaugurado en junio de 1924. Primera institución dedicada a la investigación marxista en Alemania, dirigida por Carl Grünberg. El edificio fue destruido durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.