“Fuera de lo común”. En torno a la vida y la obra de Félix Weil.
Entrevista a Hans-Peter Gruber
Universidad Humboldt de Berlín Centro de Historia Intelectual, Univesidad Nacional;Berlín, Alemania
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Quilmes. Buenos Aires, Argentina
ORCID: 0000-0001-7745-8704; jacob.blumenfeld@hu-berlin.de
ORCID: 0000-0002-0813-2679; santiago.roggerone@conicet.gov.ar
Traducción de Ludmila Fuks
Hans-Peter Gruber es investigador en la Universidad de Estudios Judíos de Heidelberg y autor de “Aus der Art geschlagen”. Eine politische Biografie von Felix Weil (1898-1975) (“Fuera de lo común”. Una biografía política de Félix Weil), publicada en alemán en 2022. Se trata de un trabajo que ilumina los pormenores de una agitada y cosmopolita vida a partir de un amplio abanico de fuentes que incluye la autobiografía inédita del “enigmático” argentino. En la presente entrevista conversamos con el autor de esta impresionante y exhaustiva investigación, la cual ofrece el retrato a la fecha más completo sobre la vida y obra de Félix Weil.
¿Por qué decidió escribir una biografía de Weil? En su opinión, ¿en qué se diferencia Aus der Art geschlagen de los otros dos estudios existentes hasta ahora?
Mi decisión de escribir una biografía sobre Weil llegó de forma indirecta y, de alguna manera, fue también algo “fuera de lo común” [aus der Art geschlagen]. Desde hace muchos años apoyo un proyecto escolar sobre la historia judía del Kraichgau, una región rural en el suroeste de Alemania de donde proviene la familia paterna de Félix Weil. El director de este proyecto escolar, Siegfried Bastl, me entregó en 2010 una bolsa con un montón de hojas desordenadas que había recibido en 2002 en una reunión con la familia Weil en Florida, acompañada de la solicitud de “hacer algo con ellas”. Esa bolsa había pasado ya por varias manos, pero nadie había podido hacer algo con el contenido. En mi caso, revisar esas hojas provocó un impulso muy particular, ya que allí se encontraba gran parte de la autobiografía inédita de Weil, y específicamente una versión de trabajo muy avanzada. En ese momento no sabía mucho sobre él, sólo que era hijo de Hermann Weil, de la ciudad de Steinsfurt, quien se había establecido en Argentina en 1889 o 1890 y que con sus dos hermanos fundaron en 1898 en Buenos Aires la empresa familiar Weil Hermanos y Cía., que rápidamente se convirtió en líder mundial en el comercio de granos.
A partir de las 340 páginas que había en la bolsa emergió una figura compleja con una biografía fascinante y llena de tensiones. Sobre todo, a causa de las catástrofes políticas del siglo XX, se trataba de una vida desgarrada y desarraigada, lo que rápidamente me despertó interés por encontrar un hilo conductor. En mis primeras investigaciones descubrí que ese momento de su vida apenas había sido investigado. En particular, me sorprendió que en las representaciones sobre el Instituto de Investigación Social de Frankfurt, Weil es mencionado al pasar o con un rol distorsionado.
Pero, de hecho, él desempeñó un papel fundamental en la concepción, fundación y desarrollo del Instituto mediante un gran esfuerzo personal. Puso a disposición una suma considerable de su herencia materna con la que compró un terreno, financió la construcción del edificio y todo el equipamiento. Incluso persuadió a su padre para que financiara el funcionamiento regular del Instituto y la cátedra del director a través de una fundación. Esto es particularmente notable, ya que Hermann Weil era considerado un gran burgués conservador, quien, durante la Primera Guerra Mundial, realizó numerosos informes para el Estado Mayor de la Marina, que contribuyeron al inicio de la guerra submarina sin restricciones. Así y todo, cofinanció un Instituto dedicado a la investigación y enseñanza marxista.
Weil definió al Instituto como la misión de su vida. No fue un benefactor pasivo y distante, sino que estuvo presente, activo y participó en su desarrollo y formación. Durante el período de fundación, también es importante mencionar a su socio visionario, Kurt Albert Gerlach, predestinado a ser el director del Instituto. Aunque es más factible que lo hicieran juntos, es Weil quien edita el documento fundacional [Denkschrift] del Instituto, a la vez que participa fuertemente en las primeras negociaciones vinculantes con las autoridades y la Universidad. También existen fuertes indicios de que la idea de fundar el Instituto provino de Gerlach. Sin embargo, este fallece el 19 de octubre de 1922 debido a la diabetes, y Weil, con gran habilidad, continuó las complicadas negociaciones –que en ocasiones estuvieron a punto de fracasar–, hasta que el Ministro de Cultura de Prusia aprobó la fundación el 23 de enero de 1923 mediante un decreto. Tanto Kurt Albert Gerlach como Weil han sido relegados o completamente ignorados en la historia del Instituto, mientras que retrospectivamente Max Horkheimer y Friedrich Pollock se señalan como fundadores junto a Weil, lo cual no es verdad. Pollock, aunque desempeñó un papel importante durante la etapa fundacional, no fue un fundador. Por otro lado, Horkheimer, quien fue nombrado segundo director del Instituto en 1930-1931 gracias a Weil, apenas jugó un papel antes de esa fecha.
Mi principal motivación para escribir una biografía sobre Weil fue corregir esta imagen distorsionada que ha persistido durante décadas y que sigue transmitiéndose hoy en día. Cuán importante, pero también cuán difícil es esta tarea lo mostraron los años 2023 y 2024, cuando se celebraron los cien años de la fundación del Instituto, del pionero seminario teórico denominado Primera Semana de Trabajo Marxista, y de la inauguración del edificio del Instituto. En estas ocasiones –acompañadas de varios eventos y artículos de prensa– la contribución de Weil quedó mayormente relegada. Esto también reforzó mi determinación de presentar una imagen adecuada de su vida y su obra, así como también transmitir su relevancia más allá del Instituto.
Además, hubo otro aspecto que me motivó a escribir la biografía. En esa bolsa plástica también había un contrato firmado por ambas partes entre Weil y la editorial S. Fischer Verlag en Frankfurt para la publicación de su autobiografía, que se titularía Aus der Art geschlagen. Sin embargo, este proyecto nunca se concretó, ya que él falleció el 18 de septiembre de 1975 en su último lugar de residencia, en Dover, Delaware, Estados Unidos, poco antes de completar su libro. Su esposa Anne realizó algunas modificaciones finales al manuscrito durante unas dos semanas, pero la editorial rechazó su publicación póstuma. Esta negativa me motivó aún más a utilizar la autobiografía como fuente fundamental y así darla a conocer. Por esta razón, adopté el título Aus der Art geschlagen para mi publicación, especificando que es una cita y un homenaje al texto de Weil. Este título refleja un conflicto central en su vida, y es difícil encontrar una expresión más precisa para describirlo. Por un lado, Weil era, desde joven, extremadamente adinerado, siendo junto a su hermana Anita el principal heredero de la empresa familiar. Su padre esperaba que asumiera el rol de director general, posición que desempeñó intermitentemente a lo largo de su vida. Pero, por otro lado, despreciaba el comercio de granos, considerándolo un negocio inmoral, y tenía intereses completamente diferentes. Era marxista, socialista, y dedicó casi toda su fortuna a sus ideales políticos hasta el final de su vida.
Esto nos lleva a la cuestión de las diferencias con las dos monografías sobre Weil que aparecieron algunos años después del inicio de mi investigación. Una de ellas se enfoca principalmente en la relevancia de Weil para Argentina y la valoro mucho; la otra es una publicación de divulgación científica que, con los recursos estilísticos apropiados, ofrece un primer panorama. Ambas tienen, sin duda, sus méritos. Sin embargo, aquí también se hacen evidentes diferencias significativas. En mi caso, presento por un lado a la figura de vida cosmopolita y diversa de Weil, mientras que por otro lado sigo un enfoque estrictamente académico. Un elemento distintivo de mi publicación es la amplia base de fuentes originales, que incluye mucho material que no se había tenido en cuenta hasta ahora. Al abordar las fuentes, me aseguré de aplicar un enfoque crítico, ya que muchas afirmaciones han sido aceptadas sin comprobación o han sido interpretadas de manera errónea, lo que ha contribuido a generar la imagen distorsionada que hay de él. Este cuidado es particularmente necesario en el caso de documentos autobiográficos como cartas y memorias, especialmente cuando fueron escritos mucho tiempo después de los hechos descritos. En esto también me guió Pierre Bourdieu con su concepto de “ilusión biográfica”, que advierte sobre los peligros de convertirse en el cómplice del autobiógrafo. Por ello, en un primer paso, comparé meticulosamente entre sí las diferentes versiones del material autobiográfico de Weil, sobre todo porque algunas de sus afirmaciones eran contradictorias. En un segundo paso, recurrí a otras fuentes para verificar el contenido. Procedí con igual rigor en el tratamiento de todas las demás fuentes. Como resultado, mi relato está libre de especulaciones, afirmaciones no comprobadas y narrativas heredadas que no se corresponden con la realidad. Entre las fuentes destacadas se incluye un extenso material fotográfico que recopilé tras una investigación exhaustiva. Las sesenta y cuatro imágenes publicadas funcionan, en cierto sentido, como una foto-biografía de Weil, que abarca importantes momentos y situaciones de su vida, desde su infancia en Argentina hasta su vejez en los Estados Unidos.
Una biografía es incomprensible sin la historia familiar que la precede. Por ello, este aspecto ocupa un lugar destacado en mi obra como otro elemento diferenciador. Dedico especial atención a la vida de Hermann Weil y a la relación padre-hijo, que fue determinante en la biografía de Félix. Además, analizo la historia familiar tanto por parte paterna como materna a lo largo de varias generaciones para trazar cómo las condiciones de vida de Félix se desarrollaron históricamente. Se trata de la historia de dos familias judías de gran tradición en el suroeste de Alemania. Esta perspectiva pone de manifiesto cómo el ascenso inicial gradual, y luego vertiginoso a partir de finales del siglo XIX, culminó con la fundación de la compañía de comercio de granos Weil Hermanos y Cía. En mi relato, la historia del judaísmo se convierte en un factor clave.
¿Puede contarnos un poco más sobre quién era Weil, sobre su vida y su legado? ¿Cuáles fueron algunas de sus contribuciones a la cultura del siglo XX?
La contribución más duradera de Weil a la cultura del siglo XX es, sin duda, el Instituto de Investigación Social. Un Instituto dedicado a la investigación y enseñanza marxista era una idea innovadora y única. Weil no concebía el marxismo como una orientación política, sino como una disciplina académica comparable a cualquier otra enseñada en la universidad. Por esta razón, le interesaba asociar el Instituto a la Universidad para garantizar un marco académico que otorgara al marxismo seriedad científica. El éxito le dio la razón. A pesar de las críticas, el Instituto, con su extraordinario equipamiento, ganó gran prestigio y atrajo a muchos estudiantes, entre ellos una cantidad considerable de extranjeros, algo inusual para la época.
Además, aunque no era su intención original, el Instituto proporcionó el marco institucional para el desarrollo de la Teoría Crítica, que alcanzó fama mundial y se convirtió en una parte inseparable del pensamiento y la cultura del siglo XX. Weil allanó el camino para que Horkheimer, como director del Instituto, adoptara esta dirección y, al hacerlo, también abrió las puertas para figuras como Erich Fromm, Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse y Leo Löwenthal, quienes no sólo contribuyeron a la Teoría Crítica, sino que también desarrollaron sus propios perfiles académicos.
Sin embargo, como mecenas, Weil no se limitó al Instituto. Su influencia se extendió a diversas áreas artísticas y culturales. Buscó utilizar canales clásicos de arte y cultura, como la pintura, el teatro, la literatura y, posiblemente, también nuevos medios como el cine, para promover sus ideas políticas y llegar a la burguesía ilustrada, y con ella a un público más amplio que el estrictamente académico del Instituto.
Por ejemplo, Weil quedó fascinado por la pintura crítica de George Grosz, quien a menudo enfrentaba problemas financieros. En 1922, Weil lo invitó, junto con su esposa, a unas lujosas vacaciones en Portofino, Italia, para conocerlo personalmente y luego lo apoyó económicamente de manera regular. El retrato que Grosz pintó de Weil en 1926 permaneció en su posesión durante mucho tiempo y hoy se encuentra en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles.
Otro ejemplo es su apoyo al director Erwin Piscator, una figura destacada del teatro político y progresista durante la República de Weimar. Las producciones de Piscator eran costosas y, cuando se enfrentó a la quiebra, Weil financió la reapertura de su teatro en Nollendorfplatz, Berlín, con la obra Der Kaufmann von Berlin.
Weil también afirma en su autobiografía haber participado en la adquisición temporal de los derechos de exhibición en el ámbito germanoparlante del filme revolucionario El acorazado Potemkin de Serguéi Eisenstein. Aunque esta afirmación no se puede verificar con otras fuentes, el hecho de que todas sus otras actividades como mecenas estén bien documentadas sugiere que esto podría ser cierto, en cuyo caso Weil habría contribuido a un hito en la historia del cine.
Por otro lado, su influencia en el ámbito editorial es claramente rastreable. La editorial berlinesa Malik de Wieland Herzfelde fue la primera referencia durante la República de Weimar para la literatura izquierdista, socialmente crítica y vanguardista –publicando obras de artistas como Upton Sinclair, John Dos Passos, Maksim Gorki y Oskar Maria Graf–, pero enfrentaba problemas financieros constantes. Weil, aunque no fue su primer benefactor, acabó aportando tanto capital que, de hecho, la editorial pasó a ser de su propiedad en 1925. Al igual que en el Instituto, además de apoyar financieramente, Weil colaboró activamente en el funcionamiento de la editorial. En 1929, funda su propia editorial, la Soziologische Verlagsanstalt, para publicar principalmente literatura académica y política que no tenía cabida en los programas de otras casas editoriales en la Editorial Malik. Asimismo, participó en la Marx-Engels-Archiv Verlagsgesellschaft, un proyecto conjunto entre la Sociedad de Investigación Social y el Instituto Marx-Engels de Moscú, fundado en 1924. Weil, junto con Pollock, fue director y desempeñó un papel importante en esta colaboración. El objetivo era publicar una edición completa de las obras de Marx y Engels. El papel mediador y organizador de Weil en la conflictiva y desconfiada relación entre el Instituto de Moscú y el Archivo del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en Berlín, donde se encontraba gran parte del material necesario, fue fundamental para la realización de este proyecto. Aunque sólo se publicó algo en 1927, antes de que la colaboración finalizara al año siguiente, los altos estándares editoriales establecidos sentaron las bases para las ediciones futuras.
Weil no comenzó como un radical, sino como el hijo de un multimillonario. ¿Cómo llegó a ser socialista, al punto de dedicar su dinero y tiempo a fundar un instituto de investigación marxista?
Sobre esta pregunta se podría señalar que Weil eligió subtitular su autobiografía como Recuerdos del hijo rojo de un millonario, reflejando la tensión que percibía entre su ideología política y su riqueza. Él mismo señala que la revolución de noviembre de 1918 jugó un papel clave en el desarrollo de su conciencia política. En su autobiografía, Weil describe cómo se unió al Consejo de Obreros y Soldados en Frankfurt el 9 de noviembre de 1918 –fecha de la abdicación del emperador alemán–. Al otro día se topa con el Programa de Erfurt del SPD, que marcaba un fuerte regreso al marxismo. Especialmente lo impresiona una sección que abogaba por la socialización de los medios de producción y la transformación de la economía de mercado en una producción socialista. Para Weil esta fue la “experiencia política clave” [“politischen Schlüsselerlebnis”]. Según relata, allí “descubre” que era socialista, y desde hacía tiempo, aunque sin ser consciente de ello.
Sin embargo, esta conciencia política claramente no surgió de la noche a la mañana. Sus raíces se remontan a su infancia en Argentina. Donde vivía, el marcado contraste entre ricos y pobres le llevó a cuestionar estas desigualdades. Este cuestionamiento lo convirtió en un ferviente defensor de la justicia social, que se convertiría en el motor de sus convicciones políticas. En particular, como se deduce de sus notas, tuvo una fuerte influencia la estrecha y amistosa relación con una familia indígena que trabajaba en la casa de la familia Weil en Buenos Aires. Weil criticó estas diferencias sociales entre las dos familias a su padre, quien –según sus escritos– no las habría aceptado. Además de la “experiencia política clave” de Frankfurt, también podemos hablar de una “experiencia social clave” [“sozialen Schlüsserlebnis”] en Buenos Aires. Weil informa detalladamente sobre esta familia. Juana, no era solo la cocinera, sino también su “nodriza india” [“indianische Amme”], como la llamaba él. Su esposo, Jacinto, trabajaba como mayordomo y cochero. El hijo más chico, Antonio, era también su compañero de escuela y fue uno de los amigos más importantes de la infancia. El otro hijo, Fernando –a quien Weil veía como un hermano mayor– se convirtió en un activista del sindicato rural. La trágica muerte de Fernando como líder sindical y la posterior continuación de la lucha por su hermano influyeron profundamente en la identificación de Félix con los intereses de los trabajadores rurales, así como su oposición a los terratenientes, en marcado contraste con sus propios orígenes.
Weil utilizó su fortuna principalmente para fundar un Instituto marxista, y con él para llenar el vacío que percibió durante sus estudios en Ciencia Política [Staatswissenschaft], que había comenzado en Frankfurt en 1916. Según él, hacía falta, en primer lugar, una institución académica que recopilara y organizara la vasta literatura internacional sobre la teoría y la historia del socialismo y el movimiento obrero. En segundo lugar, y como consecuencia de esto, en ningún lugar existía la oportunidad para un estudio riguroso y especializado del marxismo. Esto lo llevó a trasladar sus estudios de Frankfurt a Tubinga en el semestre de verano de 1919, donde se ofrecían cursos sobre socialismo. Sin embargo, en octubre de ese año, Weil fue arrestado por su activismo político como cofundador de un grupo socialista universitario, que luego se unió a la facción espartaquista. Debido a su ciudadanía argentina, fue expulsado de Wurtemberg y reanudó sus estudios en Frankfurt, donde se doctoró en 1920 con una tesis sobre la socialización.
Un aspecto central de la biografía de Weil es que transmitía la impresión de falta de interés en su fortuna o en una vida lujosa. Aunque, por ejemplo, supervisó la construcción de un lujoso penthouse en Buenos Aires en el Edificio Sáfico –terminado en 1933 tras una reestructuración de la empresa familiar–, y obtuvo una licencia de piloto y una avioneta para poder visitar rápidamente las propiedades familiares, Weil vivió de forma relativamente modesta considerando sus antecedentes financieros. Era conocido por ser frugal y evitar gastos innecesarios, como enviar postales en lugar de cartas para ahorrar en el costo del envío.
Nos gustaría preguntarle también sobre la vida y la actividad política de Weil en Argentina. ¿Qué papel desempeñó este país y América Latina en su obra política y teórica? ¿Llevó a cabo allí actividades paralelas a las que realizaba en Frankfurt? ¿Alguna vez intentó trasladar el Instituto a Argentina? ¿Cuáles fueron algunas de sus contribuciones argentinas? ¿La llamada Escuela de Frankfurt aparece de forma diferente desde la perspectiva del Weil argentino?
Argentina ocupó un lugar importante en la vida de Félix en muchos aspectos, además del punto de vista académico. En 1940, se fundó en Nueva York el Latin American Economic Institute. En el contexto de amenazas internacionales –ocurridas principalmente por la expansión del nacionalsocialismo e intensificadas por el inicio de la Segunda Guerra Mundial– se abogaba allí por una estrecha cooperación económica entre los Estados Unidos y los países de América Latina. Weil formaba parte de la dirección y era el enlace con el Instituto de Investigación Social, que desde 1934 operaba en Nueva York en edificios puestos a disposición por la Universidad de Columbia, compartidos con este nuevo instituto. A partir de entonces, Sudamérica, y sobre todo Argentina, se convierten en el centro de las actividades académicas de Félix Weil, lo que lo posicionó como un experto solicitado en política y economía de su país natal en Estados Unidos.
La obra principal de Weil, publicada en 1944, es El engima argentino. Este libro es un estudio socioeconómico y político que aún hoy es altamente valorado en círculos especializados. Además, Weil publicó varios artículos en revistas sobre temas y aspectos específicos de su libro. Esto demuestra la importancia que Argentina tenía en sus reflexiones teóricas. A partir de sus observaciones, Weil definió al país como “semicolonial”. Según su definición, un país semicolonial es aquel que es explotado por la clase alta de familias locales [einheimischer], los empresarios y terratenientes. Para él, esta es una diferencia crucial con respecto a un país colonial, el cual está dominado políticamente por otro Estado, que explota a la población local y las riquezas naturales. En El enigma argentino, es posible ver que, a la hora de plantear el desarrollo de las naciones y las sociedades, Weil toma como punto de partida una vía de industrialización clásica. Considera que esta es una fase esencial para el futuro desarrollo democrático de Argentina, en pos de superar el régimen militar instaurado tras el golpe de Estado del 4 de junio de 1943, que es cuando escribe su libro. Weil presenta este proceso como una serie de encadenamientos causales y deposita grandes expectativas en los trabajadores industriales, confiando en el desarrollo de su conciencia política y en su organización masiva, especialmente los sindicatos. Para alcanzar este objetivo, él apela a los Estados Unidos, símbolo [Inbegriff] del capitalismo, pidiendo inversiones estratégicas. Aquí distingue entre el “mal capital”, enfocado en obtener altas ganancias en poco tiempo, y el (por él auspiciado) “buen capital”, que, con menores márgenes de beneficio, promovería la industrialización. Al mismo tiempo Weil esperaba que esto mejorara las condiciones socioeconómicas de la población local, incrementando su poder adquisitivo y, que, en consecuencia, se creara un mercado interno para los productos estadounidenses. Así Weil bosqueja un modelo de desarrollo clásico, que, a su vez, podría aplicarse a otros países de América del Sur, e incluso a otros continentes.
Sus estudios sobre Argentina también lo llevaron a un análisis más detallado del fascismo y del antisemitismo. Weil transmitió al público estadounidense, el cual tendía a igualar de manera simplista al fascismo alemán con el argentino tras el golpe de 1943 y el ascenso de Perón, una imagen mucho más diferenciada de los mismos. Según Weil, el fascismo y antisemitismo en Argentina tenían una naturaleza completamente propia y diferente al nacionalsocialismo alemán, con sus guerras de agresión, crímenes de guerra y genocidio, por lo cual también debía responderse de manera distinta.
Sin embargo, las raíces de la relevancia de Argentina en las actividades políticas y académicas de Weil pueden rastrearse mucho antes. Pocos meses después de completar sus estudios en Frankfurt, él asistió, en octubre de 1920, al Congreso del Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania en el que el Partido Comunista de Alemania (KPD) se convierte, tras la adhesión de la facción izquierdista, en un partido de masas. En ese Congreso, celebrado en Halle, Weil entabla conversación con Grigori Zinóviev, el líder de la Internacional Comunista (Komintern), y, como resultado de este encuentro, es designado delegado en una misión secreta en Argentina. Simultáneamente, Weil trabajaba en los negocios de la empresa familiar, lo que justifica oficialmente una estancia de más de un año en el país. Los informes que enviaba a Moscú se convierten en la base de su estudio sobre el movimiento obrero argentino, publicado en 1923.
El enfoque principal de su misión era identificar cuáles de las organizaciones o partidos en Argentina podían ser aceptados en la Komintern. Sus experiencias y análisis lo llevan a rechazar las posiciones anarquistas y anarcosindicalistas, oponiéndose a métodos como el sabotaje, los atentados y las huelgas violentas, que Weil consideraba contraproducentes. En cambio, Weil respaldó al Partido Comunista (PC) de la Argentina, surgido de una escisión del Partido Socialista, y argumentó a favor de su admisión en la Komintern, lo que finalmente ocurre en gran medida gracias a sus evaluaciones. Weil también consideraba fundamental establecer estructuras organizadas: publicaciones periódicas, sindicatos funcionales, movimientos juveniles y grupos de mujeres.
Además, en Argentina Weil tuvo la oportunidad de poner en práctica sus ideas político-sociales. Entre 1932 y 1934 trabajó como funcionario del gobierno argentino, formando parte de diversas comisiones. Si bien se trataba de un gobierno autoritario, de derecha, anticomunista, surgido de un golpe militar y caracterizado por el fraude electoral que definió a la Década Infame, Weil desempeñó un papel destacado en la redacción y aplicación de la primera ley de impuesto a los réditos, con la que pudo implementar parcialmente su visión de justicia social. En 1933, ofreció una serie de conferencias en el Colegio Libre de Estudios Superiores (CLES), donde explicó a un público especializado los aspectos innovadores de esta ley fiscal. Estas conferencias se publican posteriormente como un comentario detallado sobre las disposiciones legales.
Esta tercera estancia prolongada de Weil en Argentina, iniciada en 1930-1931, termina el 26 de noviembre de 1935, cuando abandona Buenos Aires en barco. Tras una escala en Río de Janeiro, llega a Nueva York el 8 de enero de 1936. La razón principal y mejor documentada de su partida fue una acusación de fraude relacionada con su implicación financiera en una empresa cinematográfica. Esta empresa había sido fundada por el hermano de su entonces esposa, en colaboración con un socio. Sin embargo, detrás de esta acusación se encontraba otro cuñado de Félix, el tercer esposo de su hermana Anita. Este cuñado, actuando desde las sombras, había iniciado una serie de procesos legales acompañados de difamaciones. Su objetivo final era anular los compromisos contractuales establecidos por Hermann Weil para la financiación del Instituto y apropiarse de forma ilícita del capital que Anita había heredado. Aunque la acusación de fraude contra Félix fue desestimada, y el proceso resultó en su absolución, enfrentó la amenaza de una detención preventiva cuya duración era impredecible. Por esto, abandona Argentina de forma apresurada, y luego pasa aproximadamente un año escondido en el sur de Francia, debido a una orden de extradición emitida en los Estados Unidos en su contra. Esta partida marcó el fin de su vínculo permanente con Argentina, aunque regresó en dos ocasiones breves. La primera fue durante el verano de 1938. La segunda, entre mediados de noviembre de 1939 y mediados de enero de 1940.
Durante su última estancia en Buenos Aires, Weil dictó nuevamente un curso en el CLES, esta vez sobre la economía de guerra alemana. Además, ofreció una conferencia en la escuela Pestalozzi. Tanto en el curso como en la conferencia, Weil se enfocó en destacar las diferencias económicas fundamentales entre el nacionalsocialismo y el bolchevismo, ya que ambos sistemas a menudo eran considerados como similares o relacionados.
Además, Weil ofreció un curso sobre los problemas de la economía planificada centralmente, y enseñó de manera intermitente en el CLES. Allí vio una analogía estructural con el Instituto de Investigación Social, incluso cuando este centro de estudios se sostuviera en un pluralismo ideológico y científico, y no marxista. A pesar de esto, no he encontrado evidencia concreta de que Weil intentara transferir definitivamente el Instituto de Investigación Social a la Argentina. No obstante, no se puede descartar que haya considerado esta posibilidad, ya que tenía una amplia red de contactos en el país. De todas formas, en su autobiografía no hay indicios al respecto, aunque sí menciona una conversación con Federico Pinedo a principios de 1932 que deja espacio para especulaciones. Según Weil, Pinedo expresó su deseo de que existiera en Argentina una institución similar al Instituto de Investigación Social. También señala un informe del embajador argentino en Berlín que anticipaba la llegada de Hitler al poder en 1933. Esto resultaría en el cierre del Instituto en Alemania, con lo que, para salvarlo, debía trasladarlo rápidamente. Sin embargo, no queda claro si esto incluía la idea de llevar el Instituto a Argentina. Weil consideraba que Argentina en ese momento aún no estaba preparada para promover activamente el socialismo. Como ejemplo, señala la dificultad de establecer una editorial en el país, aunque no indica nada de la actividad de un Instituto. Con el auge del nacionalsocialismo en Alemania, aparece Ginebra como foco del exilio tempranamente, y luego, fuera de Europa, Estados Unidos.
Al observar las actividades de Weil en Argentina durante la década de 1930, queda claro que incluso este segmento de su biografía abarca un espectro muy amplio de roles y acciones. Inicialmente, su estancia estaba destinada a ser más breve y centrada en la reestructuración de la empresa familiar frente a las consecuencias de la crisis económica mundial de 1929. Weil impulsó estos cambios con una visión política y económica notable, abandonando el comercio de granos para reinvertir el capital en tierras para la ganadería, la industria y el sector inmobiliario, incluyendo la construcción del Edificio Sáfico. Además de sus actividades en la administración pública, Weil volvió a trabajar para la Internacional Comunista. Por ejemplo, utilizó su casa como lugar de encuentro para reuniones entre figuras como el revolucionario brasileño Luis Carlos Prestes y August Guralsky, quien tenía la tarea de persuadirlo de alinearse con el comunismo. Junto a esta actividad encubierta, Félix también desempeñaba un papel visible en la administración argentina y mantenía relaciones con un grupo de intelectuales heterogéneo que se agrupaba alrededor del Brain Trust de Pinedo, en pos de impulsar reformas. Weil tenía contactos cercanos con el Argentinisches Tageblatt y su entonces editor Ernesto Alemann, quien sostenía una postura decididamente antifascista y contraria a la Alemania nacionalsocialista. En este entorno, con el apoyo de Weil, se fundó en 1934 la Escuela Pestalozzi como una alternativa antifascista a las escuelas alemanas en Argentina, que habían adoptado una orientación nacionalsocialista y antisemita.
¿Por qué se quedó en los Estados Unidos después de la guerra, en lugar de regresar a Frankfurt como Adorno y Horkheimer, y se convirtió en instructor fiscal en California? Visitó la República Federal de Alemania para enseñar en Ramstein, ¿verdad? ¿Por qué hizo esto?
Él expresó, pocos años después del final del régimen nacionalsocialista, serias reservas sobre regresar a Alemania, en ese momento República Federal. En 1959, comentó a George Grosz que no entendía su decisión de mudarse al Berlín Occidental de la época. Weil mencionó explícitamente las impresiones que tuvo durante su visita a Alemania en 1951, cuando asistió a la reapertura del Instituto. Describió haber percibido neonazismo y un resurgimiento del antisemitismo. Curiosamente, fue Weil quien dio el impulso inicial para el regreso del Instituto a Frankfurt. En una carta al decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Frankfurt, escrita en septiembre de 1946, Weil expresó su sorpresa de que no se hubiera pedido todavía a la Sociedad de Investigación Social que regresara. Esto condujo a una serie de invitaciones formales, aunque casi todos los miembros del círculo íntimo del Instituto se mostraron escépticos o rechazaron la idea. Esto se aplica también a Adorno y, sobre todo, a Pollock, quien finalmente regresó, junto con Horkheimer, al Instituto a Frankfurt, que desde 1951 se alojará en un nuevo edificio, ya que el original había sufrido graves daños durante la guerra. Horkheimer se convierte en la principal fuerza del proceso de retorno del Instituto a Frankfurt, lo que para él resulta en una destacada carrera en la Alemania de posguerra. Recupera su cátedra retirada en 1933, después se convierte en Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, luego Rector de la Universidad, así como también recibe diversos honores, incluida la ciudadanía honoraria, un reconocimiento poco común.
Por otra parte, Weil se convierte, en Los Ángeles, en un experto muy solicitado a nivel local y estatal respecto a cuestiones fiscales. Gana reconocimiento con una columna de periódico titulada Tax Facts, en donde se dedicaba a cuestiones tributarias y a explicar reformas fiscales. En este contexto, también escribió un libro técnico publicado en 1967, destinado a orientar a los contribuyentes en sus procesos de reclamación fiscal. Políticamente, Weil se involucró en el Partido Demócrata en California, donde también estuvo registrado como votante.
Entre 1969 y 1973 él decide realizar una estadía prolongada en la República Federal de Alemania. La razón principal es su labor docente en el Education Center de la base aérea de Ramstein, en Renania-Palatinado, donde dictó cursos sobre bienes raíces y administración de terrenos. Estos cursos estaban diseñados para facilitar la reintegración de los miembros del ejército estadounidense a la vida civil, brindándoles herramientas para trabajar en ese sector al regresar a los Estados Unidos. Este innovador programa educativo, era perfecto [massgeschneidert] para Weil, dado que estaba centrado específicamente en Los Ángeles, donde había ganado gran reputación.
Sin embargo, esta actividad docente de Weil resultó controvertida en dos sentidos. Por un lado, él seguía identificándose como marxista y socialista, mientras que la Nueva Izquierda, especialmente el movimiento de 1968 en el contexto de la Guerra de Vietnam, mantenía una fuerte oposición ideológica a Estados Unidos y su ejército. En este marco, trabajar para el ejército estadounidense lo colocaba en la posición enemiga [Feindbild].
Por otro lado, era la época de la Guerra Fría, con lo que se asumía que en las filas del ejército estadounidense no había muchos marxistas ni socialistas. A pesar de estas tensiones, él intentó, aunque sin éxito, usar sus últimos recursos financieros para revitalizar la investigación marxista en el Instituto de Investigación Social, ya que consideraba que este enfoque se había relegado demasiado.
¿Cuál fue su relación con la Unión Soviética, la Komintern y los bolcheviques?
En esta cuestión, en pos de comprender el tema en su totalidad, es necesario también incluir su relación con el KPD. Weil estuvo bastante próximo al KPD tras su fundación en enero de 1919. Sin embargo, bajo la influencia de Clara Zetkin, pronto se alineó con su ala derecha. Por esta razón, apoyó ideológica y financieramente la escisión de derecha, el Partido Comunista de Alemania (Oposición), fundado en 1929, que rechazaba la creciente estalinización y bolchevización, así como el autoritarismo del partido. Con respecto a la Unión Soviética, Weil no se pronunció extensamente, pero ya desde la década de 1920 se puede confirmar su rechazo al modelo estatal que se estaba conduciendo. Respecto al Partido Comunista de la URSS, en su autobiografía expresa, ya en 1923, en medio de la Primera Semana de Trabajo Marxista, su temor de que la burocracia partidaria se convierta en una clase dominante, la cual no sería propietaria de los medios de producción, pero que sí tendría control sobre ellos, lo que daría lugar a una situación similar en la práctica. Las purgas en la URSS, en las que amigos y compañeros de Weil se vieron afectados, también lo impactaron profundamente. En cuanto a su relación con los bolcheviques, un dato revelador surge de su trabajo como delegado de la Komintern en Argentina. Félix Weil abogó por la admisión del recientemente formado PC en la Komintern, pero el partido argentino insistió en mantener su autonomía y limitar la influencia de los emisarios soviéticos. Weil también rechazó las pretensiones de poder de los representantes rusos en Argentina, quienes, según él, se veían a sí mismos como “una especie de Lenin argentino” sólo por su origen ruso. Incluso como delegado de la Komintern, Félix Weil defendía un socialismo no dogmático, libre de doctrinas rígidas y de la obediencia incondicional a la disciplina partidaria. Esta postura lo puso en conflicto con los bolcheviques argentinos, quienes se quejaron también contra él en Moscú. A pesar de estas tensiones, es notable que la Komintern no rompiera relaciones con Weil hasta finales de los años 30, cuando finalmente fue considerado un “disidente de derecha” [Rechtsabweichler].
¿Cómo contribuye su trabajo sobre Weil a repensar la prehistoria de la llamada Escuela de Frankfurt y su Teoría Crítica de la sociedad? ¿Él tuvo un rol no solo como benefactor sino también como intelectual y teórico? ¿Cómo ve usted su trabajo, por ejemplo, sobre Sozialisierung, la planificación económica, el movimiento obrero argentino, o lo hecho en El enigma argentino? ¿Forma parte todo ello de la “Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt”?
En mi publicación, Félix Weil emerge como la figura que desempeñó un papel crucial en la conceptualización, configuración y construcción del Instituto de Investigación Social en su fase de fundación. Su enfoque en un marxismo académico y pluralista fue el punto de partida de un desarrollo que más tarde conduciría a la formulación de la Teoría Crítica. Weil no sólo proporcionó los recursos financieros necesarios para la creación de una plataforma académica dedicada a la investigación y enseñanza del marxismo pluralista sino que lo hizo con un gran esfuerzo personal, tomando decisiones clave y definiendo objetivos fundamentales. Momentos destacados de esta etapa inicial fueron en gran medida el resultado de su participación activa. Por ejemplo, él financió y probablemente coorganizó la Primera Semana de Trabajo Marxista. También asumió como tarea principal la creación de una biblioteca especializada en historia y teoría del socialismo y del movimiento obrero, la cual incluía un archivo único en su tipo. La elección de Carl Grünberg como primer director del Instituto, un reconocido defensor de la concepción materialista de la historia, fue casi exclusivamente obra de Weil. A su vez, Grünberg aportó como futura publicación oficial del Instituto su altamente respetada revista Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung. Además, Weil desempeñó un papel fundamental en la colaboración con el Instituto Marx-Engels de Moscú. Estos son sólo algunos ejemplos que muestran que él, más allá de financiar el Instituto, tomó decisiones fundamentales y estableció las estructuras sobre las que se desarrollaría posteriormente la Teoría Crítica. A su vez, es importante señalar que la semilla de la Teoría Crítica no fue plantada recién con la llegada de Horkheimer como director y su emblemático discurso programático de inauguración, “La situación actual de la filosofía social y las tareas de un Instituto de Investigación Social”, como sorprendentemente también lo afirma Weil en su autobiografía. Esta afirmación resulta llamativa porque ya en el memorándum fundacional del Instituto se pueden identificar elementos que anticipan la Teoría Crítica, como el enfoque interdisciplinario. Otro indicio de esto es una carta de Weil dirigida al Ministerio de Cultura de Prusia en aquel año, en la que detalla extensamente los seis diferentes enfoques de investigación. Allí no sólo vuelve a destacar el enfoque interdisciplinario sino que también hace referencia a la sociología, y en particular a los tipos sociológicos desarrollados en el marco de la investigación sobre trabajadores y empleados dirigida por Fromm, los cuales llegarían a ser de importancia fundamental para la Teoría Crítica.
Tomo XI de la revista Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung (Archivo de la historia del socialismo y el movimiento obrero), de 1925, donde se publicó por segunda vez en alemán el texto El movimiento obrero en Argentina. Una contribución a su historia, de Félix Weil.
Hacia el final de su vida, sin embargo, Weil expresó en términos drásticos en su autobiografía opiniones muy negativas sobre la Teoría Crítica y sobre Horkheimer, a quien consideraba como la personificación del rumbo que la Teoría Crítica había tomado, la cual habría desplazado simultáneamente la investigación y la enseñanza marxista. En vez de seguir esta línea, según Weil, Horkheimer había inventado una filosofía social, que era “una relación amorosa entre la filosofía y la sociología”, y con ello “lamentablemente no había creado nada bueno”. Finalmente, Weil lo acusa de traicionar el marxismo. Su dura crítica hacia Horkheimer, en la que también incluyó a Pollock, fue formulada cuando ambos ya habían fallecido, motivo por el cual en mi libro me refiero a este episodio como un “conflicto póstumo”. Antes de ello, no existen señales de un distanciamiento ni de una condena por parte de Weil hacia la dirección que Horkheimer había tomado, y, bien por el contrario, colaboró activamente con el Instituto incluso durante su exilio.
Para La personalidad autoritaria, obra principal de la Teoría Crítica y parte de los cinco volúmenes de Studies in Prejudice, Weil realizó extensos trabajos de edición y coordinó las contribuciones de los diversos autores. Además, tradujo y adaptó para su publicación en alemán otro volumen de esta serie, Rehearsal for Destruction, de Paul Massing. También prestó ayuda editorial para una investigación inédita, pero fundamental, del Instituto, Antisemitism among American Labor. Sin embargo, aunque lo pretendiera, Weil no hizo una contribución intelectual o teórica significativa a la Teoría Crítica. Horkheimer lo había considerado, junto con Pollock, para trabajar en la sección económica de Dialéctica de la Ilustración, otra obra clave de la Teoría Crítica. Esto muestra, además de la interdisciplinariedad de la teoría, también la estima que tenían de Weil como economista. Sin embargo, Weil rechaza participar –y también Pollock–, dado que en ese momento estaba ocupado con su estudio sobre Argentina. Weil también debía contribuir con un artículo sobre el “capitalismo de Estado” [“Staatskapitalismus”] para una edición especial de la revista del Instituto, Studies in Philosophy and Social Science, tema que representaba una cuestión teórica relevante y muy debatida dentro del Instituto en ese momento. Aunque dicha edición especial no llega a concretarse, esto demuestra que Weil estaba involucrado en importantes debates teóricos. Esto también se refleja en su publicación El enigma argentino, donde aplica los conceptos de “capitalismo de Estado” y “autoritarismo” al contexto del gobierno argentino.
Algo que nos interesa es la aparente contradicción política y los roles de Weil, y cómo entenderlos en conjunto, así como lo que esto significa para el Instituto de Investigación Social y la teoría social crítica en general. ¿Era capitalista o comunista, intelectual o empresario?
En esencia, él era todo eso al mismo tiempo, aunque sería necesario añadir otras designaciones que muestran claramente lo multifacético de su vida. También fue mecenas, marxista, editor, funcionario gubernamental, docente, agitador político y, finalmente, revolucionario, incluso cuando su participación en la Revolución de Noviembre, según sus propias declaraciones, sólo duró dos semanas y su descripción de las actividades realizadas tiene tintes casi cómicos. Dicho de manera algo exagerada y simplificada, Weil puede describirse indistintamente como un capitalista marxista o un marxista capitalista. A esto se suma que fue un cosmopolita. En gran parte, esto fue forzado, ya que, debido a su postura política y su origen judío, fue doblemente perseguido por el nacionalsocialismo. A lo largo de su vida, cambió constantemente de continente como lugar de residencia, viviendo alternadamente en Europa, Norteamérica y Sudamérica, lo que impide asociarlo exclusivamente a un país o ciudad. Sin embargo, tuvo una fuerte afinidad con Frankfurt, donde vivió casi veinte años. Nacido en Argentina, pasó aproximadamente quince años formativos en Buenos Aires y, en 1946, se convirtió en ciudadano estadounidense, con una etapa de vida de nada menos que veintitrés años en Los Ángeles.
Uno de los incentivos principales de mi estudio sobre él fue la búsqueda de un hilo conductor que atravesara su vida multifacética y que ayudara a resolver las aparentes contradicciones. Esto lleva a la pregunta de qué constantes pueden identificarse en su trayectoria. En primer lugar, destaca su convicción política, que jamás abandonó. Weil se identificó a lo largo de su vida, alternativamente, como marxista o socialista. Una vez que, siendo joven, definió su postura política, nunca la dejó atrás. Por eso, el subtítulo de mi publicación la señala como una biografía política, pero no en el sentido de relatar la vida de un político, sino de una persona para la cual lo político se convirtió en una fuerza motriz fundamental. Sin embargo, hay algo más que añadir: Weil se consideraba un marxista heterodoxo, un socialista no dogmático. Este es un punto clave, ya que le permitió reaccionar con flexibilidad a desarrollos que desaprobaba, sin abandonar el socialismo o el marxismo –como sí hicieron algunos de sus contemporáneos–. Si bien al principio, tras la fundación del KPD en enero de 1919, Weil mostró afinidad con esta organización, desde el comienzo tendió hacia su ala derecha. Sin embargo, la creciente bolchevización y estalinización del KPD pronto lo llevaron a distanciarse de él. También abordó de manera no dogmática un problema económico que veía en el socialismo: ya alrededor de 1920 había reconocido que la economía planificada centralizada no era viable. Weil era considerado un economista muy capaz, con una base teórica sólida gracias a sus estudios en ciencia política, complementada por la experiencia práctica adquirida en sus actividades en el negocio familiar. Para Weil, no podía haber economía sin mercado. Creía que toda economía, incluso una socialista, requería un mercado regulador. Esto lo colocó frente a un dilema fundamental: era socialista, pero rechazaba la planificación centralizada, un pilar esencial de esa ideología. Fue incluso más allá, considerando que los modelos económicos capitalistas eran superiores desde una perspectiva puramente económica. Como solución, Weil se inclinó hacia ideas de socialismo gremial y democracia económica. Según lo que se puede reconstruir, veía la solución en cooperativas de consumo [Konsumgenossenschaft] que podrían competir entre sí. Existe otra constante en su biografía: su fe en la fuerza de la educación, la formación y la ilustración [Bildung, Erziehung und Aufklärung]. Para Weil, estas constituían, en última instancia, los únicos medios significativos para promover y aplicar ideas políticas de manera efectiva. La interacción o el juego entre ambas constantes –su compromiso con el marxismo y el socialismo, junto con su promoción a través de la educación– se refleja de manera ideal [idealtypisch] en la fundación del Instituto de Investigación Social. Según sus palabras, este debía proporcionar “formación [Erziehung] en el sentido del socialismo”. Ambas constantes explican también los numerosos y diversos roles que asumió, demostrando que, aunque su vida fuera muy variada, también fue en última instancia coherente y estuvo lejos de ser contradictoria.
En algunas de sus cartas a Martin Jay, al final de su vida, Weil cuestiona la lectura de Jay de la Escuela de Frankfurt como “judía”, ya que muchos de ellos rechazaban cualquier etiqueta religiosa. ¿Cómo debemos tratar el origen judío de la familia de Weil? ¿Es importante o es un error etiquetarlo como judío?
La importancia del origen judío de Weil es una de las cuestiones más complejas de su vida, y esto aplica también a los otros miembros del Instituto. Esto está relacionado, en primer lugar, con la percepción que tenía Weil de sí mismo. Él nunca reconoció que su origen judío tuviera una influencia decisiva en su vida. Weil entendía el judaísmo únicamente como un sistema religioso al que, como ateo, no sentía pertenecer. Tampoco fue socializado religiosamente, ya que su hogar no era religioso. Su familia no pertenecía a ninguna comunidad judía, y Weil describía a su padre alternativamente como ateo o agnóstico. Sobre su entorno familiar, se conserva una declaración suya que dice: “En casa sólo manteníamos dos cosas del judaísmo: la navidad y el Frankfurter Zeitung”. Esta afirmación denota una distancia irónica, pero también una desvinculación total del judaísmo. Weil no participó en ninguna ceremonia religiosa e incluso señaló que, para consternación de sus parientes en Buenos Aires, no había sido circuncidado. Sin embargo, tampoco fue bautizado, como se ha llegado a afirmar en algunas ocasiones. En otras palabras, creció sin fe alguna, “creedless”, como él mismo lo expresó. Esto es un punto crucial, ya que nunca tuvo que apartarse de una religión, en este caso del judaísmo, dado que nunca formó parte de una comunidad de fe. Félix se mantuvo ateo de manera consistente hasta el final de su vida, lo que constituye otro de los hilos conductores que atraviesan su biografía. Esto, además, marca una diferencia significativa con Horkheimer, quien creció en un hogar religioso y se distanció de esa tradición, pero tras su regreso a la República Federal de Alemania volvió a acercarse al judaísmo, se encontró en la fe, se unió a la Comunidad Judía de Frankfurt y llegó a identificar analogías entre la Teoría Crítica y el judaísmo. Weil no entendía esto para nada y consideraba la religión como un sustituto del marxismo, el cual, según él, Horkheimer había abandonado e incluso traicionado.
El intercambio epistolar tardío entre Weil y Martin Jay resulta muy revelador para entender la postura de Weil. En 1973, Jay publicó La imaginación dialéctica, la primera obra fundamental sobre el Instituto, que sigue siendo de importancia crucial hasta el día de hoy. Antes de su publicación, Weil revisó varias páginas del manuscrito y, en general, consideró que el libro era bastante bueno. Sin embargo, hubo un aspecto que claramente le molestó: que Jay señalara sistemáticamente el origen judío de los protagonistas al presentarlos. Félix expresó su oposición de manera clara y contundente, insistiendo en que se eliminaran esas referencias al judaísmo. En una carta a Jay escribió: “Insisto en que omitas las referencias al «judaísmo»”. Weil consideraba que el hecho de que hubiera tantas personas de origen judío en el Instituto era una mera coincidencia. Según él, fue el nacionalsocialismo el que lo había definido como judío, y pidió a Jay que no hiciera lo mismo.
Según su interpretación, ni siquiera sus padres eran ya judíos. Aunque habían contraído matrimonio bajo un ritual judío por deseo de sus familias, eran en esencia arreligiosos. Por eso concluye: “Soy judío sólo si usas el criterio hitleriano de la abuela judía”. Para Weil el judaísmo era legítimamente una religión o, en términos ilegítimos, un instrumento de clasificación impuesto por el nacionalsocialismo.
Aunque todo esto está expresado con mucha claridad, en otro momento Félix consideró su origen judío de una manera más matizada: “A pesar de toda mi simpatía por Israel, aún no me siento como un judío, aunque sé de dónde vengo y nunca pretendería ser un goy”. Por lo tanto, tenía plena consciencia de sus raíces y nunca fingiría no ser judío. Este revelador pasaje de su correspondencia con Jay, de agosto de 1971, en el que también expresa su simpatía por Israel, es significativo por su relevancia particular respecto al conflicto en Oriente Próximo en nuestros días. Cabe destacar que Weil manifestó este apoyo a Israel en un momento en el que la Nueva Izquierda ya había colocado al Estado judío en el bando de los imperialistas, alineando los intereses palestinos con los movimientos de liberación anticoloniales.
Si se examina el entorno en el que Weil se movía, se encuentra un número relativamente elevado de personas de origen judío. Sin embargo, este análisis se complica porque frecuentemente es necesario hacer matices. Las tres personas que más influyeron en él, tanto en el ámbito científico como en el político, no eran de origen judío. En primer lugar, estaba Karl Korsch, miembro del KPD y uno de los principales renovadores del marxismo en los años 20, especialmente con su obra Marxismo y filosofía. Korsch influyó profundamente en Weil con su idea del socialismo práctico. En segundo lugar, hay que nombrar a Robert Wilbrandt, socialdemócrata y profesor de economía política en la Universidad de Tubinga, con quien Félix comenzó su tesis de doctorado. Wilbrandt fue un destacado defensor del socialismo cooperativista [Genossenschaftssozialismus], y probablemente a través de él surgieron las dudas de Weil respecto a los modelos de economía planificada. Por último, Weil mantuvo una estrecha amistad con Clara Zetkin, fundadora del KPD y activista por los derechos de las mujeres. Fue a través de ella que Weil se acercó al KPD. Luego, incluso en la etapa más activa de su labor como mecenas en Berlín, destacan especialmente personas no judías, a quienes Weil apoyó intensamente y en cuyo entorno se movía. Entre ellos se encuentran George Grosz con su pintura de crítica social, Erwin Piscator con su teatro proletario y Wieland Herzfelde con su vanguardista editorial Malik.
Se podrían mencionar muchos más ejemplos de este tipo. Sin embargo, una mirada al Instituto de Investigación Social ofrece una imagen completamente diferente a la conocida y frecuentemente utilizada. La mayoría de los miembros del Instituto eran de origen judío, lo que aplica tanto a Weil como, de manera ejemplar, a la mayoría de las figuras que lograron un mayor reconocimiento público, como Horkheimer, Pollock, Fromm, Löwenthal, Marcuse o, con algunas reservas ya que su madre era católica, Adorno. Esta imagen también la transmiten las dos fotografías conservadas de la Primera Semana de Trabajo Marxista, en mayo de 1923. Casi la mitad de las personas que aparecen en las fotos eran de origen judío. Este hecho resulta llamativo, ya que la proporción de judíos en la población total de Alemania siempre fue muy baja, situándose en aquella época ligeramente por debajo del uno por ciento. El alto porcentaje de judíos en el ámbito académico, especialmente en la sociología, y particularmente en el Instituto de Investigación Social, ha sido objeto de repetidos estudios. Entre las explicaciones se encuentran, por ejemplo, las consecuencias persistentes de las restricciones laborales impuestas durante siglos, que llevaron a una marcada inclinación hacia profesiones liberales y disciplinas científicas más nuevas. También se ha considerado la experiencia del antisemitismo y la exclusión continua, que desde una posición de distanciamiento o de extranjería habría conducido a una visión crítica de la sociedad a través de la sociología. Otras interpretaciones se han buscado en el judaísmo mismo, sobre todo a partir de que el propio Horkheimer estableció vínculos entre el judaísmo y la Teoría Crítica. Estos se basan en que, si bien esta lleva a cabo una crítica de la sociedad, no propone alternativas. Horkheimer describió esto como la “nostalgia por lo Otro” [Sehnsucht nach dem Anderen]. Según él, había allí una analogía con la prohibición bíblica de las imágenes y el mandato en el judaísmo de no nombrar a Dios. Weil, sin embargo, no podía comprender este razonamiento, como escribió en una carta a Jay.
Para volver específicamente a Weil y su entorno personal, cabe mencionar, por ejemplo, que estuvo casado cinco veces, lo que Pollock describió como una “manía de matrimonios y divorcios”. Sin embargo, el punto crucial es que todas sus esposas eran de origen judío. Surge la sospecha de que procesos de socialización similares influyeron en esta elección, especialmente porque cuatro de las mujeres provenían de familias burguesas o de la alta burguesía judeo-alemana.
En el enfoque académico de Weil hacia el judaísmo, y particularmente hacia el antisemitismo, también se pueden encontrar indicios que sugieren que su origen judío –más precisamente, el hecho de que el nacionalsocialismo lo confrontara con sus raíces judías– tuvo un papel determinante. Su evolución siguió un patrón similar al de otros miembros del Instituto. En la República de Weimar y durante la primera etapa del Instituto, el antisemitismo no era un tema de interés. Esto se debía, en parte, a que muchos marxistas consideraban que el antisemitismo desaparecería con la superación del capitalismo. Un cambio de mentalidad evidente se da con el ascenso del nacionalsocialismo, y se vuelve ineludible tras el inicio de la guerra, especialmente cuando salieron a la luz las atrocidades del genocidio. La transformación de la mentalidad de Weil en este contexto se refleja en la correspondencia con Horkheimer de marzo de 1942, en la que éste intenta persuadirlo de colaborar con la Dialéctica de la Ilustración. Las respuestas de Félix estaban llenas de derrotismo. Weil dice allí que, en tres años, todos los involucrados estarían en un campo de concentración y que los libros que estaban escribiendo terminarían en una hoguera, y así todo es como una competencia con el difunto Sísifo. Aunque este derrotismo se disipó con el tiempo, puede entenderse como un indicador del cambio de mentalidad que eventualmente llevó a que el antisemitismo se convirtiera en un tema central. En el exilio estadounidense, se llevan a cabo en el Instituto proyectos innovadores sobre antisemitismo: en colaboración con el Jewish Labor Committee se desarrolló el estudio, no publicado pero muy influyente, Antisemitism among American Labor. Posteriormente, junto con el American Jewish Committee, siguieron los Studies in Prejudice. Weil también se ocupó del antisemitismo y el fascismo argentinos en su libro El engima argentino y en artículos en revistas.
Finalmente, surge la pregunta de hasta qué punto la socialización judía del padre de Félix y, en general, la de sus antepasados judíos influyó en su propio rol como mecenas. Un posible enfoque para esto es el principio de la transgeneracionalidad, que sostiene que las experiencias y los patrones de comportamiento de generaciones anteriores pueden influir en la vida de las generaciones posteriores. Hermann Weil también fue un generoso mecenas, y, especialmente en Frankfurt, existe una cultura filantrópica muy marcada en la que los judíos participaron de manera significativa y, en comparación con su proporción en la población, de forma altamente desproporcionada. Esto se aplica especialmente a la Stiftungsuniversität, fundada en 1914 como una institución basada en donaciones. Hay varias teorías sobre por qué la población judía en todo el Reich participó tan ampliamente en las fundaciones. Aquí destacaré sólo dos hipótesis, ya que son particularmente aplicables a Hermann Weil. La primera refiere a la idea de un deseo de reconocimiento social, en pos de compensar la discriminación social persistente a pesar de la emancipación a nivel nacional en 1871. La segunda señala que la caridad judía tiene una larga tradición. Antes de alcanzar la igualdad de derechos, los judíos estaban excluidos de todas las instituciones estatales y sociales y, por lo tanto, tuvieron que establecer su propio sistema social y asistencial dentro de sus comunidades. Para financiarlo, se recaudaban contribuciones comunitarias, y así sobre todo el cuidado de los pobres, la educación y la atención sanitaria se sostenían mediante fundaciones y donaciones, asociaciones sociales y religiosas. Las donaciones y fundaciones de Hermann Weil se situaban, al menos en parte, dentro de esta tradición, aunque ya en su caso el contexto puramente religioso se había perdido. No se puede esclarecer con certeza absoluta hasta qué punto este modelo paterno como mecenas influyó y se trasladó a Félix. Sin embargo, teniendo en cuenta el respeto mutuo, el apoyo recíproco y el interés compartido en cuestiones sociales, esta idea resulta bastante probable y se sustenta por el hecho no menos importante de que para Félix fue importante convencer a su padre de financiar el Instituto de Investigación Social.
Teniendo en cuenta todos estos antecedentes, no sería correcto describir a Félix Weil como judío. Sin embargo, su origen judío tuvo un impacto claro, de modo que su biografía siempre está integrada en la historia judía. Ignorar este aspecto dejaría su biografía incomprensible e incompleta, incluso cuando Félix era ateo. Más allá de su propia familia, la gran mayoría de sus parientes –también en Buenos Aires– pertenecían a una comunidad judía, lo que hace que Weil fuera alguien “fuera de lo común” [aus der Art geschlagen].