Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, nº 26
septiembre 2024 - febrero 2025
ISSN 2313-9749
Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas

Jordi Sancho Galán, El antifranquismo en la universidad. El protagonismo militante (1956-1977), Barcelona, Catarata, 2024, 384 pgs.


Mariano Millán

Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani
Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina
mmillan@sociales.uba.ar
ORCID: 0000-0002-9915-1567
DOI: https://doi.org/10.46688/ahmoi.n26.498

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La aparición de El antifranquismo en la universidad es una buena noticia para quienes investigamos sobre movimientos estudiantiles. Antes que nada, es una contribución empírica, puesto que no conocíamos una investigación histórica sobre el movimiento estudiantil de Barcelona durante la segunda mitad del franquismo. Por ello, sus aportes se agregan a los de obras como las de Gregorio Valdevira (La oposición estudiantil al franquismo, 2006), Alberto Carrillo Linares (Subversivos y malditos en la Universidad de Sevilla, 2009), Sergio Rodríguez Tejada (Zonas de libertad. Movimiento estudiantil y dictadura franquista en la Universidad de Valencia, 2009) o el libro de Elena Hernández Sandoica, Miguel Ángel Ruiz Carnicer y Marc Baldó Lacomba (Estudiantes contra Franco, 1939-1975), en el camino de completar el rompecabezas geográfico de las luchas universitarias en el Estado español durante la extensa dictadura.

A su vez, el empleo teórico-metodológico de la “historia desde abajo” ofrece un fresco sobre vida cotidiana y debates políticos, universitarios e ideológicos de la militancia, sus adhesiones al Partido Comunista, sus diferencias, rupturas, regresos y miradas de otras corrientes, sean de la burguesía catalana o de la izquierda radical. En ese sentido, el análisis cualitativo de la correspondencia, a la luz de la documentación oficial y pública y de los procesos y eventos del movimiento estudiantil de Barcelona, resulta revelador.

Sugiero tres recorridos por el libro. El primero es la periodización del Partido Comunista (PC) y el movimiento estudiantil. La etapa de 1948-1951 estuvo signada por la hegemonía del Sindicato Español Universitario (SEU) y el giro del PC, desde una estrategia de maquis basada en la expectativa de una continuidad entre la liberación europea y la caída del franquismo, a otra orientada hacia la Reconciliación Nacional. Una siguiente situación, entre 1954 y 1956, marcada por el predominio del SEU franquista y por los despuntes del nacionalismo y el catolicismo catalán. En aquel contexto, el minoritario Partido Comunista se hacía lugar impulsando la unidad con aquellos sectores e intentando copar las estructuras del SEU, tácticas con las que consiguió el acercamiento de varios núcleos universitarios. Para 1962 observamos a una nueva configuración, con la formación de agrupaciones y los primeros enfrentamientos abiertos, hitos de organización y lucha. Asistimos al colapso del SEU, a la hegemonía del Partido Comunista y a las primeras experiencias de la Nueva Izquierda. El ciclo de movilización alcanza su cenit en 1966, el 68 español (o catalán), con la Caputxinada, las oleadas represivas y las respuestas estudiantiles radicales hasta mediados de los 70. Entre los años 1970 y 1972 se localiza otro mojón, ciertamente ambivalente. Las facultades ya son un ámbito antifranquista. Al mismo tiempo, se vive una crisis en el Partido Comunista, la corriente con mayores méritos en la transformación universitaria. Crecen las disidencias y rupturas en las bases, emerge con fuerza la Nueva Izquierda y llega el final de la hegemonía comunista. Para 1974 y 1975 se registra la ansiada unidad obrero-estudiantil y, parafraseando a Sergio Rodríguez Tejada, las primeras “zonas de libertad” en las universidades. En 1977 nos encontramos en la Universidad de la Transición, marcada por la movilización y prácticas políticas que prefiguran el ciclo progresista de los 80.

Un segundo examen del libro es analítico, a través de sus temas. Por un lado, la articulación entre las escalas local, nacional e internacional: los largos años 60 en la Universidad de Barcelona, las mutuas y decisivas influencias entre el movimiento estudiantil catalán y los de otras regiones, la política del Partido Comunista y la dinámica de la Guerra Fría en el Mediterráneo.

Otro aspecto es la estrategia universitaria del Partido. El caso de Barcelona se inscribe en tendencias de la Guerra Fría en las facultades iberoamericanas donde, hasta los 60, el Partido Comunista fue pararrayos de inquietudes intelectuales y científicas condensadas bajo la presión atmosférica de gobiernos y regímenes universitarios autoritarios, con fuerte influencia del catolicismo, anclados en el aislacionismo y la ineptitud académica. La historiografía sesentista se ocupó más de la Nueva Izquierda que del PC. Tal vez huelga reflexionar sobre la incidencia de las trayectorias de autores (que militaron en la Nueva Izquierda) o la derrota comunista sobre la agenda historiográfica. En contraste, Sancho Galán demuestra la atracción que generaba el Partido, al cual se sumaron muchísimos militantes. Describe un agrupamiento con discusiones internas, fuerzas que ingresan y egresan, cambios de línea, incorporación de ideas y prácticas en las disputas con otras corrientes, múltiples niveles y escalas organizativas y una capacidad de intervención difícil de parangonar. En suma, una imagen del comunismo distante de la burocracia monolítica y gris pintada por la generación del 68 y la historiografía liberal. Por ello, El antifranquismo en la Universidad forma parte de los nuevos estudios sobre el comunismo, que exponen miradas complejas sobre los PC, como los libros de Vania Markarian (El 68 uruguayo. El movimiento estudiantil entre molotovs y música beat, 2012), Adriana Petra (Intelectuales y cultura comunista, 2017) o Natalia Casola (El PC argentino y la dictadura militar, 2015).

Asimismo, la obra invita a cuestionarse la usual dicotomía entre el comunismo y la Nueva Izquierda. Por un lado, revela el carácter formativo de la experiencia del Partido para los cuadros de la Nueva Izquierda, para sus tesis (siempre en delimitación con el PC) y para la anatomía de las querellas internas. Por otro, describe la incorporación de elementos de la Nueva Izquierda por el PC. Asimismo, el autor muestra que dicha organización ensanchó espacios de conflictividad donde reverdecieron condiciones para fundar nuevos grupos radicales.

En tercer lugar, propongo una lectura sociológica sobre los procesos de composición de fuerzas sociales. La investigación reconstruye estrategias y tácticas del PC en la Universidad de Barcelona entre el giro de 1948 y el final de la dictadura, en 1977. El Partido conformó arenas donde podía producir una acumulación en el mediano y largo plazo. Para ello colaboró con grupos que demandaban altas retribuciones en lo inmediato, pero esas concesiones surtían efectos sinérgicos en temporalidades más amplias.

Asimismo, el PC vertebró agrupamientos en diversas franjas del tejido social, separados organizativamente bajo el imperativo de la seguridad, pero también por una valoración estratégica de las actividades específicas de cada ámbito. En la Universidad de Barcelona los comunistas sincronizaron dos elementos que le permitieron vincularse con todo el activismo: las reivindicaciones nacionales, como el uso y estudio de la lengua y la cultura catalanas, y las inquietudes intelectuales, profesionales y académicas. Con ello, a pesar del interés de sus militantes por un encuentro con la clase obrera, el Partido eludió dos prácticas habituales de las izquierdas universitarias: el movimiento estudiantil como cantera de cuadros, para llevarlos a militar a otros espacios (por ejemplo, la proletarización) y la Universidad como caja de resonancia política del país, que puede desdibujar la fisonomía de los actores en los claustros.

En resumen, el cálculo estratégico dictó al PC la conformación de un espacio de unidad antifranquista en la Universidad de Barcelona, dentro del cual el propio Partido podría existir, conectarse con otras corrientes y dinamizar conflictos para constituir una fuerza social contra la dictadura y conducir el país hacia la democracia.