Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, nº 26
septiembre 2025 - febrero 2026
ISSN 2313-9749
Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas

Las dos etapas políticas del MIR (Praxis) argentino (1955-1964)


Javier Díaz

Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” / Universidad de Buenos Aires -
Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas - Laboratório de História e Memória
da Luta de Classes
Buenos Aires, Argentina
ORCID: 0000-0002-6393-7488
javierdiazbuenosaires@gmail.com

Título: The Two Political Stages of the Argentine MIR (Praxis) (1955-1964)

Resumen: En este artículo analizaremos sintéticamente la historia del Movimiento Izquierda Revolucionaria (Praxis) de Argentina, poniendo el foco en la naturaleza de sus posicionamientos políticos e ideológicos. Nos concentraremos, en particular, en determinar las dos etapas que atravesó: la primera, desplegada entre 1955 y 1960, caracterizada por un punto de vista marxista-leninista y filotrotskista; la segunda, entre 1960 y 1964, recorrida bajo el signo del nacionalismo de izquierda. Sostendremos que el viraje de esta organización estuvo determinado por la influencia del maoísmo chino y sobre todo del castrismo cubano, pero también por el surgimiento de sectores radicalizados en los partidos políticos argentinos más importantes, en particular dentro del peronismo.

Palabras clave: Izquierda – Marxismo – Praxis – Revolución – Argentina.

Abstract: In this article, we will provide a concise overview of the history of the Movimiento Izquierda Revolucionaria (Praxis) of Argentina, focusing on the nature of its political and ideological stances. We will concentrate, in particular, on identifying the two distinct phases it went through: the first, from 1955 to 1960, characterized by a Marxist-Leninist perspective close to Trotskyism; and the second, from 1960 to 1964, marked by a left-wing nationalist orientation. We will argue that this organization’s shift was determined by the influence of Chinese Maoism and, above all, Cuban Castroism, but also by the emergence of radicalized factions within the major Argentine political parties, particularly within Peronism.

Keywords: Left – Marxism – Praxis – Revolution – Argentina.

Recepción: 10 de febrero de 2025. Aceptación: 12 de septiembre de 2025.

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El Movimiento Izquierda Revolucionaria-Praxis (MIR-P) fue una corriente política de izquierda que actuó en Argentina entre 1955 y 1964, bajo la dirección del abogado y profesor universitario Silvio Frondizi (1907-1974). Si bien adoptó aquel nombre a fines de 1957, la organización actuaba como tal desde hacía dos años y su origen se remontaba más atrás. El núcleo original, en efecto, se había formado como grupo Praxis a comienzos de la década del 50, integrado por Frondizi y sus principales discípulos, entre quienes destacaban Marcos Kaplan, Eugenio Werden y Ricardo Napurí. Pero hasta 1955 su actividad se circunscribió a la elaboración teórica y programática.

La agrupación comenzó a actuar como organización política a partir del golpe de Estado contra Juan Domingo Perón. En noviembre de 1955, en efecto, vio la luz el primer número del periódico Revolución, dirigido por Kaplan, mediante el cual el grupo Praxis comenzó a intervenir en el plano político con fisonomía propia. Ese año y el siguiente fueron publicados, a su vez, los dos tomos de La realidad argentina, el libro de Frondizi que se constituyó en el fundamento teórico y programático de la organización. Con esos instrumentos los praxistas reforzaron su actuación en el ámbito estudiantil, iniciaron una actividad sobre el movimiento obrero y emprendieron la elaboración de posicionamientos constantes sobre la situación política nacional e internacional. Fue así que a fines de 1957 resolvieron adoptar el nombre de MIR-P. Con sus herramientas de propaganda y agitación la agrupación comenzó a crecer dentro del estudiantado (universitario y secundario) y a desarrollar una actividad dirigida a la clase trabajadora.

En las elecciones presidenciales de febrero de 1958, mientras que las principales organizaciones del peronismo y la izquierda, acompañando la directiva de Perón, llamaron a votar por la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), encabezada por Arturo Frondizi (hermano de Silvio Frondizi), el MIR-P hizo campaña por el voto en blanco, advirtiendo que el candidato radical no cumpliría con las expectativas depositadas en su figura. El giro a derecha del presidente, que una parte de sus votantes percibió como “traición”, le permitió al MIR-P reclutar a toda una camada de activistas y militantes, alcanzando entre 1958 y 1960 su máximo crecimiento. El desarrollo de la organización se produjo precisamente cuando las medidas tomadas por el nuevo gobierno llevaron a la desilusión de una parte importante de los sectores juveniles y universitarios que lo habían apoyado. La lucha por la educación laica, la huelga petrolera de Mendoza y la ocupación del frigorífico Lisandro de la Torre fueron los principales jalones de la resistencia a la política “desarrollista”, y este fue el contexto en el cual toda una camada de jóvenes ingresó al MIR-P. Al mismo tiempo, se produjo el triunfo de la Revolución Cubana, que también fue desde un comienzo apoyada por los praxistas. Los años 1958, 1959 y 1960 concentran el mayor desenvolvimiento de esta organización. A partir de allí, atravesó una declinación que desembocó en su disolución definitiva en 1964.

En este artículo analizaremos sintéticamente, en base a nuestra tesis doctoral (Díaz, 2024), la historia del MIR-P, atendiendo a la naturaleza de sus posicionamientos políticos e ideológicos. Pondremos el foco, en particular, en comparar las dos etapas que atravesó. Nuestra hipótesis es que la primera, desplegada entre 1955 y 1960, estuvo caracterizada por un punto de vista marxista-leninista filotrotskista; la segunda, entre 1960 y 1964, transcurrió bajo el signo del nacionalismo de izquierda. Este viraje del MIR-P estuvo determinado por la influencia del maoísmo chino y sobre todo del castrismo cubano, pero también por el surgimiento de sectores de izquierda o radicalizados en los partidos políticos argentinos más importantes, en particular dentro del peronismo proscripto.1

La formación del MIR-P como organización político-partidaria

Durante sus primeros años, bajo la presidencia de Perón, los praxistas se acercaron ideológicamente y se vincularon con corrientes trotskistas, sobre todo con el Partido Obrero Revolucionario (POR) liderado por Nahuel Moreno y la Unión Obrera Revolucionaria (UOR) encabezada por Miguel Posse, a los cuales lo unía una marcada oposición al gobierno peronista. El grupo Praxis, al mismo tiempo, produjo sus propias elaboraciones teóricas y conoció un desarrollo inicial con la incorporación de las primeras camadas de jóvenes, generalmente dentro del ámbito universitario y en particular entre los estudiantes peruanos y bolivianos.

Entre 1953 y 1954 Frondizi redactó, con la colaboración de sus discípulos, el libro La realidad argentina, que se caracterizó por la fuerte influencia de las obras de Marx, Lenin y Trotsky y del trotskismo argentino. Una peculiaridad del abogado era que, aunque reivindicaba la teoría de la revolución permanente (Frondizi, 1960a [1956], pp. 233-241), de la cual afirmaba que había sido elaborada por Marx y Engels y completada y aplicada por Lenin y Trotsky (Frondizi, 1960a [1956], pp. 13-65), se mantenía en una posición externa al trotskismo, basada en una delimitación no solo respecto de las organizaciones de ese signo sino también del propio fundador de la IV Internacional.

Con estas posiciones, el MIR-P se concibió a sí mismo como continuación del marxismo-leninismo leído en una clave muy próxima a la de Trotsky, cuya formulación de la teoría de la revolución permanente constituyó la base de la concepción política praxista. Pero lo que lo emparentaba por sobre todo con las organizaciones cuartistas, aquello que en el terreno político lo unía a estas y lo oponía al Partido Comunista (PC) o a otros agrupamientos estalinistas como el de Rodolfo Puiggrós, era su rechazo a cualquier tipo de frente popular. Una nota de Silvio Frondizi, publicada a fines de 1958 en la primera plana de Revolución, dejaba claro su rechazo a la colaboración de clases.2 En una entrevista, que concedió por la misma época, fue donde mejor desarrolló este punto, al especificar que su oposición al frente popular se debía a varios motivos:

[…] ante todo, por la profunda y total divergencia de intereses entre la política obrera y la burguesa. La creciente polarización social y política impide armonizar, así sea solo momentáneamente, ambas posiciones. […] De aquí que, para nosotros, la política de frentes populares, de alianza entre la izquierda y las fuerzas centristas pequeñoburguesas, sea una de las formas más peligrosas de demagogia, con consecuencias funestas para la clase obrera. […] De aquí que, a la formación de frentes populares, condenados históricamente al fracaso, nosotros opongamos la formación de frentes de izquierda. (Frondizi, 1959a: 46, itálicas nuestras)

El grupo Praxis adoptó una posición marxista-leninista, cercana al trotskismo, durante la primera mitad de la década del 50. De allí que en ese período participó de una idea extendida entre los grupos cuartistas: la de la unificación de todos o algunos de ellos como medio para la construcción del partido revolucionario. Los praxistas, concretamente, proponían “la unificación de los grupos de izquierda y la constitución de un nuevo partido socialista, obrero, anti-capitalista y anti-imperialista”, agregando que:

La posición del grupo PRAXIS fue expuesta […] con toda claridad: estamos dispuestos a participar en la formación de un partido socialista obrero revolucionario, pero independiente de toda influencia o tutela de cualquier partido de tendencia burguesa, ya sea el peronismo o alguno de la oposición.3

El núcleo encabezado por Frondizi formaba parte, por entonces, de los debates que mantenían los grupos trotskistas con el objetivo de constituir un partido político marxista unificado. Pero su eventual participación en el mismo dependía de que estuviera basado en una posición independiente tanto del peronismo como de toda la clase capitalista.

A lo largo de la segunda mitad de 1955, finalmente, el grupo Praxis resolvió comenzar a militar como una organización política diferenciada, con su prensa, sus materiales de agitación y propaganda y sus posicionamientos constantes frente a la coyuntura nacional, y asumió como tarea propia promover la construcción de un partido obrero. Esta decisión, por lo tanto, fue la consecuencia no solo de un contexto nacional –el de los golpes de Estado contra Perón– que exigía la acción, sino también del abandono o disminución de sus expectativas de participar en un partido unificado junto con algunas de las corrientes trotskistas.

Desde entonces y hasta mayo de 1960, es decir hasta el último número de Revolución, el MIR-P se abocó a la construcción de un partido obrero revolucionario en función de que la clase trabajadora contara con el instrumento que le permitiera tomar el poder político. Con este objetivo los praxistas redactaron, a comienzos de 1956, un programa de 13 puntos que propusieron como base para la creación de un partido obrero y que publicaron en dos números consecutivos de Revolución.4

La interpelación a los trabajadores fue el eje que estructuró el discurso del periódico Revolución. Todas sus ediciones, en efecto, incluyeron más de un artículo relativo al movimiento obrero. Además de las noticias referidas al ámbito fabril o gremial, fueron abordados otros aspectos de la realidad de la clase obrera, como la vida en las villas miseria, la formación de juntas vecinales o el problema de la desocupación.

En el primer número del periódico fue publicada una declaración en la que se proponían 21 principios y puntos de acción para llevar adelante en los gremios.5 En esta primera declaración ya estaba presente el llamado a que la clase obrera formara su propio partido político. En el siguiente número de su prensa, el grupo definió cuatro consignas que desde su punto de vista debían levantar los trabajadores: unidad, democracia, independencia y politización del movimiento obrero.6 Desde Revolución se promovió la formación de una nueva tendencia política en los sindicatos.

A comienzos de 1957 fue publicado un documento de la “comisión provisoria promotora del reagrupamiento sindical”, compuesta por empleados textiles, ferroviarios, telefónicos, jaboneros, de Luz y Fuerza y de otros gremios. El documento denunciaba las intervenciones militares, los encarcelamientos, los despidos, las leyes represivas y el apoyo oficial a los llamados “sindicalistas libres”. Además trazaba un balance de la situación del movimiento obrero que concluía constatando el surgimiento de una nueva camada de militantes, a la cual llamaban a organizarse para reemplazar a las direcciones existentes. En función de este objetivo, proponían un plan de acción elemental, que evidenciaba la debilidad del incipiente agrupamiento y su dificultad para elaborar una línea política delimitada de la de otras tendencias clasistas.7

A partir de entonces, sin embargo, los militantes sindicales del MIR-P buscaron superar estas dificultades y fijaron posición sobre los problemas concretos que enfrentaba el movimiento obrero. En mayo de 1957, por ejemplo, Claudio Perinetti escribió sobre los “congresos de normalización” decretados por la dictadura para adecuar los estatutos sindicales a la nueva reglamentación vigente.8 En octubre la organización fijó una extensa posición frente al Congreso Extraordinario de la Confederación General del Trabajo (CGT) convocado por la intervención militar. Con el tiempo se estructuró la Secretaría Obrera del MIR-P, encabezada por Perinetti. Durante 1959 y 1960, último año y medio de Revolución, este periódico incluyó lo que puede visualizarse como una “sección sindical”, conformada por varios artículos específicos y un editorial (usualmente redactado por Perinetti).

El agrupamiento adhirió al centralismo democrático como método de construcción partidaria. Marcos Kaplan, director del periódico y principal figura de la organización después de Frondizi, explicó que el MIR-P “retoma la concepción marxista-leninista del partido”, la cual partía de la necesidad de que el proceso revolucionario fuera “dirigido por el proletariado, a la cabeza de las masas explotadas”; la estructura organizativa adecuada a tal propósito debía ser, según esta visión, “necesariamente centralizada, rigurosamente delimitada, predominantemente clandestina y debe comprender elementos de tipo militante”.9 Así pues, la dirección de la organización asumía pública y explícitamente la concepción marxista-(guion)-leninista de construcción partidaria. El MIR-P, explicaba Kaplan, consideraba al “frente proletario como su esfera fundamental de acción” y por eso sus militantes y adherentes debían actuar “en fábricas y sindicatos, barriadas y villas obreras; huelgas y asambleas gremiales, movilizaciones populares y actos públicos”.10

El enfoque de Tarcus (1996) tendió a diluir la adscripción del MIR-P al marxismo-leninismo, pero así como Silvio Frondizi asumía en su principal obra, La realidad argentina, la defensa de la “línea marxista-leninista” (1956: 200), en la prensa de la organización los militantes reivindicaban la “línea marxista-leninista” y la necesidad de la dictadura del proletariado.11 El materialismo dialéctico, en síntesis, no era concebido sino desde el prisma del leninismo.

Durante sus primeros dos años de intervención militante, que en términos generales coincidieron con la dictadura militar “Libertadora”, el MIR-P levantó además la consigna de frente único proletario, o frente único de los trabajadores, como método de defensa de la clase obrera frente a la burguesía y el Estado capitalista.12 En agosto de 1957 el periódico Revolución llevaba como título en primera plana: “Frente Único de los Trabajadores. Para resistir la ofensiva del gran capital y crear la dirección de la revolución argentina”. Esta consigna se oponía a la orientación estalinista de Frente Popular, en particular a la aplicación táctica implementada por el PC argentino en la época, que consistía en llamar a estructurar un Frente Democrático Nacional (Camarero, 2014). La consigna elegida por el MIR-P, sin embargo, también se diferenciaba de la de Frente Único Antiimperialista, que muchos de los partidos trotskistas latinoamericanos solían levantar, en combinación o no con la de frente único obrero. El MIR-P, en todo caso, llamaba a los trabajadores a actuar “sin creer en burgueses de ningún color, manteniendo la brega por la revolución de los trabajadores”.13

La estructuración y el desarrollo militante del MIR-P

La imagen del MIR-P en la historiografía ha quedado presa de la referencia al “círculo de hierro intelectual del que no lograban salir los praxistas” todavía en 1959-1960, cuando Frondizi habría seguido, igual que una década antes, apenas “rodeado de un puñado de jóvenes” (Tarcus, 1996, pp. 346-347). Nuestra investigación nos ha permitido trazar un cuadro diferente. Es cierto que se trató de una organización política pequeña, que no alcanzó una posición significativa ni en el movimiento obrero ni tampoco en el estudiantil. Pero a partir de la segunda mitad de la década del 50, sobre todo entre 1958 y 1960, su actividad no tuvo un eje de intervención intelectual y la cantidad de militantes que llegó a reunir en diferentes ciudades del país fue varias veces superior al puñado de jóvenes que rodeaba a Frondizi diez años antes. Juan Carlos Cibelli, que perteneció al MIR-P en el período de su máxima extensión, calculó que entonces eran en total “entre 200 y 300” militantes (Bufano y Rot, 2004, p. 34); Napurí arrojó en sus memorias una cifra similar (2009, p. 177). Por nuestra parte, hemos logrado establecer que en 1960 el número fue efectivamente mayor al centenar. En todo caso se trata de una cantidad de militantes comparable con la de los pequeños partidos trotskistas. El que lideraba Nahuel Moreno, por ejemplo, tenía casi 100 militantes en 1948, cuando realizó su primer congreso, y alcanzó unos 250-300 en 1959, aunque tuvo siempre una inserción mucho mayor que los praxistas en el movimiento obrero (Camarero, 2013, pp. 13-14 y 27).

Es cierto también que el MIR-P tuvo un origen y conservó una cierta impronta intelectual, desde el momento en que sus dos principales figuras, Frondizi y Kaplan, eran parte de la intelligentsia universitaria. Se trató de una corriente político-partidaria cuyos principales líderes eran intelectuales, un aspecto en el cual puede compararse con Acción Socialista, orientada por Dardo Cúneo en la primera mitad de la década del 50, o el Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN) fundado por Jorge Abelardo Ramos y Jorge Enea Spilimbergo en los años 60. A partir de 1958 y sobre todo de 1959 se produjo el mayor crecimiento del MIR-P, que se fue extendiendo geográficamente y estructurando en diferentes organismos desde Capital Federal hasta Mendoza, pasando por las zonas sur y norte del Gran Buenos Aires, La Plata, Bahía Blanca, Zárate y Córdoba.

A través de fuentes orales y escritas hemos logrado establecer que el MIR-P estuvo compuesto en su mayoría por estudiantes universitarios y secundarios (muchos de ellos, al mismo tiempo, empleados e incluso sindicalizados en gremios como el bancario, el docente, el de prensa, el estatal o el telefónico), pero también por una minoría de jóvenes trabajadores que no cursaban estudios. También constatamos que su actividad se desenvolvió principalmente fuera de los lugares de enseñanza y estuvo dirigida centralmente hacia la clase obrera, tanto en ámbitos fabriles como barriales. La militancia de las y los praxistas incluyó su organización en células, la estructuración de una dirección central y una Secretaría Obrera, la asignación de responsabilidades, la formación de comités regionales y sindicales, la reunión de una Comisión de Estudio de los Problemas de la Mujer, la redacción y el piqueteo del periódico, la distribución de volantes y el reclutamiento de estudiantes y trabajadores. Las actividades las llevaron a cabo en puertas de fábricas, talleres ferroviarios y frigoríficos, en villas miseria y barrios proletarios, en facultades y escuelas secundarias.

El resultado de esta orientación política fue la incorporación de algunos obreros e incluso cuadros sindicales a la organización, como fueron los casos del peruano Ricardo Napurí (uno de los primeros activistas del grupo Praxis, de origen obrero, que llegó a ser secretario general de la Comisión Interna del diario La Razón, en el Sindicato de Prensa), Marcelo Alvarado (secretario general del sindicato petrolero de Mendoza y, hasta noviembre de 1958, de la Federación Nacional de gremios petroleros), Américo Botana (guardatrén de la Línea Sarmiento y delegado congresal en la Unión Ferroviaria), Néstor Rojo (delegado de base del Banco Nación en Capital Federal), Rodolfo y Héctor Alfonso (dos jóvenes obreros de la carne de los frigoríficos de Berisso) y de un grupo de trabajadores ferroviarios de los talleres de Córdoba. En Zárate, la célula del MIR-P incluyó a un trabajador del Arsenal de Marina, un obrero del frigorífico Smithfield y al futuro dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Luis Mattini, entonces miembro de la Comisión Directiva provisoria de la seccional zarateña de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE).

La reorientación política al calor de la Revolución Cubana

El golpe de Estado de 1955 inauguró una nueva etapa política de represión generalizada sobre el movimiento obrero y de proscripción del peronismo y de sus dirigentes. La asunción presidencial de Arturo Frondizi significó una continuidad con estas políticas, a las cuales agregó la aplicación del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) y la prohibición del comunismo. A lo largo de la segunda mitad de la década del 50, por lo tanto, las izquierdas comenzaron a compartir con el peronismo el lugar de oposición al régimen político. En este contexto tanto el PC como el Partido Socialista Argentino (PSA), surgido a mediados de 1958 de la división del PS, así como muchas de las más pequeñas organizaciones marxistas, replantearon su posición e intentaron acercarse de diversas formas al movimiento inspirado en la figura de Perón. Esta aproximación se profundizó tras el triunfo de la Revolución Cubana, pues el gobierno de Fidel Castro concitó simpatías tanto en la izquierda como en sectores del peronismo y a su vez promovió los lazos entre ambos.

El vínculo directo con Ernesto “Che” Guevara que, desde enero de 1959, logró anudar Ricardo Napurí (secretario de relaciones internacionales del MIR-P) fue uno de los canales más importantes que vehiculizaron el acercamiento político al gobierno de Fidel Castro. El militante peruano, en particular, logró que la Secretaría de Relaciones Exteriores del Movimiento 26 de Julio (M26J) invitase a Silvio Frondizi a Cuba. Fue así que en junio de 1960 el autor de La realidad argentina viajó a este país del Caribe, donde dio conferencias, participó de mesas redondas y visitó instituciones oficiales; junto a Napurí, por otra parte, mantuvo reuniones con el Che Guevara, así como con los dirigentes peronistas John William Cooke y Alicia Eguren, recientemente instalados en la isla. Luego de aquella estadía, Frondizi escribió el libro La Revolución Cubana. Su significación histórica (1960b). En este trabajo volcó una lectura de aquel proceso político impregnada del punto de vista que los propios dirigentes del M26J tenían por entonces de la gesta que habían encabezado. Concretamente, en esta obra tomó forma una teoría frentepopulista y etapista expresada en una defensa del “frente nacional” como instrumento adecuado para la primera etapa de la revolución. Estaba aquí ya expresada, en escorzo, la concepción política que el autor sostendrá a partir de entonces: el nacionalismo revolucionario sería el camino que conduciría hacia el socialismo (Díaz, 2024).

La Revolución Cubana no solo ejerció una influencia en forma directa sino también a través de las tendencias que despertó dentro de los movimientos sociales y políticos latinoamericanos. En Argentina, en particular, la simpatía por la gesta caribeña llegó a ser muy extendida en el estudiantado universitario. El apoyo a (y los vínculos con) el gobierno de la isla, por otro lado, se convirtieron en un punto de convergencia entre sectores del peronismo, del radicalismo intransigente, del socialismo, el comunismo y el trotskismo, reforzando así el acercamiento que ya venía produciéndose por la confrontación común contra las políticas de Pedro Eugenio Aramburu y de Arturo Frondizi. El gobierno cubano, concretamente, operó en el caso argentino para tender un “puente entre la izquierda, el nacionalismo y el peronismo” (Tortti, 2009, p. 17). Entre 1958 y 1961, al calor de este proceso, mientras diversos sectores de la clase obrera y el estudiantado, hasta entonces guiados fundamentalmente por el peronismo o la UCR, se radicalizaban y giraban hacia la izquierda, los principales partidos políticos de este signo, como el PC y el PSA, se reorientaron en un sentido “nacional”, siguiendo los pasos antes minoritarios del Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN) o de los grupos de Puiggrós o Ramos.

A esto debe agregarse que, a partir del surgimiento de diferencias políticas entre China y la URSS, los principales exponentes del MIR-P comenzaron a expresar simpatías por las posturas de la primera. Una de las divergencias radicaba en que el PC de la Unión Soviética (PCUS) sostenía que la revolución socialista podía triunfar por vía pacífica en determinados países o momentos, mientras que el maoísmo defendía la lucha armada como método inevitable para derrotar la resistencia capitalista (Rupar, 2023, pp. 7-21). En este contexto la Revolución Cubana, conducida por un movimiento guerrillero, irradió su influencia por el continente, dando lugar a rupturas y escisiones dentro de los partidos nacionalistas y de izquierda. Estas corrientes políticas radicalizadas y partidarias del castrismo se pronunciaron por lo general, en sintonía con el PC chino, por la inevitabilidad de la guerra revolucionaria y en contra de la “coexistencia pacífica” predicada por el PCUS. Fue así que, “producto de esa confluencia, las posiciones chinas dieron un salto en América Latina” (Rupar, 2023, p. 29).

Agreguemos que, en la Argentina de los años 50, el pensamiento de Mao había conocido ya una influencia en intelectuales estalinistas como Eduardo Astesano y Rodolfo Puiggrós, cuyos libros alcanzaron una gran popularidad durante la segunda mitad de la década. A partir de 1959, Frondizi se aproximó políticamente a las ideas de Puiggrós, como lo manifestó en el prólogo que escribió, a principios de los 60, a un libro de Reinaldo Frigerio, miembro del círculo de aquel historiador (Díaz, 2024, p. 339).

En el caso del MIR-P, el primer artículo que expresó una visión positiva de la China comunista vio la luz en enero de 1959 a través de la pluma de Mario Reles.14 Pocos meses después, el primer comentario positivo de Frondizi sobre China sostenía que allí “la experiencia de la movilización de masas, con los consejos populares, significa echar al diablo la burocracia política” (1959b: XXV). Pero como los mencionados consejos eran promovidos oficialmente, celebrarlos era una manera indirecta de valorar positivamente el rol del PC chino y la lucha de este contra “la burocracia política” de su país. Los cuadros jóvenes praxistas no tardaron en explicitar esta conclusión.15 A lo largo de 1959 y 1960, en síntesis, la política del PC chino comenzó a ser asimilada como ejemplo digno de imitación por parte de la organización liderada por Frondizi, quien sintetizó estas aproximaciones en su libro La Revolución Cubana (1960b, pp. 15, 57-79, 145-162).

En este contexto, Frondizi comenzó a desprenderse de gran parte de las posturas políticas que había adoptado durante toda la década que estaba concluyendo. Una expresión de su nueva orientación vio la luz en febrero de 1960, cuando publicó un artículo en Revolución en el que manifestó una actitud de acercamiento tanto hacia el peronismo (saludaba, en particular, un documento reciente firmado por John William Cooke) como hacia el método guerrillero. Estas posiciones desembocaron en una nueva orientación política. El 13 de mayo de 1960, poco antes de viajar a Cuba, Frondizi dio una conferencia en la que, como expresó en un comunicado, llamó a impulsar “la formación de un Movimiento Popular de Liberación Nacional”.16

Esta reorientación coincidió en el tiempo con los decretos que emitió el presidente Arturo Frondizi estableciendo, en el marco del Plan Conintes y dentro de un conjunto de medidas restrictivas y represivas contra varias organizaciones políticas, la disolución del MIR-P y el cierre de su editorial Praxis y su periódico Revolución, cuyo último número vio la luz en mayo de 1960. La conducción de la organización no procedió, sin embargo, a trabajar con otro órgano de prensa, legal o clandestino. La dirección del Movimiento decidió, en cambio, suspender transitoriamente la actividad política.

Al volver de la isla caribeña, Silvio Frondizi escribió el libro La Revolución Cubana, que terminó de redactar el 15 de septiembre, donde defendió la idea de que la primera etapa de aquella revolución se había cumplido a través de un “frente nacional” (1960b, pp. 74-75, 157-159). Consecuentemente planteó, dentro del MIR-P, la necesidad de reorientarse políticamente en función de confluir, a nivel latinoamericano, tanto con el gobierno cubano como con una serie de corrientes nacionalistas-revolucionarias que también se identificaban en mayor o menor medida con el castrismo. Inmediatamente redactó el folleto Bases y punto de partida para una solución popular (en adelante, Bases), en el que adoptaba una orientación nacionalista de izquierda (1961). La consecuencia fue la ruptura encadenada (en Capital Federal, la zona sur del Gran Buenos Aires y La Plata), de todo un sector de militantes e incluso cuadros medios de la organización, que rechazaron la nueva línea política considerada oportunista, en nombre de los principios que habían sostenido hasta entonces. Mediante el folleto Bases, Frondizi y los militantes que permanecieron junto a él impulsaron la creación de un Movimiento Popular de Liberación Nacional y abandonaron definitivamente la política dirigida a construir un partido de trabajadores.

La segunda y última etapa del MIR-P

Establecida, a fines de 1960, la nueva orientación política, el MIR-P se orientó, a partir del año siguiente, a estrechar vínculos con otras figuras y agrupamientos a través del trabajo barrial y municipal, abandonando la actividad dirigida a insertarse en el movimiento obrero sindicalizado. Es que la nueva orientación no estaba pensada para influir directamente en la clase obrera sino para obtener la aceptación del sector presuntamente antiimperialista de la burguesía nacional, como se encargó de aclararlo el propio Frondizi: “Hay una burguesía más o menos pequeña que es nacional y que sufre directamente la opresión imperialista: esta burguesía no puede dirigir el proceso social pero puede aceptar que lo dirija un movimiento popular”.17 El nuevo punto de vista, como puede comprobarse, suponía que existía un sector de la burguesía nacional que, por el hecho de sufrir la opresión extranjera, estaría dispuesto a participar de un movimiento auténticamente antiimperialista. Esta tesis era idéntica a las que Frondizi (siguiendo a Lenin y Trotsky) había combatido durante casi toda la década del 50.18 Pero la fundamentación sociológica derivaba de la orientación política.

Esto no quiere decir que el profesor estuviera pensando concretamente en recibir apoyo empresarial. Su objetivo era más bien el de hacerse aceptar por un creciente conjunto de agrupamientos, más o menos nacionalistas, que saludaban el ejemplo cubano: peronistas, ex radicales intransigentes, de la autodenominada “izquierda nacional”, del Partido Socialista Argentino, del catolicismo, etc. Lo cierto es que su lectura de la gesta caribeña y la influencia combinada del castrismo cubano, el maoísmo chino y el peronismo de izquierda lo llevaron a inclinarse por la versión “nacional” del frente popular.

El MIR-P, finalmente, volvió a editar un periódico, en el cual desenvolvió la nueva línea política adoptada: entre junio y diciembre de 1961 vieron la luz los cuatro números de Movimiento. Por un Movimiento Popular Revolucionario. El primero de ellos fue dirigido por Mario Reles y los tres siguientes por Marcos Kaplan. Este nuevo órgano de prensa no se presentaba como expresión de ninguna organización política. El sujeto interpelado pasó a ser centralmente el “pueblo”, omitiendo cualquier mención al marxismo, la revolución socialista o el gobierno obrero. La publicación estaba inscrita plenamente en la nueva línea política, basada en “encontrar la versión nacional de la revolución social”.19

En el primer número de Movimiento, los praxistas aseguraban que “la patriada de poner a caminar un Movimiento Popular Revolucionario” permitiría lograr “la base fundamental de una auténtica unidad popular”.20 Es cierto que en los años 50 el MIR-P (igual que otras organizaciones marxistas) utilizaba el término “popular” para hacer referencia a un conjunto más amplio que la clase obrera pero que excluía a todo sector capitalista. El periódico, sin embargo, se encargaba de despejar toda duda: en la fuerza política que promovían, la clase trabajadora debería “atraer y agrupar tras de sí a todos los oprimidos y afectados por el imperialismo y sus aliados nacionales”, es decir –según se aclaraba al comienzo de la nota– a la clase media productiva, al campesinado, intelectuales, estudiantes “e incluso a pequeños y medianos empresarios”.21

El trabajo político de los praxistas en esta nueva etapa incluyó acciones conjuntas con grupos peronistas y nacionalistas en el Gran Buenos Aires, particularmente en Avellaneda, e incluso su participación en Fuerza Autónoma Popular, un partido político comunal de origen “neoperonista”, dirigido por César Albistur Villegas, ex intendente de Morón por el peronismo.22 Fuerza Autónoma Popular tuvo alguna base en los municipios de San Justo, San Fernando, Morón y Moreno; en este último prácticamente fue creado por los militantes del MIR-P. Consecuentemente los praxistas militaron a favor de la candidatura del sindicalista textil peronista Andrés Framini para gobernador de la provincia de Buenos Aires en la campaña hacia las elecciones del 18 de marzo de 1962 (Caviasca, 2006, p. 85; González Canosa, 2021, pp. 75-94)

Lo que buscaban los praxistas era confluir tanto con ciertos sectores del peronismo como con grupos escindidos de otros partidos en un amplio movimiento por la liberación nacional. Por ese motivo, desde el periódico, criticaban a quienes promovían la unidad de todo el peronismo, incluyendo a sus alas conservadoras o negociadoras, en lugar de la convergencia con la izquierda no peronista.23 Uno de los fundamentos de esta posición era el entendimiento de que el peronismo efectivamente estaba perdiendo prestigio o autoridad entre las masas obreras. La crisis y disgregación peronista también era visualizada por los demás partidos de izquierda, que enarbolaban propuestas como el Frente de Liberación Nacional y Social o el Frente Democrático Nacional, fórmulas con que buscaban converger con el peronismo y con los mismos sectores escindidos del radicalismo. La particularidad de la línea del MIR-P es que buscó esa confluencia no en un frente, lo cual requería contar con un partido propio, sino mediante una autodisolución política en el vértice de un movimiento inexistente que se postulaba para encabezar.

Luego del golpe militar que derrocó a Arturo Frondizi y de la asunción como presidente de José María Guido, Silvio Frondizi publicó una declaración personal manifestando su disposición a ingresar a un Movimiento Nacional dentro del cual el peronismo aceptase la participación de aquellos que quisieran acompañarlo.

[…] el peronismo debe comprender que […] no está en condiciones de dar solución, por sí solo, a los problemas de la crisis argentina. […] existen además importantes sectores que pueden participar en un proceso de emancipación nacional y social, en coincidencia con la masa peronista. […] Solamente un Movimiento Nacional, que tenga como bases y eje a la masa popular, e incluya en su seno a todas las fuerzas progresistas del país –trabajadores manuales, campesinado, pequeños industriales independientes, técnicos, intelectualidad esclarecida–, podrá liberarnos a todos […]. No habrá tampoco reconstrucción y progreso posibles, sin un Gobierno Popular […]. Para ese reagrupamiento en un Movimiento de Acción Popular, ofrecemos nuestra buena voluntad, nuestros conocimientos y experiencia, y nuestro equipo técnico organizado […], el que puede y debe integrarse en aquel reagrupamiento. (Frondizi, 1962: 4)

En este período, como ha reconocido otro autor, su discurso “se carga de nacionalismo” (Carbel Olivera, 2018, p. 84). Su postura, sin embargo, no llegó nunca a implicar una identificación con el peronismo.

En 1961, en síntesis, en el MIR-P se terminó de definir y poner en práctica una nueva orientación política, impulsada por sus principales dirigentes y determinada fundamentalmente por las influencias del castrismo cubano y el maoísmo chino y, en el plano local, por el surgimiento de corrientes de izquierda en el peronismo, el radicalismo intransigente y el socialismo. Tras el cuarto y último número de Movimiento, publicado en diciembre de ese año, el MIR-P dejó de editar un periódico.

La militancia praxista, sin embargo, continuó bajo otra forma. Desde entonces Silvio Frondizi se expresó públicamente a través de esporádicas declaraciones firmadas a título personal y con un tono marcadamente autorreferencial (1962, 1963 y 1964). La acción de los militantes, por lo tanto, pasó a tener como principal función la promoción de la figura de su dirigente. En el último de estos folletos la propuesta política del profesor pasó a incluir a las Fuerzas Armadas dentro del conjunto de sectores que deberían llevar a cabo la reconstrucción del país a través de un “Gran Movimiento Nacional” (1964, pp. 6-10).

La agrupación siguió existiendo dos años más, hasta su disolución organizativa en 1964. A partir de esta fecha las y los jóvenes que integraban sus filas emprendieron caminos diversos. Un grupo fundó el Tercer Movimiento Histórico (3MH), de breve duración; de quienes participaron de esta experiencia, la mayoría se incorporó al peronismo por distintas vías y algunos recalaron en el PRT-El Combatiente y en su brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). En Córdoba y en Zárate las trayectorias posteriores fueron más bien individuales y tuvieron destinos como el peronismo, el Frente de Izquierda Popular (FIP) de Ramos, el PRT-ERP o el grupo que editaba la revista Pasado y Presente. Por otro lado, todo un sector de la organización se separó entre 1960 y 1961, rechazando la reorientación política nacionalista expresada en el folleto Bases. Quienes formaron parte de esta escisión siguieron rumbos igualmente diversos. El núcleo de Lomas de Zamora se constituyó muchos años después en el germen de las Fuerzas Argentinas de Liberación (FAL). Un grupo de La Plata y otro de Capital Federal fundaron, a fines de 1961, el Movimiento Izquierda Revolucionaria Argentino (MIRA), que existió por pocos años. La mayor parte de los miembros de esta última organización terminó ingresando o acercándose al peronismo. Un grupo que participó del MIRA se escindió del mismo a fines de 1962 y se constituyó en el núcleo militante que daría lugar a la fundación, un año más tarde, de la organización trotskista Política Obrera (PO), que existe hasta la actualidad.

Conclusiones

En este artículo hemos descrito y analizado en forma sintética la historia del MIR-P argentino, desde el nacimiento del grupo Praxis, a comienzos de los años 50, hasta la disolución de la organización a mediados de la década del 60. En particular nos enfocamos en comparar las dos etapas de este agrupamiento, antes y después de 1960.

Durante sus primeros años (1951-1955), el grupo Praxis llevó a cabo fundamentalmente tareas de índole teórica y propagandística. A partir del golpe de Estado contra Perón, sin embargo, se fue convirtiendo en un movimiento político-partidario de naturaleza militante, lo cual implicaba combinar la elaboración programática con el análisis de la coyuntura, los posicionamientos concretos con las actividades de reclutamiento, agitación y propaganda. Este proceso condujo al MIR-P a dejar atrás, en la práctica pero también en sus formulaciones teóricas, la concepción que Frondizi había puesto en evidencia en La realidad argentina, donde desdeñaba la “agitación incontrolada” de masas en beneficio de la actividad de propaganda (1960a [1956], pp. 226-227). Durante la segunda mitad de la década del 50 esta organización se orientó, lejos de una idea “movimientista” (es decir, favorable a erigir un Movimiento en lugar de un partido político), a construir –o a constituirse en el núcleo de– un partido obrero marxista y revolucionario.

La investigación, en síntesis, nos condujo a tomar distancia de aquella imagen del MIR-P extendida en la bibliografía, como un agrupamiento distante de la práctica militante, dedicado exclusivamente a la elaboración teórica y a actividades meramente intelectuales. Esta organización, como se deriva de nuestro análisis, tuvo de hecho un carácter militante, político-partidario, adhirió al centralismo democrático y se orientó, según su concepción marxista-leninista, a reclutar estudiantes, obreros y empleados para construir un partido socialista y revolucionario de trabajadores. La reorientación de 1960 implicó, entonces sí, la adopción de un concepto movimientista y una práctica que se ajustó al mismo, pero no el retorno a un quehacer meramente intelectual.

La primera etapa del MIR-P (1955-1959) se caracterizó por su adscripción al marxismo-leninismo y su marcada proximidad con el trotskismo, una cercanía relacionada con la defensa de la teoría de la revolución permanente y con el rechazo de la táctica de frente popular. La segunda etapa se abrió a partir de que la dirección de la organización se fue identificando cada vez más, a lo largo de 1959 y 1960, con las posiciones del maoísmo chino y sobre todo del castrismo cubano, lo que la llevó a distanciarse de la orientación filotrotskista que había mantenido hasta entonces.

Hemos señalado las distintas aristas de la reorientación impulsada por Frondizi a partir de 1959. Por un lado examinamos su aspecto teórico, poniendo de relieve que su lectura del proceso cubano implicó la adopción de un concepto etapista de la revolución socialista. Por otro lado describimos cómo este giro se materializó en una nueva línea política orientada a intentar obtener la aceptación de las demás corrientes y figuras junto a las cuales se pretendía integrar un Movimiento de Liberación Nacional.

La reorientación del MIR-P implicó un cambio en su posición frente al peronismo, al cual trató de aproximarse a partir de 1960. Tanto la prédica de Cooke como la aparición del “peronismo de izquierda” y de la guerrilla de los Uturuncos, así como despertaron simpatías en otras organizaciones, fueron factores determinantes del viraje impulsado por Frondizi. Pero aquellos solo operaron como tales sobre la base de la influencia del castrismo cubano. El MIR-P, por lo tanto, solo a partir de 1960 se incorporó a la corriente que seguía la mayor parte de la izquierda argentina de la época. El MIR-P creció y se desarrolló en la medida en que procuró delimitarse del peronismo, mientras que se dividió, perdió fuerza y acabó disolviéndose en la medida en que, en sintonía con la mayor parte de la izquierda argentina, adoptó una postura nacionalista para tratar de borrar o reducir las diferencias con el movimiento justicialista.

En síntesis, la posición teórica y política de los principales dirigentes del MIR-P, como Frondizi y Kaplan, se vio profundamente modificada al calor de la Revolución Cubana y el conflicto chino-soviético. Desde la publicación del folleto Bases, en efecto, la actuación del grupo estuvo orientada a la búsqueda de la unidad entre la izquierda y ciertos sectores del peronismo o el nacionalismo “popular”. A lo largo de la primera mitad de la década del 60 la agrupación adoptó, a través de su principal dirigente, posturas que buscaban converger con el peronismo, los desprendimientos del radicalismo intransigente, sectores del catolicismo e incluso de las Fuerzas Armadas. En un contexto de reflujo del movimiento obrero, de avance del vandorismo (una nueva burocracia sindical peronista encabezada por Augusto Vandor, líder nacional de la Unión Obrera Metalúrgica) y del humanismo católico en el estudiantado universitario, el nacionalismo de izquierda que Frondizi formuló en 1960 fue despojándose de todo elemento socialista hasta convertirse, hacia 1964, prácticamente en un nacionalismo a secas.

De nuestra investigación se desprende también una reflexión sobre las vicisitudes de la izquierda argentina a partir del primer gobierno de Perón. En el ámbito académico ha sido muy común, desde 1983 en adelante, caracterizar la evolución de la izquierda en los años 60 y 70 mediante la oposición entre las categorías de “vieja y nueva izquierda” (v. gr. Tortti, 2006 y 2014). A lo largo de los últimos años, el uso de esta antinomia ha sido cuestionado por historiadores como Califa (2018) o Mangiantini (2018 y 2021). Es evidente que el MIR-P fue una de las nuevas organizaciones de izquierda que surgieron en la década del 50 en la Argentina, tales como el PSRN, Acción Socialista, el PSA o el grupo trotskista El Proletario. Su orientación política, sin embargo, se caracterizó durante más de un lustro por su tajante oposición al peronismo, distinguiéndose precisamente en ese punto de muchas de las demás organizaciones más antiguas o igualmente nuevas –como el PC, el Movimiento Obrero Comunista (MOC) de Puiggrós, el PSRN o las corrientes trotskistas– que para entonces ya estaban dando pasos para acercarse –por distintas vías– al movimiento justicialista. El viraje de la agrupación en 1959-1960 tuvo varias características usualmente asociadas al concepto de “nueva izquierda”, tales como la identificación con el castrismo cubano y el maoísmo chino, la aproximación al ala radicalizada del peronismo o la simpatía por el método guerrillero. Pero la misma reorientación representó el retorno de Frondizi a posiciones políticas de su época liberal: como demostramos en nuestra tesis de doctorado, el “frente nacional” que impulsó a partir de 1960 se inscribió en la misma matriz conceptual que en 1945 le había servido para defender la “unidad democrática” contra Perón. El giro provocó, además, el cuestionamiento de toda una camada de jóvenes militantes, que rompieron con la conducción praxista y fundaron nuevas organizaciones. Todos estos elementos colocarían al MIR (Praxis) del lado viejo de la línea divisoria. Recurrir al esquema binario referido, en síntesis, no contribuye a la comprensión de la historia de la izquierda argentina en el período en que actuaron las y los praxistas.

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1. A lo largo de este artículo utilizamos los términos “castrismo cubano” y “maoísmo chino” para referirnos a los gobiernos encabezados por Fidel Castro y Mao Tse-Tung. Con estas expresiones no aludimos, por lo tanto, a las corrientes políticas que surgieron en Latinoamérica con ideas afines a aquellos.

2. Silvio Frondizi, “Ni integración nacional ni frente de clases: reagrupamiento de izquierda”, Revolución, año III, nº 19, noviembre de 1958, p. 1.

3. “El grupo Praxis aclara noticias inexactas” (Buenos Aires, 5 de abril de 1955), en CESA. Órgano del Centro de Estudios Sociales Americanos. Boletín Latinoamericano, año 3, s/n° (febrero-marzo [abril] de 1955), p. 8, mayúsculas en el original.

4. “Un programa para el progreso del pueblo trabajador”, en Revolución, año I, nº 3, febrero de 1956, p. 6, y nº 4, mayo de 1956, p. 8.

5. “A los trabajadores”, en Liberación, año I, n° 1, noviembre de 1955, p. 3.

6. “Unidad, independencia, democracia y politización del movimiento obrero”, en Revolución, año I, nº 2, diciembre de 1955, p. 2; “Los trabajadores deben construir su propio partido político”, en Revolución, año I, n° 3, febrero de 1956, p. 6; Marcelo Torrens [Claudio Perinetti], “La reforma estatutaria de sindicatos y la nueva ley”, en Revolución, año II, n° 7, mayo de 1957, p. 2.

7. “Por el reagrupamiento sindical de los trabajadores argentinos”, en Revolución, año II, n° 6, enero de 1957, p. 4.

8. Marcelo Torrens [Claudio Perinetti], “La reforma estatutaria de sindicatos y la nueva ley”, en Revolución, n° 7, mayo de 1957, p. 2.

9. Marcos Kaplan, “Seguidismo oportunista o realismo revolucionario”, en Revolución, año III, nº 22, febrero de 1959, p. 1.

10. Marcos Kaplan, “Seguidismo oportunista o realismo revolucionario”, en Revolución, año IV, nº 24, abril de 1959, pp. 2-3.

11. Ángel Marini, “La posición comunista frente a la revolución socialista”, en Revolución, año III, nº 22, febrero de 1959, p. 4; Néstor Rojo y G.E.E. [Gustavo Ezequiel Etkin], “Socialismo Amarillo: en Austria teme un ‘exceso de socialismo’ y en la Argentina coincide con los órganos imperialistas”, en Revolución, año III, nº 15, 1º de julio de 1958, p. 3.

12. “Unidad, independencia, democracia y politización del movimiento obrero”, en Revolución, año I, n° 2, diciembre de 1955, p. 1; Marcos Kaplan, “La clase trabajadora no necesita tutores”, en Revolución, año I, n° 4, mayo 1956, p. 5.

13. “Nuestra participación”, en Revolución, año III, nº 12, abril de 1958, p. 3.

14. Mario Reles [Mario Podgaetzky], “«Milagro» chino”, en Revolución, año III, nº 21, enero de 1959, p. 3.

15. Luis Guzmán [Luis J. Píriz], “‘Coexistencia Pacífica’”, en Revolución, año IV, nº 30, octubre-noviembre de 1959, p. 1; Mariana Ayala [Martha Schteingart], “La mujer china”, en Revolución, año V, nº 34, abril de 1960, p. 2.

16. Reproducido en 1958: Los Frondizi, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2008, sección “Plan Conintes”.

17. Carmine de Lipsis, “A colloquio con il fratello di Frondizi”, en Paese Sera, Roma, año XIII, nº 50, 28 de febrero-1 de marzo de 1961, p. 5, traducción nuestra.

18. Durante las postrimerías de la dictadura militar autodenominada “Libertadora”, por ejemplo, el abogado reivindicaba a Lenin por haber sostenido que a la clase obrera no debía importarle si con su política “perdía a la burguesía que tarde o temprano pasaría con armas y bagajes al frente de la contrarrevolución. Tal era la verdadera disyuntiva: o tras la burguesía hacia el compromiso, o con el campesinado hacia la revolución (Frondizi, 1958, p. 259, las itálicas corresponden a negritas en el original). Se trataba de una de las tesis que el dirigente bolchevique había defendido en su célebre folleto Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, citado por Frondizi en La realidad argentina.

19. “Perspectivas del congreso de la C.G.T.”, en Movimiento. Por un Movimiento Popular Revolucionario [en adelante, Movimiento], año I, n° 3, octubre de 1961, p. 8. Ver también “Buscar el camino nacional”, en Movimiento, año I, n° 1, junio de 1961, p. 9. El punto de vista opuesto, rechazando cualquier posibilidad de un “camino nacional” al socialismo, había sido sostenido pocos años antes por Frondizi (1959a, pp. 51-52).

20. “La otra cara de la unidad”, en Movimiento, año I, n° 1, junio de 1961, p. 3.

21. “Cómo actuar y para qué”, en Movimiento, año I, nº 1, junio de 1961, p. 7.

22. Cf. “Fuerza Autónoma Popular de Moreno. Declaración de principios y programa”, en Movimiento, año I, n° 4, diciembre de 1961, pp. 2-3.

23. “La reacción conservadora intenta copar el peronismo”, en Movimiento, año I, n° 2, agosto de 1961, p. 7; “1955-1961: de la derrota a la victoria con un Movimiento Popular Revolucionario”, en Movimiento, año I, n° 3, octubre de 1961, p. 5.