Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, nº 26
septiembre 2025 - febrero 2026
ISSN 2313-9749
Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas

El MIR del Perú: una organización concebida para iniciar la lucha armada (1959-1965)


Jan Lust

Pontificia Universidad Católica del Perú
Lima, Perú
janlustvanzeeland@gmail.com.
ORCID: 0000-0002-8093-1010.

Título: The MIR of Peru: an Organization Conceived to Start the Armed Struggle (1959-1965)

Resumen: Este artículo describe el surgimiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Perú, desde sus inicios como una pequeña escisión del APRA hasta su derrota militar en 1965. Trata el contexto en el cual surgió, con énfasis en el movimiento campesino, sus concepciones teóricas y la preparación y desarrollo de la lucha guerrillera. Argumentamos que la organización estaba concebida para iniciar la lucha armada en Perú. Para este trabajo usamos fuentes bibliográficas y entrevistas con ex militantes de la organización. Concluimos que la preconcepción de iniciar la lucha guerrillera fue precisamente uno de los factores que causaron su fracaso militar.

Palabras clave: Perú – MIR – Guerrilla – Revolución – Izquierda.

Abstract: This article describes the rise of the Movimiento de Izquierda Revolucionaria in Peru, from its beginnings as a small split from APRA until its military defeat in 1965. It addresses the context in which it emerged, with emphasis on the peasant movement; its theoretical conceptions; and the preparation and development of the guerrilla struggle. We argue that the organization was conceived to initiate the armed struggle in Peru. For the preparation of this paper, we used bibliographic sources and interviews with former militants of the organization. We conclude that the preconception to initiate the guerrilla struggle was precisely one of the factors that caused its military defeat.

Keywords: Peru – MIR – Guerrilla – Revolution – Left.

Recepción: 29 de julio de 2025. Aceptación: 12 de octubre de 2025.

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El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Perú fue una organización que surgió del partido Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). La derechización del APRA, por un lado, y la Revolución Cubana, por el otro, motivaron a un grupo de apristas a fundar una nueva organización: APRA Rebelde. Bajo la influencia de la Revolución Cubana y la marxistización de la organización misma, esta pronto abandonó todas las viejas posiciones apristas. La izquierdización culminó con la creación del MIR.

El propósito del MIR fue contribuir a la revolución democrática, antioligárquica y antiimperialista, que debía sentar la base para la construcción del socialismo en Perú. Esta concepción fue el resultado del teorema que consideraba la sociedad como semifeudal. Porque no se había concluido la fase capitalista con todos sus derechos civiles liberales, primero era necesario que se instalara la democracia capitalista, obviamente bajo el mando político de las fuerzas revolucionarias. El MIR era de la opinión de que la única manera para que el pueblo pudiera tomar el poder era a través de la construcción del ejército popular y el partido de la revolución peruana.

Este trabajo no solo narra la historia del MIR, repasando documento tras documento, hecho tras hecho, año tras año. Aunque no queremos menospreciar este tipo de trabajos, pensamos en un ensayo más crítico, que puede ser de mayor utilidad práctica para las generaciones actuales. ¿Qué hacer y qué no hacer contra un sistema que está fundado y se desarrolla en base a la explotación laboral y la dominación sobre las grandes mayorías?

En este artículo tratamos de demostrar que el MIR fue concebido para iniciar la lucha armada en Perú. Esta preconcepción puede ser considerada como uno de los principales factores que contribuyeron a su propia derrota. Cuando los líderes de la oposición dentro del APRA fueron expulsados y crearon el Comité Aprista de Defensa de los Principios Doctrinarios de la Democracia Interna, ninguno pensaba en el socialismo o la actividad guerrillera. Las luchas campesinas en años anteriores a su fundación, la situación socioeconómica de las grandes masas, pero sobre todo el propio desarrollo teórico de sus líderes y el ejemplo de la Revolución Cubana como un proceso revolucionario exitoso, determinaron el camino de la organización.

La situación política y económica del Perú en la década del 60

La sociedad peruana se caracterizaba por una distribución extremadamente desigual de la propiedad, especialmente en las zonas rurales. En el interior del país, un 3% de los propietarios poseía el 83% de la tierra. En la costa la distribución era un poco mejor: 10% de los propietarios era dueño del 89%. En la selva era la más desigual, ya que el 3% de los propietarios tenía el 93% de la tierra. Para el Perú en su conjunto, esto significaba que alrededor del 12% de los propietarios poseían el 95% de la tierra (Letts, 1964, p. 27).

La distribución desigual de la propiedad en las zonas rurales tuvo su impacto en las condiciones de vida de las masas campesinas. Bajo el sistema de aquel entonces, los campesinos indígenas no tenían derechos políticos porque eran “analfabetos”, es decir, no hablaban español, sino el quechua o aimara o cualquier otra lengua minoritaria del Perú. Los descendientes de los pueblos originarios eran la mitad de los habitantes. A principios de los años 60, el 95% de la población rural vivía en casas sin ningún servicio de saneamiento o de comodidad (Malpica, s.f., p. 34).

La sociedad peruana estaba política, económica y militarmente dominada por el capital internacional en general, y por los Estados Unidos en particular. Perú era un país semicolonial: a pesar de tener una aparente independencia, era económica y políticamente subyugado por las metrópolis imperialistas (Allemann, 1974, p. 191). El capital extranjero controlaba la economía (Malpica, 1970, pp. 277-278; Béjar, 1969, pp. 13-14).

Al final de la década del 50, la extrema desigualdad en la distribución de la tierra generó levantamientos campesinos que buscaron derrocar el monopolio de un pequeño grupo de latifundistas. Uno de los más importantes se llevó a cabo en la provincia de La Convención y el distrito de Lares, ubicados en las afueras del departamento de Cusco, cerca de donde algunos años más tarde se encontrará el cuartel general del MIR.

La lucha del campesinado se expresaba en las “ocupaciones de tierras”, huelgas y sindicalización. El trotskista Hugo Blanco, miembro del Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR), era uno de sus principales líderes. En el período de enero de 1963 a julio de 1964 se llevaron a cabo 300 masivas “ocupaciones de tierras” en toda la sierra, con la participación de aproximadamente medio millón de campesinos (Letts, 1981, p. 33).

La lucha de los sindicatos campesinos fue respondida por el gobierno militar de los generales Ricardo Pérez Godoy y Nicolás Lindley López con represión y una pequeña reforma agraria que benefició solamente a 200 familias en La Convención (Encinas, 1986, p. 30). Aunque tras la detención de Hugo Blanco, el 30 de mayo de 1963, continuó la resistencia en el departamento de Cusco, el final estaba por acercarse. La lucha campesina terminó cuando, a comienzos de febrero de 1964, doscientos dirigentes campesinos, sindicalistas y estudiantes fueron detenidos (Neira, 1964, pp. 62-64). En mayo el presidente de la nación, Fernando Belaúnde Terry, implementó una reforma agraria igual que aquella que la junta militar había aplicado a través de decretos. Acabó así, después de una larga historia, el sistema de haciendas en La Convención (Encinas, 1986, p. 30).

En el contexto abierto por la Revolución Cubana de 1959, los Estados Unidos observaron el desarrollo político y económico del Perú con mucha atención (CIA, 1962, p. 3). Para evitar “una segunda Cuba” era necesario que se introdujeran reformas políticas, porque aquella revolución no era la causa del surgimiento de movimientos revolucionarios, sino que estos tenían a la situación socioeconómica como principal catalizador.

El 9 de junio de 1963 las elecciones presidenciales resultaron en una victoria para Belaúnde, quien ganó con un programa de reformas agrarias, descentralización, una reforma fiscal, la expropiación de algunas empresas extranjeras, un plan integral de carreteras, vivienda y servicios de salud, entre otras propuestas. El plan para llevar a cabo una reforma agraria, tomando en cuenta la lucha campesina en la provincia de La Convención (departamento de Cusco), fue una de sus principales propuestas. Los Estados Unidos habían apoyado la candidatura de Belaúnde: al igual que el Ejército, esperaban que fuera capaz de eliminar las condiciones de una revolución. Belaúnde fue considerado la encarnación de los objetivos de la Alianza para el Progreso (Cotler, 1978, p. 354).

La ley de la reforma agraria aprobada en 1964, la principal propuesta electoral de Belaúnde, muestra hasta qué punto llegó o podía llegar debido a, entre otras cosas, los obstáculos procedimentales planteados por la coalición derechista conservadora (APRA-UNO [Unión Nacional Odriísta]) que tenía la mayoría en el congreso. De los 8.975.496 acres que los expertos en agricultura consideraban necesarios para poder llevar a cabo una reforma agraria efectiva, en realidad el Estado solamente apropió 18,9%. Sólo 11.343 familias se beneficiaron de la ley, el 1% del número total de hogares proyectados (Petras y LaPorte, 1971, pp. 79, 82).

Los diferentes gabinetes encabezados por Belaúnde que intentaban llevar a cabo sus planes de reforma, no sufrieron, hasta 1967, una falta de recursos financieros que podría haber imposibilitado la implementación de las reformas. El gasto público creció más rápido que los ingresos y el Producto Bruto Interno (PBI). Más aún, durante el período de 1963-1966 el gasto público se duplicó como consecuencia del aumento de los sueldos del personal docente, el aumento de más del 50% del número de maestros de la educación primaria y secundaria, el aumento del gasto en pensiones y el crecimiento de las transferencias financieras a las universidades, entre otros. La inversión pública (carreteras, riego, vivienda, etcétera) aumentó, anualmente, en el período 1963-1966 en términos reales en un 20% (Kuczynski, 1980, pp. 74, 104, 107-108). Sin embargo, los cambios estructurales anunciados en la campaña electoral no fueron implementados.

Desde el APRA hasta el MIR

La historia política peruana del siglo pasado fue determinada, en gran parte, por el APRA y su líder Víctor Raúl Haya de la Torre. El APRA fue fundado en 1924 en México con la idea de convertirse en una agrupación continental contra el imperialismo. En los años 20, la organización contaba con secciones en la mayoría de los países latinoamericanos. Desde su fundación, el líder aprista mantuvo contactos con la Internacional Comunista (Comintern), pero en 1927 separó el APRA del movimiento comunista internacional.

Las características dictatoriales de los regímenes políticos del Perú favorecieron al APRA extraordinariamente. Durante décadas, pretendía que era el portavoz de la mayoría de los explotados y más oprimidos de la sociedad peruana.

Desde 1948 a 1956 el Perú fue gobernado por un dictador militar, el general Manuel Odría Amoretti. A lo largo de su gobierno, el APRA y el Partido Comunista Peruano (PCP) fueron prohibidos.

Treinta años después de su fundación, el APRA estaba perdiendo su imagen revolucionaria. Dentro del partido creció la idea de que los Estados Unidos podrían resolver los problemas del país (Valcárcel, 1953).

En 1956 el dictador Odría fue sucedido por Manuel Prado Ugarteche, que había ganado las elecciones presidenciales con los votos del APRA. Su familia pertenecía a las treinta más ricas del Perú y formaba parte de la oligarquía, un clan de 40 familias que ejercía el control sobre la economía (Bourricaud, 1969, pp. 25-26). El periodo gubernamental de Prado fue conocido como la Convivencia y se caracterizó por el apoyo que el APRA brindaba a su gobierno a cambio de su legalización, el regreso de su líder Haya de la Torre del exilio y de escaños en el congreso.

Entre el 10 y el 13 de octubre de 1959 se llevó a cabo la IV Convención del APRA. El entusiasmo sobre la Revolución Cubana, sus críticas a la Convivencia y a la derechización del APRA en general, motivó a algunos apristas a presentar una moción titulada “La realidad nacional y la línea política de la Convivencia”. Este documento fue un llamado a regresar a los principios ideológicos del APRA (Rojas, 1985, p. 14).

Los firmantes de la moción vieron en el apoyo que el APRA brindó al gobierno de Prado una ruptura fundamental con los cinco principios ideológicos del programa máximo continental de su partido. Estos principios eran: unidad política de América Latina; acción contra el imperialismo norteamericano; nacionalización de la tierra y la industria; internacionalización del Canal de Panamá; solidaridad con todas las clases y pueblos oprimidos. Estos fueron publicados en el libro de Haya de la Torre El antiimperialismo y el Apra (1926) y ahora no podían ser distribuidos entre los militantes apristas e incluso el líder prohibió la reimpresión de este libro (Cordero, s.f., p. 7; Manrique, 2009, p. 31).

Al grupo opositor le fue imposible presentar la moción (Pita, 1990, p. 5; Cristóbal, 1985, p. 215). Ni siquiera pudieron hablar en la convención; por ejemplo, a Carlos Malpica le pusieron una pistola en la cabeza cuando quiso tomar la palabra (Cristóbal, 1985, p. 216). La oposición fue amenazada de muerte (Fernández, 2007; Palacios, 2009). Los firmantes de la moción que no habían retirado sus firmas, fueron expulsados del APRA (Manrique, 2009, p. 328). El mismo día que fueron expulsados, los nueve líderes de la oposición crearon el Comité Aprista de Defensa de los Principios Doctrinarios de la Democracia Interna (abreviado en lo que sigue como Comité).

El Comité fue conformado por apristas que habían criticado la dirección del partido, y por esa razón habían sido expulsados, y por apristas que se habían quedado en el partido (no fueron expulsados), pero que habían sido marginalizados por sus críticas a la dirección. En el primer grupo se encontraron de veinte a treinta cuadros apristas, incluyendo muchos líderes estudiantiles. Algunos de ellos terminaron en el MIR.1 La dirección del Comité estaba en manos de Luis de la Puente Uceda.

En mayo de 1960 el Comité dio un paso importante hacia la construcción de una organización independiente porque todos los miembros del Comité habían sido expulsados del APRA y por lo tanto era imposible seguir trabajando dentro del partido (Cristóbal, 1985, pp. 216-218). En la primera reunión nacional (26-29 de mayo) se decidió cambiar el nombre de la organización por Comité Aprista Rebelde (APRA Rebelde) y el periódico en Voz Aprista Rebelde (Cristóbal, 1985, pp. 216-218).

El APRA Rebelde, como también el APRA, tenía sus partidarios principalmente en el norte del Perú.2 Allá, la construcción del APRA Rebelde fue abordada con gran diligencia. En el extranjero la organización estuvo representada en Argentina, Uruguay, Bolivia y Ecuador (Pita, 2004, p. 53).3 La organización contaba con 100 a 200 militantes y pertenecieron, en general, a la clase media.4

En agosto de 1960 se celebró en La Habana el I Congreso Latinoamericano de Juventudes. Un número de militantes del APRA Rebelde participaron en el evento y quedaron muy impresionados con la Revolución Cubana. El hecho de que Fidel Castro fuera miembro del Partido del Pueblo Cubano, más conocido bajo el nombre de Partido Ortodoxo –un partido comparable con el APRA–, ayudó a que el APRA Rebelde con facilidad se afiliara ideológicamente con la Revolución Cubana.5

Entre el 29 de octubre y el 1º de noviembre de 1960 hubo una importante reunión con cincuenta delegados en la ciudad de Chiclayo.6 En esta reunión se aprobó un manifiesto que significó un paso adelante en la marxistización de la futura organización guerrillera: el “Manifiesto de Chiclayo”. Sin embargo, contenía muchas ambigüedades. Se afirmaba que el APRA Rebelde estaba en contra de la explotación de la clase obrera, pero no proponía explícitamente la abolición del trabajo asalariado. Y mientras por un lado quería estimular el desarrollo del mercado interno, por otro lado, buscaba destruir las estructuras económicas que llevaban a la explotación de la población campesina, la clase trabajadora y la clase media. Finalmente, quería dar libertad de acción a los pequeños y medianos terratenientes, pero también quería suprimir la propiedad privada de los medios de producción. En el manifiesto se leía que el APRA Rebelde se basaba en el marxismo y que la clase obrera era la clase revolucionaria (Lust, 2013, pp. 249-251).

La fundación del MIR se llevó a cabo durante una reunión del APRA Rebelde los días 12 y 13 de marzo de 1962 (Rojas, 1985, p. 14). De la Puente no estuvo presente en esta reunión porque estaba encarcelado por haber matado a un aprista que lo había atacado.

El cambio del nombre no significó, sin embargo, un cambio en el carácter de la organización. La mayoría de los miembros aún provenía de la pequeña burguesía, alrededor del 70%, según Gonzalo Fernández Gasco, exdirigente del MIR.7

Las opiniones sobre cuán grande ha sido el MIR varían ampliamente. El número de militantes es muy difícil de determinar porque el MIR nunca llevó listas de militantes. Además, los diversos frentes guerrilleros no solamente reclutaron militantes, sino también los perdieron. En un texto de la CIA de 1965, se dice que el MIR consistió en, aproximadamente, 1.000 personas (CIA, 1965, p. 265). Dos años antes, el MIR fue considerado como la principal organización guerrillera peruana. Otras fuentes mencionan entre 100 y 150 militantes (Mercier, 1969, p. 146; Allemann, 1974, p. 211; Lamberg, 1972, p. 159). Según Ricardo Napurí Schapiro, un exdirigente de los inicios del MIR, este habría tenido entre 200 y 300 miembros (Flores, 1985, p. 20).8 Ricardo Gadea Acosta, ex dirigente del MIR, cree que la organización ha tenido unos 500 militantes. El MIR, según Fernández,9 estuvo representado en 18 departamentos.

La Revolución Cubana contribuyó significativamente a la formación y desarrollo de diversas organizaciones guerrilleras en América Latina. Sin embargo, estas surgieron como consecuencia de la situación política, económica y social de sus países, no fueron creadas desde afuera por los líderes cubanos. No obstante, el gobierno de Fidel Castro apoyó activamente a los grupos que se levantaron en armas.

El MIR y el ELN fueron las principales organizaciones peruanas que recibieron entrenamiento político y militar en Cuba. Fue también ahí donde las diferencias entre el MIR y el grupo de militantes que más tarde lideraría el ELN se manifestaron abiertamente. Fue en el periodo de abril-junio de 1962 que 72 miristas viajaron en grupos a Cuba para recibir formación política y militar.10 Marcharon con ropa guerrillera tanto de día como de noche, había cursos de manejo de armas, aprendieron varias técnicas de comunicación, y los cubanos les enseñaron estrategia y táctica guerrillera, entre otras.11

Durante los entrenamientos del MIR y del grupo liderado por Héctor Béjar Rivera, que más tarde junto con un grupo de estudiantes formó el ELN (en septiembre de 1962), surgió una propuesta de los cubanos para unir el MIR con el grupo de Béjar. Los miristas no aceptaron esta propuesta porque ya tenían su organización, su único objetivo en Cuba era entrenarse y su secretario general (Luis de la Puente) estaba detenido.12 Según Gadea, este problema causó que los cubanos dieran prioridad a los del ELN y como consecuencia los miristas quedaron casi un año en Cuba.13

Las diferencias políticas e ideológicas entre el MIR y el ELN no eran tan sustanciales que impidieran la unidad entre ambas organizaciones. Ambas consideraban la lucha armada como forma principal de la lucha, ambas pensaban que solamente en la lucha se podía llegar a la unidad revolucionaria y ambas se creían parte de un proceso que debía conducir a la creación del partido de la revolución peruana. Y aunque podía haber algunas diferencias respecto a la concepción del país, eso no estaba en debate (Lust, 2013, pp. 161-172, 260-272).

El problema entre el MIR y el ELN tenía que ver con sus orígenes y la concepción de organización. EL MIR tenía sus raíces en el APRA y los líderes del ELN en el PCP. Ambas organizaciones “madre” no eran amigas políticas sino enemigas. Por otro lado, el MIR ya había establecido una cierta estructura vertical con el jefe máximo Luis de la Puente. El ELN entendía que se debería tener una estructura vertical, pero no antes de la lucha armada.14 Pensaba que la lucha misma haría surgir los líderes.

Las concepciones teóricas del MIR

El MIR consideraba la sociedad peruana como semicolonial y semifeudal. El aspecto semicolonial fue descrito en el Manual de capacitación ideológica, un texto elaborado por De la Puente para capacitar campesinos, como sigue:

Los países oprimidos, que también se conocen con el nombre de países semicoloniales o dependientes, son aquellos que teniendo una aparente independencia están sujetos económica y políticamente a las metrópolis imperialistas. Aquí funcionan gobiernos títeres, que sojuzgan a los pueblos y defienden los intereses imperialistas. Estos gobiernos entregan las riquezas nacionales, someten al país a los designios del imperialismo y mantienen la opresión contra el pueblo para que soporte el yugo. Ellos reciben a cambio empréstitos, ayuda diplomática, propaganda y armas. (De la Puente, 1980, p. 59)

La dependencia del imperialismo significaba que el Perú estaba subordinado a los Estados Unidos (ídem, 1980, p. 198).

El líder del MIR veía al Perú como una semicolonia, pero amplió este concepto con el término “colonialismo interno”:

Nuestro país no está integrado social ni económicamente. No existe la unidad nacional. Existe un Perú costeño o citadino y un Perú real, serrano y campesino, lo cual es muy perjudicial para el desarrollo de la nacionalidad. Se puede afirmar que existe un colonialismo interior, siendo la sierra y la selva las regiones coloniales mientras la costa, especialmente las ciudades, cumplen el papel de región colonialista y explotadora. (De la Puente, 1980, p. 204)

En una sociedad semifeudal –afirmaba– existían tanto las relaciones de producción feudales como capitalistas (ídem, pp. 210-211); con esta idea confluía la de que en el Perú existían seis clases sociales: a) los terratenientes, b) la gran burguesía, c) la burguesía nacional, d) la pequeña burguesía, e) la clase campesina y f) la clase obrera. Y dado que faltaba la revolución democrática capitalista, el MIR consideraba que la primera tarea era luchar por ella (De la Puente, 1973a, p. 14; 1973b, p. 20).

La revolución democrática era considerada una revolución popular, nacional y agraria. En el boletín mirista El Guerrillero, refiriéndose a la “Proclama revolucionaria al pueblo peruano” difundida por la organización, se sostenía que…

[…] la revolución ha comenzado. No es una revolución “comunista” (aunque los comunistas puedan participar en ella como todos los peruanos), sino un profundo movimiento nacional, auténticamente popular, de los campesinos, obreros, estudiantes, gentes de la clase media, industriales y comerciantes no monopolistas, profesionales, técnicos, intelectuales, contra los autotitulados “dueños del Perú”, o sea la ínfima minoría de grandes latifundistas y banqueros multimillonarios, y contra el amo extranjero que los maneja, el imperialismo yanqui. Este movimiento nacional y popular, tan peruano como Machu Picchu, tiene como supremos objetivos: la independencia, la democracia, la industrialización y el desarrollo económico del Perú: mediante la nacionalización de nuestras riquezas naturales y una reforma agraria integral; dentro de una forma propia, nativa, peruana, de economía planificada socialista; para el bienestar y la felicidad de cada peruano. (Mercado, 1967, p. 177)

La burguesía era demasiado débil para llevar a cabo la revolución democrática, que solo podría materializarse mediante una alianza entre las clases obrera y campesina. Esta última tendría un papel dominante en la alianza, por ser la más grande y la más explotada (Cordero, 1966, pp. 55-56). El campesinado era considerado el motor de la revolución.

La lucha armada era visualizada como el único medio que podía privar a la clase dirigente de su poder (MIR, 1973a, p. 14). Además, era esencial para el establecimiento del socialismo. Un análisis de las condiciones objetivas no era necesario porque, según el secretario general del MIR, “ellas no solo están maduras, sino que lo han estado siempre. No creo que haya un país en América Latina, que presente las condiciones infra y supraestructurales, tan injustas, tan carcomidas, tan arcaicas como las nuestras” (De la Puente, 1973a, p. 8). Incluso, la historia ha demostrado que la toma del poder es violenta (De la Puente, 1980, p. 95).

La primacía de la lucha armada no significaba que no se debía combatir a la clase dominante con otras formas de lucha (MIR, 1980, p. 130).15 Sin embargo, la guerrilla poseería una serie de cualidades que podrían ayudar a desarrollar las condiciones subjetivas para la revolución:

En cuanto a las condiciones subjetivas, partimos de la concepción de que ellas no están puramente dadas, pero que el inicio del proceso insurreccional será factor desencadenante para su perfeccionamiento en la integración, con caracteres tales que no es posible imaginar. (De la Puente, 1973a, p. 8)

La guerra irá creando las condiciones que faltan. [...] Una guerra de esta naturaleza, desencadenadora de todas las potencias heroicas de las masas, no necesita inevitablemente de tan mezquinos recursos para ir creando las condiciones revolucionarias. Si algunas faltan, ella misma las irá creando en el camino. (MIR, 1973a, p. 5)

El MIR era un movimiento y se consideraba parte de un proceso que debía conducir a la creación del partido de la revolución peruana (MIR, 1964, p. 26). La creación del partido que llevaría el pueblo hacia el socialismo debería ser el producto de la lucha. Como se lee en Nuestra posición:

Tan solo en la lucha se irán fundiendo las diferencias y las desconfianzas provenientes de distintos factores, pero sobre todo del diferente grado de aproximación al nivel más elevado de la misma. Consideramos la unidad como un objetivo fundamental, mas cuyo logro es un proceso. No nos apresuramos, por eso, ni desesperamos. Ella se irá logrando a distintas fuerzas dispuestas a unificarse, será conveniente mantener la autonomía de las organizaciones hasta determinada etapa en que nuevas condiciones lleven a la conformación del partido único de la revolución peruana. (MIR, 1973a, p. 6)

La construcción del partido de la revolución peruana no era suficiente para alcanzar la revolución. Además, era esencial que se estableciera un frente único conformado por una gran diversidad de clases y capas sociales, sectores y profesiones, bajo la dirección de la alianza de la clase obrera y el campesinado (MIR, 1973a, p. 6).

Dentro de la alianza de las clases obrera y campesina, la dirección correspondía a la primera porque la ideología proletaria “es –decía De la Puente– la ideología de la única clase que, aliada con el campesinado, puede conducir el proceso de liberación de nuestra patria” (MIR, 1973a, pp. 17-18). Eso significaba que la dirección tenía que estar en manos de un partido marxista-leninista:

Considerando nuestra condición de país subdesarrollado, que sufre la agresión conjunta de latifundistas, grandes burgueses e imperialistas, es indispensable la unidad de los sectores explotados campesinos, obreros, pequeña burguesía y sectores progresistas de la burguesía nacional, dentro del frente único con hegemonía de la alianza obrero-campesina representada por el partido marxista-leninista. (De la Puente, 1973a, p. 11)

A la burguesía, grande o pequeña, nunca se debería dar la dirección del frente único porque así “la revolución será convertida en una revolución burguesa y no en una revolución socialista” (De la Puente, 1980, p. 96).

La ida al campo y la construcción de los frentes guerrilleros

En 1963 y 1964 el MIR empezó a prepararse para el envío de sus cuadros al campo. Decisiva fue una reunión en Santiago de Chile en octubre de 1963. Elio Portocarrero Ríos, un ex dirigente del MIR, narra:

Allá se discutía una cosa que era fundamental: el planteamiento de Lucho de la Puente de iniciar la preparación del movimiento guerrillero. […] En Santiago de Chile se discutía la formación de los grupos guerrilleros, las etapas. Hubo un esquema de discusión que él presentó y que a través del cual planteaba el proceso de la formación de los grupos guerrilleros en varias etapas, desde el establecimiento del grupo, coger la zona, los requisitos que debería tener la futura zona guerrillera, el inicio del trabajo en la zona con los sectores campesinos, etcétera. Ese esquema es el esquema insurreccional que debería ser aplicado en cada una de las zonas de acuerdo a las distintas circunstancias.16

Después de esa reunión todo se aceleró. El 6 enero de 1964 De la Puente y otros miristas fueron detenidos bajo la sospecha de organizar una conspiración contra Haya de la Torre. El 7 de febrero aquel pronunció un discurso ante 30.000 personas en una manifestación, en la Plaza San Martín de Lima, organizada por el Frente de Liberación Nacional (FLN), el PCP, el FIR y el MIR, sobre el camino que la izquierda debía seguir.

Entre el 22 y el 30 de marzo se llevó a cabo una reunión crucial del Comité Central. Fue allí que se aprobaron los documentos Nuestra posición, el Esquema sobre el desarrollo de la lucha armada y los estatutos de la organización (MIR, 1980, p. 22). En el mencionado Esquema… se describieron las tareas que la organización debía cumplir dentro de un plazo de tres meses, tras los cuales se iniciarían las acciones armadas. Sin embargo, en base a la experiencia obtenida, en una reunión del Comité Central de diciembre de 1964 se aprobó el documento El esquema de la lucha armada. En este texto, versión modificada del anterior, se describían muy detalladamente las tareas que debían llevarse a cabo antes y durante la guerrilla, tanto en zonas rurales como en las ciudades (Lust, 2013, p. 302).

El esquema de la lucha armada consistía en cuatro etapas que fueron subdivididas en varios pasos. Solamente la primera fase fue completamente desarrollada, es decir, el establecimiento del grupo armado en el campo, que culmina con el inicio de sus acciones armadas. Las otras etapas eran: establecimiento de zonas liberadas; inversión de la correlación de fuerzas a escala nacional, guerra popular generalizada y asalto al poder; consolidación de la revolución, integrándola en el proceso revolucionario latinoamericano y mundial (MIR, 1973b, p. 3).

El MIR había planeado construir, en tres meses, 6 frentes guerrilleros repartidos en todo el país.17 La dirección nacional se establecería en la provincia de La Convención (departamento de Cusco, ceja de selva). La guerrilla que se construyó allá llevó el nombre de Pachacútec. En el departamento de Piura se construiría un frente guerrillero en la provincia de Ayabaca (sierra), denominado Manco Cápac. En la provincia de Jaén del departamento de Cajamarca se trató de levantar la unidad guerrillera de Atahualpa (ceja de selva). El frente César Vallejo debía hacer sus trabajos en el departamento de La Libertad, provincia de Pataz, distrito de Parcoy (sierra), situado en la frontera con el departamento de San Martín. Al frente guerrillero del departamento de Junín (sierra peruana) se dio el nombre de Túpac Amaru. La sexta unidad (sin nombre) fue planeada en la provincia de Cutervo (ceja de selva), departamento de Cajamarca (Mercado, 1967, p. 136; MIR, 1980, p. VI; Portocarrero, 1968, p. 102).18

Los frentes guerrilleros tenían en sus zonas independencia política y militar, pero a nivel nacional estaban bajo un mando político que se ubicó en el Cusco. Cada unidad tenía mando político y mando militar. El resto de la unidad desarrollaba actividades políticas, logísticas y militares.

La guerrilla Pachacútec fue capaz de montar 7 campamentos. Entre cada uno había de tres a cuatro kilómetros y en los alrededores, en las vías de acceso a Mesa Pelada, habían instalado puestos de guardia.19 Cada campamento tenía una función específica. El nº 1 fue un centro de recepción y coordinación de tareas logísticas. En el nº 2 se daba formación marxista a los militantes que estaban trabajando en la red de apoyo.20 El nº 3 fue el punto de partida para los viajes de reconocimiento.21 En el nº 4 se llevaban a cabo las reuniones del Comité Central y otras del partido. El nº 7 servía para dar clases en el manejo de armas (Guevara, 1972, p. 5). El trabajo en los campamentos fue variado; debían crear caminos secretos, estudiar el área y hacer depósitos de armas y alimentos. Además se daba formación política, discutían la estrategia y las tácticas de la guerrilla y se hacían ejercicios de tiro.22 De la Puente ofreció charlas y estudiaron la problemática del campesinado.23

La idea de construir varios frentes guerrilleros se basó en razones geográficas y militares. “Es requerido –escribió De la Puente (1973a, p. 11)– teniendo en cuenta la extensión de nuestro país, y su falta de integración geográfica, vial, lingüística, racial y cultural, contar con varios focos guerrilleros para el inicio y desarrollo de las acciones”.

Los tres meses que el MIR pensaba necesitar para un exitoso inicio de la lucha guerrillera fueron dedicados a las preparaciones militares.24 Por el énfasis puesto en el aspecto militar, según Arturo Aranda Arrieta, ex militante del MIR, se dejó el trabajo político de masas.25

En octubre de 1964 el Comité Nacional de Coordinación (CNC) convocó a una reunión con los frentes guerrilleros. El CNC era un órgano de coordinación que tenía como tarea cuidar la comunicación entre los frentes, organizar el apoyo logístico y garantizar la presencia política del MIR en las ciudades, entre otras labores. En esta reunión se hizo el balance de la preparación guerrillera. Durante la presentación de los diferentes informes, los miristas se daban cuenta de que todavía debían hacer mucho trabajo político para que la lucha guerrillera realmente pudiera comenzar. En eso no se había pensado cuando en marzo de 1964 se aprobó el Esquema sobre el desarrollo de la lucha armada.26 La reunión concluyó que la organización debería ir a conectarse con las organizaciones campesinas para que se crearan en las regiones guerrilleras bases de militantes.27 El inicio de las acciones fue condicionado por el desarrollo del trabajo político.

El comienzo y final de la guerrilla del MIR

En abril de 1965 se decidió que la lucha armada debía iniciarse porque la policía estaba haciendo incursiones en la zona donde el líder del MIR se había instalado (Gadea, 1988, p. 6). Como consecuencia, el 11 de abril se publicó una declaración de la guerrilla Pachacútec en el boletín del Partido Revolucionario Obrero y Campesino (PROC), donde De la Puente, desde Cusco, anunciaba el inicio de las acciones.28 El 2 de mayo una entrevista a De la Puente fue publicada en el diario limeño Correo.29 En el primer plano se incluyó una foto de él en atuendo guerrillero y se reveló su ubicación.

En junio de 1965 el frente Túpac Amaru, en el centro del país (departamento de Junín), que contaba con alrededor de 50 militantes (MIR, 1980, p, VII; Artola, 1976, p. 14), incluyendo dos mujeres jóvenes, Victoria Navarro y Eusebia Bravo,30 inició sus acciones. Junto con el del Cusco, fueron los únicos dos frentes que realmente entraron en acción. Ambas unidades tenían una cierta (pero incipiente) inserción social, expresada en el liderazgo sobre la Federación de Campesinos de Satipo por parte de la guerrilla Túpac Amaru, su participación en el Comité Ejecutivo de la Confederación Campesina del Perú (CCP),31 y la construcción de una red de simpatizantes campesinos en la zona.32 Los otros dos frentes habían sido detectados antes del comienzo de la lucha y los frentes en Jaén y Ayabaca se habían unido en uno nuevo. Sin embargo, este último se replegó por no estar listo para el combate (Lust, 2013, pp. 321, 328).

Al final de junio, De la Puente “rehízo” el error de la foto en Correo y llenó un cuestionario que fue enviado por la revista semanal Caretas. La entrevista apareció en el número del 25 de junio al 6 de julio de 1965, con fotos de la zona guerrillera en el sur del país. Entonces las fuerzas de represión sabían exactamente la localización del líder del MIR y pudieron preparar sus ataques con mucha precisión.

Las acciones del frente guerrillero Túpac Amaru empezaron, explicaba el jefe de esta unidad Guillermo Lobatón Milla, con “el asalto a una mina, la voladura de un puente en la carretera a Satipo, antes de la hacienda Runatullo, en el asalto a esta hacienda por un grupo, y en el asalto a la comisaría de Andamarca por otro grupo, todo el mismo día” (Mercado, 1982, p. 166).

Las acciones fueron un éxito rotundo, no solo por lo que fue expropiado (armas, municiones, explosivos y víveres), sino también y, sobre todo, por el impacto que tuvo en los campesinos, que tenían la esperanza de que por fin serían liberados de la opresión. Algunos pidieron entrar en la guerrilla, con la idea de que después de las acciones podrían continuar trabajando en sus chacras.33

Luego de 10 días de varios ataques a haciendas, enfrentamientos con la Guardia Civil, el ejército y un ataque al cuartel del ejército, la guerrilla Túpac Amaru empezó a tener fama nacional. El diario Correo llegó a decir que era muy posible que el Che Guevara estuviera en Junín: el 19 de junio se leía en la portada: “Che Guevara en Andamarca”.34

El 27 de junio se llevó a cabo una acción muy importante en la historia del MIR: Yahuarina. Una unidad de 17 guerrilleros, apoyada por 30 campesinos, emboscó la Guardia Civil. Murieron nueve policías. (Gadea, 1968, p. 38; Guardia, 1972, p. 14) Este ataque marcó el punto de inflexión, porque a partir de allí el gobierno peruano tomó en serio las actividades guerrilleras. Anteriormente consideraba que los asaltos eran obra de abigeos. Lentamente la guerrilla fue desplazada, mediante unidades contraguerrilleras y del Ejército, hacia la zona selvática del país.

El desplazamiento de la guerrilla no significó que ya no pudiera desarrollar acciones militares, sino que no lograron expandirse. Aunque hubo ataques a un cuartel ocupado por Rangers y puestos del ejército, enfrentamientos con la Guardia Civil y la Guardia Republicana, y la guerrilla ocupó una misión religiosa, por ejemplo, fueron las fuerzas represivas las que comenzaron a determinar las fechas y lugares de las acciones. La guerrilla empezó a perder sus campamentos y principales líderes. El 7 de enero de 1966 murió Lobatón, el número dos del MIR.35

La historia de la guerrilla del Cusco fue completamente distinta. Esta unidad de alrededor de 40 militantes (MIR, 1980, p. IX) no llevó a cabo acciones ofensivas sino solamente defensivas. En Mesa Pelada estaba, además del cuartel general, también un frente guerrillero independiente llamado Pachacútec. La dirección estaba formada por Luis de la Puente, Rubén Tupayachi, Enrique Amaya, Paúl Escobar, Antonio Guevara y Albino Guzmán (MIR, 1980, p. IX). Igual que en el caso de la guerrilla Túpac Amaru, desarrollaba un trabajo para insertarse en el campesinado. En 1964, según Escalante (2006, p. 70), ya había logrado tomar la dirección de la Federación Provincial de Campesinos de la Convención y Lares. El trabajo político en las ciudades no fue considerado oportuno.

El inicio de las acciones por la unidad Túpac Amaru no ocurrió en un buen momento para los guerrilleros en el sur. No solamente estaba desarrollando un trabajo en los sindicatos campesinos, sino también había puesto el énfasis en las preparaciones políticas de la lucha guerrillera en vez de militares. Además, cuando se iniciaron las acciones en el departamento de Junín, casi inmediatamente comenzó la represión militar en el Cusco porque el paradero de Luis de la Puente era conocido.

En general la guerrilla Pachacútec se limitó a retirarse y huir. Solo una vez las fuerzas represivas fueron atacadas (Mercado, 1967, p. 174). La limitación de la guerrilla no solo fue consecuencia de su falta de preparación militar, sino también del hecho de que De la Puente estaba enfermo (tenía asma y una úlcera) y que un dirigente del MIR (Albino Guzmán) había delatado todos los campamentos del frente y sus contactos. El 8 de octubre “cayó” Mesa Pelada (Guardia, 1972, p. 8). Dos semanas después, el 23 de octubre, el líder del MIR fue asesinado en la aldea de Choquellohuanca, en los alrededores de Amaybamba.36 Con su muerte fue liquidado el frente Pachacútec.

Conclusiones

La derrota del MIR era previsible porque estaba concebido para iniciar la lucha armada. Todos los otros posibles caminos hacia una transformación revolucionaria estaban ocupados por corrientes políticas como el PCP, la organización izquierdista electoral FLN y los trotskistas del FIR. Además, el surgimiento del MIR fue fuertemente influenciado por el movimiento campesino y la victoria de la Revolución Cubana.

El hecho de que, ya a comienzos de 1962, en el MIR se hubiera esbozado el camino a las armas, puede explicar una cierta falta de homogeneidad en sus concepciones políticas. Es evidente que estas fueron tomadas de diferentes corrientes del marxismo como el maoísmo (la revolución democrática) y el guevarismo (crear las condiciones subjetivas para el proceso revolucionario). Las etapas y las fases esbozadas en el Esquema de la lucha armada se pueden atribuir a la influencia del pensamiento estratégico de Mao Tse-Tung. Por otro lado, la particularidad política, económica, social y cultural del país puede explicar que la organización tomara conceptos de diferentes fuentes marxistas.

La preconcepción de iniciar la guerra de guerrillas causó que la organización no se diera el tiempo para desarrollarse política, ideológica y socialmente. Tres meses después de su fundación, los miristas viajaron a Cuba para recibir entrenamiento político-militar. Se quedaron más de un año, y casi inmediatamente después de su regreso se desarrolló la reunión en Santiago de Chile, en la cual se decidió crear unidades guerrilleras. Sin embargo, su inserción política en la sociedad peruana era incipiente. Un año después se elaboró el Esquema de la lucha armada.

La mencionada preconcepción también puede explicar por qué los miristas no tomaron en cuenta que no había una situación revolucionaria en el país. Por ejemplo, la clase dominante peruana no sufrió, ni antes ni durante los “años guerrilleros”, una crisis de existencia. La primera condición objetiva de Lenin para considerar una situación como revolucionaria no existió. Tampoco la situación de la clase oprimida, la segunda condición, había empeorado enormemente (Lenin, 1973, p. 100).

Siguiendo a Lenin (1973, p. 100; 1961, p. 219), tampoco las condiciones subjetivas estaban “completas”. El nivel de conciencia de clase era bajo y varias organizaciones de izquierda luchaban por la hegemonía. Sin embargo, la idea de crear estas condiciones predominaba. Aparte de la concepción del MIR de que todos los cuadros deberían ir al campo (una mala lectura de la experiencia guerrillera en Cuba), y por el apuro en iniciar la lucha armada, no lograron desarrollar bases en las ciudades o estas eran muy frágiles. Las bases en el campo estaban en desarrollo. Y aunque pensaban que a lo largo de la lucha se crearía el partido de la revolución peruana, una vez formulado este objetivo prescindieron de desarrollar, durante sus preparaciones militares, las estructuras y procesos que podrían facilitar la fundación del mismo. En el Perú de 1965 la situación no estaba madura para comenzar la lucha armada. Tampoco el MIR estaba en condiciones de desarrollarla con una cierta posibilidad de éxito.

La derrota no significó el final del MIR. Aunque en los años 1966-1967 se intentó establecer, bajo la dirección de Enrique Amaya Quintana, un frente guerrillero en la provincia de Paucartambo (departamento del Cusco), pronto eso fue descartado con el asesinato de Amaya en abril de 1967. En los años siguientes el MIR se fragmentó en el MIR-El Militante, MIR-Yahuarina, MIR-4ta Época y MIR-Voz Rebelde, entre otros.

La corta duración de la lucha guerrillera del MIR, como también del ELN, contrasta con su importancia histórica en el Perú. En primer lugar, ayuda a contextualizar el golpe de estado del general Juan Velasco Alvarado, del 3 de octubre de 1968, contra el gobierno del presidente Belaúnde. La junta militar que gobernó en el período 1968-1975 llevó a cabo, en parte, la reforma agraria por la cual el MIR se había alzado en armas. Algunos ex guerrilleros como Elio Portocarrero empezaron a trabajar para el gobierno militar.

En segundo lugar, la organización Partido Comunista Peruano-Por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui (PCP-SL), que luchó en los años 80 y 90 del siglo pasado, tomó de la lucha guerrillera del MIR algunas importantes lecciones, especialmente con respecto a su preparación. El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), que combatió en el mismo período, fue el resultado de la confluencia de algunas organizaciones, entre otras del MIR-El Militante. El MRTA se consideró continuación de los grupos guerrilleros que surgieron después y bajo el impulso de la Revolución Cubana.

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1. Entrevista con Mario Antonio Malpica, Lima, 14 de abril de 2005.

2. Entrevista con Julio Rojas, Lima, 2 de septiembre de 2006.

3. Entrevista con M.A. Malpica, cit.; entrevista con J. Rojas, cit.

4. Entrevista con Pedro Calenzani, Lima, 4 de julio de 2006; correspondencia con Ricardo Napurí, 12 de octubre de 2005.

5. Entrevista con M. A.Malpica, cit.

6. Entrevista con Gonzalo Fernández, 28 de marzo de 2004.

7. Entrevista con Gonzalo Fernández, cit.

8. Entrevista con Ricardo Napurí, Lima, 8 de diciembre de 2003.

9. Entrevista con Gonzalo Fernández, cit.

10. Entrevistas con G. Fernández (17 de abril de 2004), Sigifredo Orbegoso (Trujillo, 7 de mayo de 2005) y Luis Velásquez (Chiclayo, 29 de diciembre de 2006).

11. Entrevistas con G. Fernández (17 de abril de 2004), Tulio Gálvez (Lima, 17 de febrero de 2005) y L. Velásquez (cit.). El MIR recibió también apoyo por parte de la República Popular China. Los entrenamientos que duraron entre 5 y 8 meses contaban con la participación de alrededor de 30 a 40 miristas (entrevistas con Elio Portocarrero, Estocolmo, 28 de abril de 2005; J. Rojas, cit.; Carlos Morillo, Quillabamba, 21 de septiembre de 2006; Antonio Guevara, Cusco, 17 de septiembre de 2006 y L. Velásquez, cit.). También hubo entrenamientos en Corea del Norte y Vietnam. Los aproximadamente 20 miristas que fueron a Corea del Norte, además de recibir instrucción política, aprendieron el manejo de armas y a vivir del campo (entrevistas con Gregorio Luján, 24 de mayo de 2008; A. Guevara, cit.; Juan Córdova, Trujillo, 5 de mayo de 2007). Los 5 miristas que viajaron al Vietnam solamente recibieron una capacitación política (entrevista con Ricardo Gadea, Lima, 1º de mayo de 2003).

12. Entrevista con R. Gadea, cit.

13. Ibid. Ver sobre este problema también Portocarrero (2011, pp. 106-107).

14. Entrevista con Héctor Béjar, Lima, 31 de marzo de 2003.

15. El Guerrillero, nº 16, 28 de noviembre de 1965; Boletín de Información de la Revolución Peruana: Comando Nacional de Coordinación ELN-MIR-FALN, diciembre de 1965, pp. 17-18.

16. Entrevista con E. Portocarrero, cit.

17. De la Puente expone el programa del movimiento guerrillero: llamada a la formación de un frente único antiimperialista y antioligárquico. Unidad, órgano del Partido Comunista Peruano. año 9, nº 93, 1965, p. 6.

18. Ver también periódico Unidad.

19. Entrevista con A. Guevara, 17 y 18 septiembre de 2006.

20. Ibid.; entrevista con C. Morillo, cit.

21. Entrevista con A. Guevara, 17 de septiembre de 2006.

22. Ibid.; entrevista con Abraham Risco, 9 de agosto de 2009.

23. Entrevista con C. Morillo, cit.

24. Entrevista con Ricardo Gadea, 6 de marzo de 2004.

25. Entrevista con Arturo Aranda, Lima, 13 de septiembre de 2007.

26. Entrevistas con Ricardo Gadea, 1º de mayo de 2003 y 17 de febrero de 2005.

27. Ibid.

28. Boletín Semanal Obrero y Campesino, 1965, pp. 1-2.

29. “En el Cusco. ¡De la Puente comanda guerrilla!”, Correo, Lima, 2 de mayo de 1965, pp. 1-2.

30. Entrevistas con Donato Hinojosa (Huancayo, 10 de junio de 2006), Eusebia Bravo (Huancayo, 8 de julio de 2006) y Arturo Aranda (9 y 13 de septiembre de 2007).

31. Antonio Meza Bravo, La última entrevista, Informe (s.f.) [1979], Lima, pp. 12-13.

32. Entrevista con J. Córdova, cit. Sobre el apoyo del campesinado, ver también Brown y Fernández, 2001, pp. 94-95.

33. Entrevista con E. Bravo, cit.

34. “¡Che Guevara en Andamarca!”, Correo, Lima, 19 de junio de 1965, p. 1.

35. “En refriega con las Fuerzas Armadas. ¡Murió Lobatón!”, Correo, Lima, 9 de enero de 1966, p. 1.

36. “De la Puente Uceda murió con otros 7”, El Comercio, Lima, 25 de octubre de 1965, p. 1.