¿Un nuevo marxismo en Brasil? La trayectoria de Polop (1961-1967)
Universidade Estadual de Feira de Santana - Laboratório de História e Memória da Luta de Classes
Feira de Santana, Brasil
ORCID: 0000-0002-2655-0225
eurecoelho@uefs.br
Título: A New Marxism in Brazil? The History of Polop (1961-1967)
Resumen: La Organização Revolucionária Marxista Política Operária (Polop) es vista, frecuentemente, como pionera en la superación teórica del estalinismo y en la renovación del marxismo en Brasil, el punto de partida de la “nueva izquierda” brasileña. Este artículo contextualiza y expone, de modo sintético, la trayectoria de Polop y recupera el proceso de elaboración de sus tesis consideradas innovadoras. Al examinar su trayectoria, por un lado, relativizamos la idea de su carácter teórico pionero y, por otra parte, resaltamos aspectos innovadores en la praxis de la organización que aún han sido poco estudiados.
Palabras clave: Polop – Izquierda – Marxismo – Brasil – Frente Único.
Abstract: The Organização Revolucionária Marxista Política Operária (Polop) is often seen as a pioneer in the theoretical overcoming of Stalinism and in the renewal of Marxism in Brazil, the starting point of the “new left” in Brazil. This article contextualizes and exposes, in a synthetic way, the Polop trajectory and recovers the process of elaboration of its theses presented as innovative. By examining its trajectory, on the one hand, we relativize the idea of its theoretical pioneerism and, on the other hand, we highlight innovative aspects in the praxis of the organization that have not been studied much.
Key-words: Polop – Left – Marxism – Brazil – United Front.
Recepción: 14 de agosto de 2025. Aceptación: 13 de octubre de 2025.
* * *
La Organização Revolucionária Marxista Política Operária (en adelante, Polop), fundada en 1961, ocupó un espacio prácticamente vacío en el espectro de la izquierda marxista de Brasil. El Partido Comunista Brasileño (PCB), alineado con su par soviético, ejerció un virtual monopolio del marxismo en todos los espacios donde estaba presente. El Partido Comunista de Brasil (PCdoB), mucho más pequeño, representaba la ortodoxia estalinista. Fuera del estalinismo, la presencia de marxistas era rara y se limitaba a una pequeña organización trotskista, el Partido Obrero Revolucionario (POR), y a intelectuales y grupos independientes que actuaban localmente en ciudades como Río de Janeiro, San Pablo y Belo Horizonte. En oposición al PCB y separada del trotskismo, Polop se posicionó fuera de las dos principales corrientes internacionales del marxismo de la época y estuvo presente en varios estados de Brasil. Representaba algo nuevo, sin duda, pero ¿en qué aspectos y hasta qué punto? Este artículo se propone reabrir la cuestión revisando la trayectoria de la organización.1
Una parte importante de la historiografía destaca el carácter original de Polop. Autores que tuvieron algún vínculo con la organización utilizan con frecuencia expresiones como “fragua innovadora” (Meyer, 2021) o hacen fuerte énfasis en la idea de que Polop “introdujo en el país, como agrupación política organizada, la tesis del carácter socialista de la revolución” (Leal, 1992, p. 32). Se trata de variantes de la autoimagen de la misma organización, que siempre se presentó como expresión de la “renovación de la izquierda en el país”, necesaria porque la “vieja izquierda […] se ha desgastado y se mostró incapaz de seguir el ritmo del desarrollo del que tanto habló”.2 Pero la dicotomía nueva/vieja también es adoptada por investigadores sin conexión con la organización. Desde el trabajo de Reis Filho y Sá (2006), la expresión “nueva izquierda” se extendió progresivamente a lo largo de la historiografía académica brasileña para tipificar organizaciones con poco en común, aparte del hecho de surgir entre 1960 y 1970 y oponerse al PCB.3 El término parecía hecho a medida para Polop, ya que el adjetivo “nuevo” allí se refería a un marxismo que, más que oponerse al “viejo” PCB, sería portador de contenidos teóricos originales. Incluso para un autor con poca simpatía por la organización, esta actuó “sembrando ideas” (Reis Filho, 2007, p. 57).
Además de ser el punto de partida de un movimiento de diversificación y multiplicación de las organizaciones de izquierda, incluidas algunas que adoptaron la lucha armada (una de las cuales contó con la participación de la estudiante Dilma Rousseff, futura presidenta de Brasil), Polop fue vista como un lugar de renovación del propio marxismo. Intelectuales que posteriormente se hicieron muy conocidos como Ruy Mauro Marini, Theotônio dos Santos, Vânia Bambirra y Paul Singer, entre otros, fueron activistas de Polop. Esto ayuda a explicar el gran interés que suscita su historia. Los primeros análisis, publicados en los últimos años de la década de 1980, surgieron con los trabajos que abrieron el campo historiográfico de la izquierda en Brasil (Morais, 1989; Gorender, 1990; Reis Filho, 1990; Ridenti, 1993). A excepción del último, los demás fueron escritos por exmilitantes y buscaron explicaciones a la derrota de la izquierda frente a la dictadura en lo que consideraban errores de sus fundamentos teóricos comunes. No necesitaban hacer una reconstrucción más detallada de la trayectoria de Polop (o de las demás organizaciones) ya que, para justificar el balance negativo, bastaba analizar un resumen de lo que sería su programa. En cualquier caso, fue a través de estos resúmenes y de la transcripción de algunos documentos, especialmente del Programa Socialista para o Brasil (PSpB), que un público más amplio comenzó a conocer a Polop.
Más tarde aparecieron estudios dedicados específicamente a la historia de Polop, que presentaban informaciones más precisas sobre sus orígenes, sus espacios de actuación, su proceso de maduración teórica, sus posiciones en diferentes coyunturas, sus luchas internas y la crisis que provocó una traumática división en 1967 (Mattos, 2002; Oliveira, 2007; Reis Filho, 2007). La posterior disponibilidad de nuevas fuentes documentales impulsó la investigación dedicada a temas más específicos. En esta tercera etapa, la historiografía sobre Polop abordó problemáticas tan diversas como la influencia de la Revolución Cubana en la organización (Sales, 2013), los enfrentamientos con el PCB por la cuestión nacional (Coelho, 2016), la discusión interna sobre la construcción del partido obrero (Brito, 2016), la caracterización de la dictadura y las tácticas para enfrentarla (Coelho, 2014), la lucha armada (Coelho, 2020), las dificultades de la relación con la clase obrera (Borges, 2017), el papel de su principal dirigente, Eric Sachs (Correa, 2014), la formación teórica de las organizaciones que le dieron origen (Oliveira, 2016) y el aporte de la organización a la génesis de la Teoría de la Dependencia (Seabra, 2020). La tesis doctoral de Noberto (2021) es hoy el trabajo más completo sobre la historia de Polop.
En la mayor parte de esta bibliografía está presente, de diversas maneras, la hipótesis de la originalidad de Polop en la izquierda marxista brasileña. Sin embargo, esta idea no ha sido problematizada en profundidad ni siquiera en los casos en que no se asume el argumento. En las siguientes páginas examinaremos esta suposición a la luz de la propia historia de la organización, reconstruida de forma sintética. Los resultados que obtuvimos muestran que la originalidad de Polop no estuvo en la definición del carácter socialista de la revolución brasileña, sino en la estrategia diseñada para esta y en las formas en que encaminó sus objetivos. Abordaremos la cuestión a partir de tres aspectos: el desafío de construir el partido revolucionario, la estrategia para actuar en la lucha de clases y la elaboración de su programa.
Por un partido revolucionario
A fines de la década de 1950, cuando avanzaban las articulaciones que darían origen a Polop, había evidencias sólidas de que el desarrollo del capitalismo, acelerado a partir de 1930, había cambiado prácticamente todas las dimensiones de la vida nacional. La tesis históricamente defendida por el PCB, de que en países como Brasil el imperialismo impedía el crecimiento económico, se volvió insostenible. El crecimiento promedio anual del PBI entre 1951 y 1960 fue un impresionante 7,4%, uno de los más altos del mundo, y fue liderado por el sector más moderno de la economía, la industria. Las crecientes masas de plusvalía producidas por el trabajo industrial aumentaron la participación de la industria en el valor agregado total de la economía (VAB) del 25% en 1950 al 33,2% en 1960, mientras que la participación de la agricultura cayó del 25,1% al 18,3% en el mismo período.4 El volumen físico de la producción industrial se duplicó entre 1944 y 1956.5 En las ciudades los cambios fueron más visibles. En 1960 la población urbana pasó a ser el 45% del total (se convirtió en mayoría en menos de una década), frente al 36% en 1950.6 La fuerza laboral empleada en la industria se duplicó entre 1939 y 1959. Un proceso de sindicalización subordinado al Estado incorporó a millones de trabajadores que así se constituyeron en un factor político de alto impacto, especialmente en los mayores centros urbanos.
Todo esto ocurrió sin que la burguesía brasileña hubiera roto sus vínculos con el imperialismo o el latifundio, frustrando así otra expectativa del PCB. La expansión y modernización económica no fueron incompatibles con la reproducción de lo que se llamó “atraso”, un fenómeno indescifrable si se observaba desde la perspectiva etapista del PCB. En 1960, en las mismas ciudades donde prosperaba la industria, uno de cada 10 niños moría antes de cumplir un año (Yunes y Ronchezel, 1974), mientras la esperanza de vida al nacer apenas superaba los 50 años y el 40% de la población mayor de 15 años era analfabeta.7 En el campo, aunque la producción de valor de cambio superó con creces la de valor de uso, prevalecieron relaciones laborales semiasalariadas de diversos tipos, a menudo combinadas con formas de sujeción personal. En las ciudades, los salarios mantenían en 1966 casi el mismo valor que en 1944 (Oliveira, 1972). Según el PCB, este escenario sería característico de la etapa precapitalista en la que se encontraba la sociedad brasileña. Superar esta etapa dependía de la revolución burguesa, de cuya necesidad los comunistas intentaron convencer a la propia burguesía. Desde su V Congreso (1960) el PCB admitía que esa revolución podría desarrollarse por la vía pacífica.
Tres partidos burgueses dominaron la escena política ocupada con anterioridad, casi exclusivamente, por representantes de la clase dominante rural: la União Democrática Nacional (UDN), de extracción predominantemente urbana y formalmente comprometida con el discurso liberal y anti-Vargas; el Partido Social Democrático (PSD), fuertemente anclado en las resistentes y poderosas oligarquías del interior del país, y el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB), con bases sólidas en los círculos sindicales, liderazgo pequeño burgués, algunos patrocinadores empresariales y estrechamente relacionado al liderazgo de Getúlio Vargas y, tras su muerte, a su disputado legado político.8 Aliados, a pesar de muchas diferencias, el PTB y el PSD ganaron todas las elecciones presidenciales entre 1946 y 1955. El último de esos presidentes fue Juscelino Kubitschek, que gobernó con un fuerte programa económico de desarrollo (su lema “cincuenta años en cinco” se hizo famoso). En 1960, al final de su gobierno, ganó las elecciones el candidato apoyado por la UDN, Jânio Quadros, quien dimitió siete meses después de asumir el cargo, en agosto de 1961, allanando el camino para el ascenso del vicepresidente, João Goulart, considerado el principal heredero de Vargas.9 El PCB, proscrito, y el Partido Socialista Brasileño (PSB), muy pequeño, tenían poca influencia en los espacios políticos institucionales.
Polop surgió en un momento en que la temperatura de la lucha de clases subía rápidamente en las ciudades, con huelgas y movilizaciones populares, y en el campo, donde las Ligas Campesinas lideraban un proceso sin precedentes de luchas por la reforma agraria. Desde que Goulart asumió el poder, aumentaron las movilizaciones por “reformas básicas”, dirigidas a sectores estratégicos como la universidad, el sistema tributario y, el más sensible de todos, la estructura agraria. Sin embargo, el control estatal sobre el movimiento sindical y el compromiso del PCB con el desarrollismo burgués fueron factores de contención de las luchas: el líder del PCB, Luís Carlos Prestes, censuró el “exceso de huelgas”, y los comunistas se opusieron a la consigna “reforma agraria por la ley o por la fuerza” (apoyada por las Ligas) y sacrificaron la independencia de clase. Este fue el diagnóstico crítico compartido por los tres pequeños colectivos cuya aproximación condujo a la fundación de Polop: la Liga Socialista Independiente (un grupo de orientación luxemburguista), la Juventud Socialista (cobijada en el PSB) y la Juventud Trabalhista, vinculada al PTB y formada por militantes del movimiento estudiantil de Belo Horizonte.
Los vínculos entre los tres colectivos ya eran significativos en la segunda mitad de 1959, cuando se publicaron los dos únicos números de Movimiento Socialista, revista cuyo editor y mayoría de redactores se convirtieron más tarde en fundadores y dirigentes de Polop. Allí aparecieron ideas que formaron parte de las bases teóricas y programáticas de la organización: la crítica al nacionalismo y al desarrollismo, la lucha contra la injerencia estatal en los sindicatos, la caracterización de la sociedad brasileña como capitalista, la denuncia de la política de conciliación de clases y el sometimiento de la lucha obrera a los intereses de la burguesía, la exigencia de una interpretación revolucionaria del marxismo y la condena de sus caricaturas reformistas fabricadas por el PCB. La “rendición incondicional al estalinismo”, escribió bajo un seudónimo un casi desconocido Ruy Mauro Marini, su “capitulación ideológica completa, incondicional”, convirtió al PCB en un obstáculo para la lucha revolucionaria en Brasil, situación que imponía a los revolucionarios un objetivo primordial: “La formación de una vanguardia realmente marxista, la organización política independiente de la clase obrera estaba a la orden del día” (Thomas, 1959, p. 33). La misma posición sostuvo, unos meses después, la Juventud Socialista: “la principal tarea de los marxistas brasileños consiste en la formación de un partido independiente de la clase obrera”.10 Con este objetivo se convocó, en enero de 1961, el congreso que fundó a Polop.
La formación del partido revolucionario fue el centro de las preocupaciones de la organización a lo largo de toda su historia. La tarea se dividió en dos movimientos: en el ámbito teórico, la elaboración de un programa socialista para Brasil; en el terreno práctico, el intento de construir un Frente de Izquierda Revolucionaria (FER) y, al mismo tiempo, la expansión y penetración de la organización en la clase obrera. Polop no se veía a sí misma como el partido, sino como la iniciadora del proceso de su construcción que, para ser viable, requeriría la participación de otras fuerzas activas en las luchas sociales y comprometidas con el mismo objetivo: “Al unificar sus fuerzas, los grupos de izquierda estarán en mejores condiciones de participar en la lucha y orientarla hacia una verdadera lucha de clases –y es dentro de este proceso que se formará el Partido–”.11 El llamado a construir el FER estuvo dirigido explícitamente a organizaciones que Polop definió como revolucionarias, una lista que sufrió cambios a lo largo del tiempo dependiendo de la posición que tomó cada una en diferentes circunstancias. Sin ocultar las diferencias, como la que existía con el PCdoB respecto al estalinismo, el enfoque se basó en la convergencia entre organizaciones que criticaban el reformismo del PCB, veían la “lucha antiimperialista como un momento de la lucha por el socialismo” liderada por los obreros y campesinos y concebían “dentro del marxismo-leninismo el derrocamiento del Estado burgués por la clase obrera y campesina [para] formar, dentro de estas, cuadros marxista-leninistas para darles una vanguardia consecuente”.12 El llamado, lanzado repetidamente desde 1962, no encontró acogida favorable por parte de sus destinatarios, aunque la agitación contra el reformismo tuvo resonancia después del golpe de 1964.
El movimiento en el plano teórico, como veremos, tuvo más éxito. No obstante, con el fracaso del FER y de los esfuerzos de crecimiento y arraigo de clase, que discutiremos a continuación, la construcción del partido revolucionario no se produjo. Seis años después de su congreso fundacional, Polop continuaba afirmando que constituir tal partido “sigue siendo la gran tarea de la vanguardia revolucionaria del país, la premisa de la revolución socialista”.13 Por lo tanto, su principal objetivo no se había logrado.
Polop no fue la primera organización que, aglutinada en torno a críticas al reformismo del PCB, intentó formar un partido marxista revolucionario en Brasil. A partir de 1930 hubo diferentes colectivos trotskistas orientados con el mismo objetivo, pero desaparecieron en las narrativas sobre la “nueva izquierda” (Ferreira, 2005). La diferencia de Polop fue el modo en que formuló el objetivo y trabajó para su realización, comenzando por el FER, una iniciativa que no era nueva en términos de táctica, pero que era inusual como proyecto de construcción de partido. Además, a pesar del consenso sobre la necesidad de crear un partido revolucionario, la tarea fue asumida por una organización consciente de que nacía de “la unión de varios grupos heterogéneos, de jóvenes que en su mayoría provenían del nacionalismo, por lo tanto, sin formación marxista-leninista”.14 La heterogeneidad de los grupos que la formaban y la inmadurez teórica de la mayoría, a pesar de las evidentes afinidades que los unían, fueron una base muy frágil para una construcción rápida. A pesar de la autoidentificación unánime como marxista-leninista, no existía filiación con corrientes marxistas internacionales, por lo que la organización no adoptó una plataforma de referencia programática para impulsar su propio desarrollo. Sin una posición hegemónica definida al interior de la misma, ningún grupo o liderazgo implementó sus propias concepciones y la organización optó por mantener abierto el debate sobre el programa durante varios años. El proceso de discusión, interrumpido por el golpe empresarial-militar de 1964, se reanudó en 1966 y solo concluyó con la aprobación del PSpB en el IV Congreso.
Algunos observadores entienden que Polop no era más que un grupo intelectual, especializado en criticar el reformismo y el nacionalismo, que “se mostró incapaz de desarrollar una alternativa táctica viable” (Gorender, 1990, p. 36), pero este juicio es, por lo menos, parcial. La historia de cómo Polop buscó viabilizar su proyecto insertándose en las luchas obreras merece una mirada más detallada.
La estrategia del Frente Único
En la estructura sindical oficial predominaba ampliamente la corriente trabalhista, ligada al PTB y al Ministerio de Trabajo, con los que el PCB construyó alianzas desde mediados de los años 50. Era evidente que una organización pequeña y reciente como Polop tendría dificultades para establecer posiciones fuertes dentro del movimiento obrero, que era uno de sus objetivos estratégicos. La opción fue dirigir el trabajo de agitación y propaganda hacia los cuadros sindicales medios (“delegados sindicales, miembros de consejos obreros, militantes anónimos que animaban e impulsaban la vida sindical y la lucha en las fábricas, huelgas, etc.”), que serían la “vanguardia ya politizada, pero no corrompida” por el peleguismo y el reformismo.15
El principal instrumento para esta tarea fue, por supuesto, un periódico. Posiblemente por la escasez de recursos, el primer número de Política Operária salió tarde, en enero de 1962, y solo circularon trece números hasta el golpe de abril de 1964. A partir del octavo número, de enero de 1964, la periodicidad fue más corta y regular, la calidad gráfica mejoró, incluyéndose muchas fotografías, y su tirada llegó a 20 mil ejemplares, lo que sugiere que la organización alcanzó una audiencia importante, probablemente superando en algunos casos a los cuadros medios, y contaba con una estructura capaz de distribuir este material. La agenda se diversificó y empezaron a ocupar más espacio los informes sobre el movimiento sindical, los movimientos populares urbanos, el movimiento de trabajadores rurales y de militares de bajo rango que exigían el derecho al voto e incluso encabezaron algunas rebeliones armadas en 1963 (la “revuelta de los sargentos”).
Las informaciones sobre la presencia de Polop en movimientos organizados son escasas, pero sabemos que tuvo algún tipo de actividad en sindicatos gráficos y en las industrias de papel y cartón de San Pablo, en las empresas textiles de Rio de Janeiro y en los sindicatos de carpinteros de Minas Gerais. Hay información menos precisa sobre su accionar en Porto Alegre, Brasilia y Salvador pero, al menos en esta última y en las ciudades industriales de Minas Gerais, hubo una distribución regular de material de propaganda dirigido a los obreros. A pesar de ser pequeña, la presencia de Polop en el movimiento sindical fue lo suficientemente fuerte como para asegurar su participación en la primera reunión sindical nacional que creó el Comando General de Trabajadores (CGT), una organización central independiente de la estructura oficial y, por tanto, ilegal, que fue fundada en 1962 en medio de un movimiento creciente de luchas. Más allá de los sindicatos, Polop tuvo una presencia significativa en el movimiento estudiantil universitario de varios estados, estrechas relaciones con las Ligas Campesinas de Goiás, con el movimiento de los residentes de las favelas de Belo Horizonte y con el movimiento de los “sargentos” en Brasilia y Rio de Janeiro. Es razonable suponer, aun sin datos precisos, que hubo un crecimiento real de la organización y de su inserción en las luchas sociales que fue interrumpido por la represión posterior al golpe de 1964.16
La acción de masas de Polop se sintetizó en su política de Frente Único de Trabajadores de la Ciudad y el Campo, definido como “un pacto de acción común, defensivo y ofensivo” propuesto a todos los partidos de izquierda, incluidos los reformistas, los sindicatos y las ligas campesinas. El objetivo era unir y movilizar a los trabajadores a partir de “reivindicaciones de clase definidas en función de sus necesidades inmediatas, derivadas de su situación social como trabajadores”.17 Su carácter de clase lo oponía directamente al Frente Único Nacionalista y Democrático propagado por el PCB, una alianza muy amplia que involucraba a “la clase obrera, los campesinos, la pequeña burguesía urbana, la burguesía y los sectores terratenientes que tenían contradicciones con el imperialismo norteamericano”.18 La consigna de frente único clasista, destacada desde la primera página del primer número de Política Operária, estuvo permanentemente agitada en todos los ámbitos de acción y fue el eje de la actividad de masas de Polop hasta el golpe. A partir de 1963, la estrategia del Frente comenzó a tratar abiertamente la toma del poder con la incorporación de la consigna de “gobierno revolucionario de los trabajadores de la ciudad y el campo”, hegemonizado por la clase obrera y “apoyado por milicias obreras y campesinas y comandos de sargentos, cabos y soldados –es decir, el pueblo en armas–”, lo que debía ser una etapa de transición hacia la dictadura del proletariado.19
En marzo de 1964 la tensión entre las luchas por reformas básicas y la reacción conservadora y liberal alcanzó su clímax, con calles y plazas tomadas tanto por mítines a favor de las reformas como por las marchas “De la Familia con Dios por la Libertad”. El PCB se unió al Frente Progresista, una organización no partidista en defensa de las reformas liderada por políticos vinculados al presidente Goulart. Para Polop, el verdadero objetivo de esa articulación era frenar la lucha por las reformas y aislar a los sectores radicalizados, “asegurando al gobierno que las fuerzas populares no pedirán más de lo que se les daría”.20 Polop no descuidó el riesgo de un golpe de Estado, pero entendió que la “amenaza fascista” no sería anulada por la alianza con la burguesía y su gobierno. Era inútil intentar evitar el choque entre derecha e izquierda y era urgente prepararse para ello. En los centros urbanos aún era posible “vencer a la derecha a través del movimiento de masas”, si el movimiento obrero “se apoya sobre sus propias fuerzas”. En vísperas del famoso mitin del 13 de marzo, en la Central de Brasil, Política Operária publicó en primera plana: “Por el Frente Único de los Trabajadores de la Ciudad y del Campo, que derrotará la reacción fascista en todo el país”.21 Diecinueve días después de la manifestación, Goulart fue derrocado y comenzó la dictadura militar.
Polop, como toda la izquierda, fue duramente afectada por el golpe de Estado. En los primeros meses casi no hubo coordinación entre la dirección nacional y las restantes secciones regionales. Cuando recuperó su vida orgánica, a mediados de 1965, los espacios para la actuación legal eran mínimos y las discusiones priorizaron los problemas organizativos, agravados por la clandestinidad, y la evaluación del golpe y la dictadura para enfrentarlos. La cuestión programática prácticamente desapareció del debate interno. Sin embargo, en el segundo semestre de 1966, cuando se reanudó la discusión del programa, el Frente de los Trabajadores de la Ciudad y del Campo recuperó importancia y acabó incorporándose al PSpB.
En los términos en que fue formulada por Polop, la estrategia clasista del frente único era una novedad en la izquierda brasileña. La experiencia previa más importante había sido el Frente Único Antifascista (FUA), lanzado en 1933 por la trotskista Liga Comunista Internacional (LCI) (Almeida, 2005). El frente era básicamente un arma de defensa contra un enemigo común, la organización fascista Ação Integralista Brasileira. La concepción del FUA fue influenciada por los textos de Trotsky sobre el fascismo, en los que el revolucionario ruso atacaba el sectarismo de los estalinistas por descuidar el peligro fascista y promovía la necesidad de una alianza defensiva con la socialdemocracia, llamada por aquéllos “socialfascismo”. En el caso de Polop, el frente único era, al mismo tiempo, una alianza contra el enemigo común y un mecanismo para construir la unidad de clase en torno a sus intereses inmediatos. Era parte de la estrategia revolucionaria y de ninguna manera se restringía a contextos defensivos: “Organizando a las masas de la ciudad y del campo, es decir, la inmensa mayoría de la población del país, algún día tendrán que abordar el problema del gobierno, querrán dejar de ser oposición”.22
Lo que aquí aparece son afinidades con la estrategia del frente único defendida vigorosamente por Lenin y Trotsky y aprobada, en 1921, durante el tercer congreso de la Internacional Comunista (Riddell, 2015). En su significado original, la estrategia había sido dejada de lado por los partidos comunistas después de la muerte de Lenin, enterrada durante la fase ultraizquierdista del “tercer período” y falsificada por la posterior política de frentes populares. No hay evidencia de que la formulación de Polop estuviera guiada por las resoluciones de la Internacional, aunque uno de sus dirigentes, Érico Sachs, fue cercano a uno de los defensores históricos del frente único, August Thalheimer. Sea como fuere, es difícil cuestionar el carácter innovador de la propuesta en el campo marxista brasileño. Como en la versión original, se trató de una estrategia diseñada para sociedades capitalistas, lo que, en el caso de Brasil, tenía implicaciones para el abordaje del problema de la revolución.
Un programa para la revolución socialista en Brasil
Desde 1930, intelectuales y organizaciones trotskistas realizaron análisis del desarrollo desigual y combinado del capitalismo brasileño, del papel contrarrevolucionario de la burguesía nacional y de la configuración burguesa del Estado. Lo mismo ocurrió con el tema de la revolución socialista, que fue abordada desde la perspectiva del concepto de revolución permanente aplicado de diferentes formas.23 No es correcto considerar a Polop como pionera en la elaboración de las mencionadas tesis, aun reconociendo que ella desarrolló su estrategia sin partir de una referencia internacional y sí con un esfuerzo por sintetizar los diferentes aportes de los colectivos que la crearon. Lo que sí se puede decir es que de ese proceso resultó un abordaje más profundo y sistematizado de aquellos temas y que se incorporaron algunos elementos ajenos a las tesis trotskistas. Pero el camino que condujo al PSpB fue más accidentado de lo que podríamos imaginar si recordamos el consenso que hubo cuando se fundó la organización.
Ya desde su nacimiento, Polop disponía de una importante producción teórica, que incluía textos como –por citar solo documentos que están disponibles en línea– el estudio de Ruy Mauro Marini sobre la política desarrollista (Thomas, 1959), el ensayo de Paul Singer (1959) sobre la impotencia del nacionalismo burgués frente al imperialismo o la crítica a la línea del PCB planteada por Érico Sachs (Mendes, 1959). En 1962 Moniz Bandeira, miembro de la dirección de la organización, publicó una detallada tesis sobre el carácter socialista de la revolución brasileña, basada en el concepto trotskista de desarrollo desigual y combinado (Moniz Bandeira, 2023). Ese mismo año otro dirigente, Theotônio dos Santos, publicó una primera versión del marco teórico que, en su obra posterior, se convertiría en la teoría de la dependencia (Dos Santos, 1962). De estos textos, y de otros no mencionados, surgieron los insumos teóricos que, depurados y modificados por la discusión interna, fueron incorporados al programa de Polop. Es cierto que también existieron algunas discrepancias entre ellos, siendo la más visible la ausencia de referencia al partido de vanguardia en la alternativa política al nacionalismo burgués propuesta por Singer, o el uso abierto de conceptos trotskistas, que solo existieron en el libro de Moniz Bandeira.
En enero de 1963, en el segundo congreso, se avanzó un poco más en la elaboración programática. Una de las resoluciones presentó una reflexión más extensa estructurada en cuatro partes: 1) un análisis de la burguesía brasileña que, tras una breve revisión histórica de su ascenso y consolidación en el poder, se centró en las contradicciones que la atravesaron en las coyunturas más recientes; 2) un análisis de la izquierda, contextualizando los errores del reformismo, los desafíos y dificultades para la imprescindible construcción de alternativas; 3) una reflexión sobre el contenido concreto de las luchas de clases que se desarrollaban en el país y sus perspectivas; 4) por último, una formulación sobre el papel de la izquierda revolucionaria, siendo la construcción del partido revolucionario el objetivo más importante, y sobre los problemas tácticos que tendrían que ser superados.24 También se decidió que el próximo congreso, a desarrollarse en 1964, debería discutir y aprobar un programa revolucionario.
Eso no fue lo que pasó. La dirección nacional preparó un proyecto, pero después de discutirlo, el tercer congreso, en marzo de 1964, decidió que debía volver a las bases. El golpe militar, ejecutado pocos días después del congreso, anuló la planificación. Cuando se reanudó gradualmente la vida interna de la organización, en la segunda mitad de 1965, el contexto político había cambiado profundamente y Polop también se modificaba rápidamente. A la desarticulación organizativa provocada por la falta de preparación para operar en la clandestinidad se sumó una aguda crisis interna, con acusaciones de irregularidades y desacuerdos sobre las medidas de seguridad, que derivaron en expulsiones y deserciones. Se marcharon cuadros importantes, como Moniz Bandeira, Theotônio dos Santos, Vânia Bambirra y Ruy Mauro Marini, muchos de los cuales se exiliaron. Aparecieron grandes discrepancias sobre temas que parecían consensuados en las etapas previas de debate del programa. Uno de ellos fue sobre la guerrilla.
Desde sus inicios, Polop expresó su apoyo a la Revolución Cubana, llegando incluso a publicar textos de Fidel Castro en su periódico. Sin embargo, en cuanto a la guerra de guerrillas, la posición fue más matizada. Sin descartar del todo su eventual empleo, le asignó un papel secundario. Si bien el método había triunfado en Cuba, no podía cumplir el mismo papel en países como Brasil, Argentina y Chile, donde los puntos claves de la economía se ubicaban en las ciudades. En tales países “no es posible pensar en ganar una lucha de tal magnitud con un puñado de hombres armados […] al margen de las grandes masas”.25 Polop consideraba inevitable la lucha armada, pero la concebía dentro de parámetros más ortodoxos:
Es dando conciencia de clase y organizando al proletariado a partir de su lucha espontánea que la vanguardia revolucionaria lleva a las masas a agotar el arsenal de soluciones burguesas y la conduce a la fase insurreccional.26
En un artículo publicado pocos días antes del golpe, Moniz Bandeira (1964) explicó el “arte de la insurrección” como una acción armada de los obreros bajo la dirección del partido de vanguardia para la tomar el poder.
Después del golpe, cuando las actividades de masas se volvieron inviables, la defensa de la guerrilla como estrategia principal creció rápidamente dentro de la organización. A mediados de 1965 comenzaron a presentarse a la dirección nacional propuestas de preparación inmediata para la lucha armada, sugiriéndose la creación de “un comando militar nacional cuya tarea prioritaria será la organización de esas guerrillas [urbana y rural]”.27 Las demandas fueron directas: “Después de todo, ¿consideramos seriamente la posibilidad de un foco en el corto plazo, o es solamente un punto del MP que llevaremos a cabo si la «correlación de fuerzas» nos es favorable?”.28
A pesar de rechazar estas posturas, la dirección no pudo ignorar el hecho de que la guerrilla estaba ganando un apoyo creciente dentro de las filas de la organización y comenzó a desarrollar una propuesta que intentaba combinar aquella con los postulados básicos de Polop. En el documento que presentó una versión inicial de la propuesta, la dirección afirmaba que la guerrilla, “cuando se enmarque en una estrategia general de lucha revolucionaria, se convertirá en el catalizador de la clase obrera y el instrumento práctico de la alianza obrero-campesina en el país”. Invirtiendo la perspectiva anterior sobre la guerrilla, que la subordinaba a la madurez política de los obreros, se le asignó el papel de “despertar a la clase a la acción revolucionaria” a través del “ejemplo de la lucha abierta contra la dictadura”.29 Sin embargo, la superposición del foco guerrillero a principios estratégicos anteriores no fue suficiente para aliviar la tensión de la lucha interna. De hecho, la formulación y desarrollo teórico del concepto, llevado a cabo por Érico Sachs, intensificó las divergencias, que no serían superadas. El debate preparatorio del IV Congreso demostró que la discrepancia sobre el problema de la lucha armada, ciertamente la más aguda, no era la única y que la conciliación era imposible.
Bajo el liderazgo de Sachs se creó una corriente que, a pesar de ser la mayoritaria y controlar la dirección nacional, no logró hegemonizar la discusión sobre una plataforma de consenso. En el campo opuesto, los grupos minoritarios que se estructuraron no tenían mucho en común más que la oposición al sector mayoritario. El proyecto de programa elaborado por la dirección nacional recibió golpes de direcciones opuestas: por un lado, el texto fue atacado por vacilar ante la urgencia de la lucha armada y, por el otro, por ser “subjetivista”, proveniente de una dirección que “solo tiene una cosa que decir a las masas: tomemos el poder”.30 En el debate se presentaron tesis completamente ajenas a las referencias fundacionales de Polop, como una estrategia maoísta de “revolución nacional democrática popular” que implicaba una guerra popular revolucionaria guiada por la definición del “enemigo principal” (el imperialismo) y que tendría que librarse en el campo, “donde está el nudo gordiano del sistema, el modo de producción pre-capitalista”.31 El resultado previsible del choque entre posiciones tan dispares se produjo en el congreso: el PSpB, presentado por la dirección nacional, fue aprobado por una diferencia de apenas dos votos, y quienes se opusieron rompieron con la organización. Poco después, la corriente ganadora se fusionó con algunos grupos disidentes del PCB y creó el Partido Obrero Comunista (POC), que adoptó el PSpB, extinguiendo a la Organización Revolucionaria Marxista Política Obrera.
En gran medida, el programa aprobado fue una síntesis coherente del repertorio teórico común de Polop desde sus orígenes, pero hubo elementos introducidos durante el período de aumento de las discrepancias. Uno de ellos aparecía en la primera parte del documento, que describía el escenario internacional como una nueva etapa del imperialismo, la “cooperación antagónica”, caracterizada por el equilibrio entre potencias bajo la hegemonía norteamericana.32 El resto del análisis de la situación internacional repitió tesis conocidas y, hasta entonces, consensuadas. El “campo socialista”, aunque imponía restricciones a la expansión del imperialismo, solo podía desarrollarse en dirección al comunismo si el socialismo triunfaba a escala global. Además, el asedio imperialista y el aislamiento produjeron “un control burocrático sobre el primer Estado Obrero, que afectó las relaciones entre los partidos comunistas y entre los países socialistas”, reemplazando el internacionalismo obrero por la “sumisión de los partidos de los países capitalistas a los partidos que ya estaban en el poder”.33
En América Latina, una “región capitalista subdesarrollada”, la Revolución Cubana había abierto una nueva etapa histórica al mostrar a las masas explotadas, a través de la práctica, “que la única forma de liberación absoluta del yugo imperialista consiste en el derrocamiento de la propia clase dominante, en la revolución socialista”.34 Pero se advertía que, además de sociedades con una economía limitada a la exportación de monocultivos, como Cuba, existían países industrializados en la región, lo que requería una apropiación creativa de la experiencia cubana y no su transposición directa.
La mayor parte del texto estaba dedicada al análisis de la sociedad brasileña y en ella se describía cómo el capitalismo industrial se había desarrollado en las últimas décadas, convirtiéndose en el sector económico dominante y tomando el poder estatal. La burguesía brasileña, formada tardíamente, apareció en un mercado mundial dominado por los monopolios y solo se desarrolló en asociación con ellos, de los que dependía para obtener capital y maquinaria. El PSpB afirmaba que la permanente sangría de capitales a través de remesas de ganancias al exterior se compensaba con la mayor explotación de los trabajadores, bajando su nivel de consumo. En el latifundio, que no era un elemento externo al sistema capitalista del país, las altas tasas de explotación de los trabajadores rurales ayudaban a la acumulación de capital disponible para la industria, pero también restringían el consumo interno. Así, en una economía capitalista subdesarrollada como la brasileña, se manifestaba con máxima intensidad la contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada, transformando a esos países en lo que Lenin llamaba la “antesala de la revolución mundial”. En estas sociedades, cualquier ataque al imperialismo o al latifundio tocaba los cimientos del capitalismo y chocaba con los intereses de la burguesía nativa, resultando de ahí que la revolución necesariamente tendría un carácter socialista o no sería una revolución.
En lo referente a la estrategia tampoco hubo novedades. Estaban el Frente de Trabajadores de la Ciudad y el Campo y el Gobierno Revolucionario de los Trabajadores. El programa reafirmó la necesidad de que el partido dirigiera al proletariado en el frente único clasista y en la lucha revolucionaria, ya que la clase no desarrollaba espontáneamente su conciencia. Su construcción, que estaba atrasada, requería el arraigo del programa de Polop en los sectores más avanzados de la clase obrera y esto se realizaría a través del Frente de Izquierda Revolucionaria (FER), núcleo del futuro partido, que debía estructurarse en base a cinco principios: afirmación del carácter socialista de la revolución, defensa del frente de los trabajadores y de la hegemonía del proletariado, compromiso con la construcción del partido marxista-leninista, agitación de consignas revolucionarias en los centros de trabajo y reconocimiento de la necesidad de la lucha armada, especialmente en la forma de guerrilla. Al tratarse de una revolución obrera, era incuestionable la “necesidad de la insurrección proletaria como acto de toma del poder” y del partido como instrumento indispensable para ese fin. Sin embargo, como la lucha de clases no espera hasta que se cree el partido, la guerrilla jugaría un papel estratégico para acelerar la creación de una situación revolucionaria. Llamando a los obreros y a sus aliados para la lucha común, la guerrilla realizaría, en miniatura, el frente de los trabajadores de la ciudad y del campo. El foco optimizaría la voz de la vanguardia, agruparía a las fuerzas revolucionarias y colocaría un poder alternativo en el escenario político nacional. “De la instalación del foco a la insurrección del proletariado en las ciudades”, ese sería el camino de la guerra revolucionaria en Brasil.35
Consideraciones finales
Se corren riesgos cuando se comprime, dentro de los límites de un artículo, una trayectoria compleja sobre la que ya se ha escrito mucho. Espero que este trabajo sea útil para quien busque información básica sobre la historia de Polop y, sobre todo, que contribuya a aumentar la curiosidad sobre ella. Hay buenas razones para cultivar esta curiosidad, empezando por la necesidad de verificar las hipótesis aquí esbozadas.
Polop abrió un nuevo espacio en el campo marxista brasileño, separado de las grandes corrientes comunistas internacionales. Es cierto que la política con la que llenó ese espacio fue menos original de lo que ella misma afirmó (y que en parte de la historiografía se ha repetido) pero, de hecho, hubo importantes innovaciones en algunos puntos. Una de ellas fue la forma de construir el programa del partido revolucionario, sin recurrir a una matriz teórica externa y sin una posición hegemónica interna, al menos en los primeros años. Vimos que muchos componentes de lo que sería el PSpB fueron formulados y probados antes, en las actividades prácticas de la organización.
Siguiendo un principio básico del leninismo, Polop consideraba que el partido de vanguardia era esencial para la orientación revolucionaria de la clase obrera, pero la estrategia propuesta para ese partido no tenía precedentes en Brasil: el Frente de los Trabajadores de la Ciudad y del Campo. Ese fue el verdadero núcleo del proyecto estratégico de Polop, que recordaba el frente único aprobado en los congresos de la Internacional Comunista de 1921 y 1922, no como un movimiento táctico defensivo, sino como una estrategia revolucionaria basada en la mayoría de la clase trabajadora. La tesis del Gobierno Revolucionario de los Trabajadores como producto del frente clasista y como etapa de transición hacia la dictadura del proletariado también fue innovadora en Brasil. Para Polop, la estrategia del frente no disminuyó la importancia de la lucha armada para la toma del poder, pero la forma en que concibió esta lucha cambió con el tiempo. La perspectiva inicial de la insurrección de los trabajadores bajo la dirección del proletariado industrial no fue abandonada, pero después del golpe de 1964, la guerrilla fue asimilada al proyecto en la forma híbrida de un foco catalizador, otra novedad en la izquierda brasileña.
No se puede hacer aquí un balance de la trayectoria de Polop, pero es necesario advertir que revisar el grado y significado de su originalidad en la historia del marxismo en Brasil no reduce de ninguna manera su importancia. Basta tener en cuenta la influencia que ejerció en varias organizaciones de izquierda desde el período de la lucha armada contra la dictadura hasta años después, en partidos surgidos en 1980 como el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido Democrático Trabalhista (PDT), que contaron entre sus cuadros con varios ex militantes de Polop. Por otro lado, al profundizar y sistematizar la interpretación de Brasil como una sociedad capitalista subdesarrollada, tesis que originalmente no era suya, y al formar los cuadros intelectuales que se especializaron en esta problemática, Polop creó las bases para el salto cualitativo dado después por la teoría marxista de la dependencia que, de hecho, formuló hipótesis originales, con repercusión internacional, sobre lo que Theotônio dos Santos definió como “la cara interna del imperialismo en nuestros países latinoamericanos” (1991, p. 46). No hace falta sobrestimar la originalidad de Polop para reconocer que, a excepción del PCB, ninguna otra organización política tuvo tanto impacto en la historia del marxismo en Brasil.
Referencias bibliográficas
Abramo, F. y D. Karepovs (2015). Na contracorrente da história. Sundermann.
Almeida, M.T. (2005). Frente única antifascista (FUA): uma experiência de luta unitária da esquerda brasileira nos anos 30. X Jornadas Interescuelas, Universidad Nacional de Rosario.
Borges, R.S. (2017). A trajetória da Organização Revolucionária Marxista – Política Operária (1961-1967). Tesis de Maestría en Historia, Universidade Federal de Alagoas.
Brito, T.A.N. (2016). A luta por um Partido Revolucionário: OCML-Política Operária, 1971-1986. Tesis de Maestría en Historia, Universidade Estadual de Feira de Santana.
Coelho, E. (2014). Dissonâncias à esquerda: a Polop, o golpe e a ditadura militar. En M.B. Mattos y R. Vega (eds.), Trabalhadores e ditaduras: Brasil, Espanha e Portugal. Consequência.
Coelho, E. (2016). A contradição principal: PCB e outros comunistas entre a “classe” e a “nação” (1956-1959). En C.Z. Sena Júnior (ed.), Capítulos de história dos comunistas no Brasil. EDUFBA.
Coelho, E. (2020). A Polop e a Crítica das Armas (1962-1967). História e luta de classes, XVI, 16, pp. 13-22.
Correa, L.A.S. (2014). Um nome e um programa: Érico Sachs e a Política Operária. Tesis de Maestría en Historia, Política y Bienes Culturales, Fundação Getúlio Vargas.
Dos Santos, T. (1962). Quais são os inimigos do povo? Civilização Brasileira.
Dos Santos, T. (1991). Democracia e socialismo no capitalismo dependente. Vozes.
Ferreira, P.R. (2005). O Brasil dos trotskistas (1930-1960). Cadernos AEL, XII, 22-23, pp. 13-55.
Gorender, J. (1990). Combate nas trevas. A esquerda brasileira: das ilusões perdidas à luta armada. 4ª ed. Ática.
Leal, L.P. (1992). Política Operária: a quebra do monopólio político, teórico e ideológico do reformismo na esquerda brasileira. Tesis de Maestría en Historia, Universidade Federal Fluminense.
Mangiantini, M. (2018). La “nueva izquierda” en la Argentina. Claves y discusiones alrededor del concepto. Astrolabio, 21, pp. 27-52.
Mattos, M.B. (2002). Em busca da revolução socialista: a trajetória da POLOP. En M. Ridenti y D.A. Reis Filho (eds.), História do marxismo no Brasil (vol. 5). Unicamp.
Mendes, E. [Érico Sachs] (1959). Luís Carlos Prestes e seus Aliados. Movimento Socialista, I, 2, pp. 20-34.
Meyer, V. (2021). Frágua inovadora. O tormentoso percurso da POLOP. En V. Meyer, O labirinto. Edite.
Moniz Bandeira, L.A. (1964). A arte da insurreição. Política Operária, III, 13, p. 8.
Moniz Bandeira, L.A. (2023). O Caminho da Revolução Brasileira. Insular.
Morais, D. (1989). A esquerda e o golpe de 1964. Espaço e Tempo.
Noberto, L. (2021). Nova Senda Socialista: a história da Organização Revolucionária Marxista - Política Operária (ORM-PO). Tesis Doctoral en Historia, Universidade Federal do Rio Grande do Sul.
Oliveira, F. (1972). Economia brasileira. Crítica à razão dualista. Estudos Cebrap, I, 2, pp. 4-82.
Oliveira, J. (2007). POLOP. As origens, a coesão e a cisão de uma organização marxista. Tesis de Maestría en Sociología. Universidade Estadual Paulista.
Oliveira, L. (2016). Caminhando com os próprios pés. A formação teórica da ORM POLOP (1956-1967), Tesis Doctoral en Historia Social, Universidade de São Paulo.
Reis Filho, D.A. (1990). A revolução faltou ao encontro: os comunistas no Brasil. Brasiliense, 2ª ed.
Reis Filho, D.A. (2007). Classe operária, partido de quadros e revoluçãosocialista. O itinerário da Política Operária - Polop (1961-1986). En J. Ferreira y D.A. Reis Filho, As esquerdas no Brasil. Vol 3: Revolução e democracia. Civilização Brasileira.
Reis Filho, D.A. y J.F. Sá (eds.) (2006). Imagens da Revolução: documentos políticos das organizações clandestinas de esquerda dos anos 1961-1971. 2ª ed. Expressão Popular.
Riddell, J. (ed.) (2015). To the masses. Proceedings of the Third Congress of the Communist International, 1921. Leiden.
Ridenti, M. (1993). O fantasma da revolução brasileira. UNESP.
Sales, J.R. (2013). Organização Revolucionária Marxista-Política Operária e a Revolução Cubana nos anos 1960. Historia & Perspectivas (UFU), v. 26, pp. 313-333.
Seabra, R.L. (2020). A vocação política da teoria marxista da dependência: Uma análise da Política Operária. Latin American Research Review, LV, 4, pp. 1-14.
Singer, P. (1959). Esboço de uma análise marxista do nacionalismo. Movimento Socialista, I, 2, pp. 6-11.
Thomas, A.S. [Ruy Mauro Marini] (1959). Verso e reverso do desenvolvimento. Movimento Socialista, I, 1, p. 33.
Yunes, J. y V.S.C. Ronchezel (1974). Evolução da mortalidade geral, infantil e proporcional no Brasil. Rev. Saúde Pública 8 (supl), doi.org/10.1590/S0034-89101974000500002.
1. El presente trabajo fue realizado con apoyo de la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior, Brasil (CAPES). Código de Financiamiento 001.
2. “Um Nome e um Programa”, Política Operária, I, 1, enero de 1962. Todas las fuentes primarias citadas en este texto se pueden encontrar, o hay copias disponibles, en el archivo del LABELU (UEFS) y fueron traducidas por el autor. En el sitio web del Centro Victor Meyer se pueden consultar muchas de esas fuentes: www.centrovictormeyer.org.br.
3. Estudiando la historiografía sobre la izquierda argentina, Mangiantini (2018) ha señalado la insuficiencia del concepto.
4. Fundación Getúlio Vargas, Centro de Cuentas Nacionales. Diversas publicaciones, periodo 1947 a 1989; IBGE. Dirección de Investigación. Coordinación de cuentas nacionales. Recuperado de: https://seriesestatisticas.ibge.gov.br/series.aspx?vcodigo=SCN29&t=participacao-valor-adicionado-bruto-industria-relacao.
5. IBGE, Anuario estadístico 1960, Río de Janeiro: IBGE, p. 67.
6. IBGE, Censo demográfico 1950-2010. Recuperado de: https://seriesestatisticas.ibge.gov.br/series.aspx?no=10&op=0&vcodigo=CD91&t=populacao-situacao-domicilio-populacao-presente-residente.
7. IBGE, Atlas Nacional do Brasil Milton Santos, Rio de Janeiro, IBGE, 2010, p. 117; MEC-INEP, Mapa do analfabetismo no Brasil, MEC, Brasília, 2002, p. 6.
8. Getúlio Vargas asumió la presidencia con el movimiento conocido como la Revolución de 1930, que interrumpió el control político de las oligarquías agrarias, y gobernó hasta 1945, cuando fue depuesto. Reelecto en 1950, regresó al poder pero se suicidó poco antes de terminar su mandato, en 1954. Fue el máximo líder del populismo brasileño.
9. Los candidatos a presidente y vicepresidente eran elegidos a través de una votación en boletas separadas, lo que explica cómo Goulart, partidario de Vargas, pudo llegar a la vicepresidencia a pesar de la victoria del candidato apoyado por la UDN. La resistencia militar dificultó que Goulart asumiera el cargo luego de la renuncia de Quadros, situación que fue superada por acuerdos que llevaron a la adopción del parlamentarismo en septiembre de 1961. En enero de 1963 el presidencialismo fue restaurado mediante un plebiscito.
10. Convocatória para o primeiro congresso da POLOP, Río de Janeiro, 24 de julio de 1960.
11. “Diretrizes para uma Política Operária”, Política Operária, II, 6, 1963, p. 7.
12. “Pela União dos Marxistas Revolucionários”, Política Operária, II, 5, 1963, p. 51.
13. Programa Socialista para o Brasil, p. 15.
14. Partido revolucionário e o programa socialista, 1963.
15. O que é o jornal, s/f [circa 1964]. Peleguismo era el nombre peyorativo dado a las burocracias sindicales, generalmente alineadas al Ministerio de Trabajo y al PTB, que actuaban para evitar o suavizar los conflictos con los patrones. “Pelego”, en su sentido original, es una manta que se usa entre la silla y el caballo para reducir la fricción.
16. O que é o Jornal, 1963.
17. “Frente Única - Frente de Classe”, Política Operária, I, 2, abril de 1962, p. 2.
18. Declaração sobre a política do PCB, marzo de 1958. Recuperado de: https://www.marxists.org/portugues/tematica/1958/03/pcb.htm.
19. “Por um governo dos trabalhadores da cidade e do campo”, Política Operária, III, 8, enero de 1964, p. 4.
20. “Programa San Tiago Dantas: governo quer dividir a esquerda e frear movimento de massas”, Política Operária, III, 12, febrero/marzo de 1964, p. 7.
21.Organizada por partidarios de Goulart, la inmensa manifestación ocurrió frente a la estación ferroviaria Central do Brasil, en Rio de Janeiro. En la ocasión el presidente se comprometió con las reformas reivindicadas por el Frente Progresista, lo que enojó enormemente a sus oponentes de derecha.
22. Eurico Mendes, “Por uma frente dos trabalhadores da cidade e do campo”, Política Operária, II, 7, octubre de 1963, p. 18.
23. Además de Ferreira (2005), ya mencionado, se pueden consultar documentos históricos del trotskismo brasileño en Abramo e Karepovs (2015).
24. “Perspectivas da luta de classes no Brasil”, Política Operária, II, 6, 1963, pp. 19-41.
25. “A propósito da guerra de guerrilhas”, Política Operária, I, 2, 1962, p. 11.
26. “Perspectivas da luta de classes no Brasil”, cit., p. 39.
27. Resolução sobre estratégia, 1965.
28. Crítica à O, marzo de 1966. MP son las iniciales del Manifiesto Programa, un documento que la dirección nacional puso en circulación en abril de 1965.
29. Tese Tiradentes, abril de 1966.
30. Fernando Machado, Do economismo prático ao foquismo teórico, 1966.
31. Joaquim Navarro, Fernando Ferreira e Tania Seabra, A tendência e o caminho da revolução, 1966.
32. El concepto, presentado originalmente en 1946 por August Thalheimer, comenzó a ser usado por Érico Sachs en 1966 (“Aonde Vamos - parte III”, agosto de 1966).
33. Programa Socialista para o Brasil, 1967, p. 2.
34. Ídem, p. 4.
35. Ídem, p. 17.